Si Marta Sierra nunca decepciona y lo suyo es más difícil todavía: ¿Cómo iba a hacerlo en su gran día? La reina de los reels cambia de outfits tan rápido como se suceden los frames de sus vídeos, con una velocidad de vértigo y con una maestría estética casi psicotrópica. Por eso, en su boda , tenía que dar lo mejor de sí misma. Eso sí, apostándolo todo al blanco —o a la gama de blancos— y sin olvidarse nunca, como es marca de la casa, del brillo, la perla y el cristal.
Para ti que te gusta
Lee 8 contenidos al mes solo con registrarte
Navega de forma ilimitada con nuestra oferta
1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
Este contenido es solo para suscriptores.
CelebramosSuscríbete 1 año por 49€ 9,80€
TIENES ACCESO A 8 CONTENIDOS DE
Recuerda navegar siempre con tu sesión iniciada.
Diríamos que Marta es ¿la gran prestidigitadora de la moda? ¿Cenicienta y su Hada Madrina en la misma persona? Podría ser, no en vano y sin necesidad de varita mágica, ella sola da una vida nueva a vestidos, zapatos y joyas en escenario llenos de glamour y fantasía. Lo que ocurre es que en Marta nunca-jamás-ever hay harapos, sino tooooodo lo contrario. Ella pasa del pret a porter a la alta costura a golpe de tacón o de pelazo al viento. Así también ocurrió en su boda tras darse el ‘sí, quiero’, con hasta tres looks diferentes.
Tres vestidos con Rosa Clarà como artífice, el de ceremonia, el que utilizó para la gran cena de gala en un alarde de teatralidad y para darlo todo en la fiesta posterior, una soirée con la que ella, su marido Tom Peuteman y sus invitados vieron casi casi amanecer entre lámparas de cristal, espejos, velas y flores blancas con las que se vistió el Castell de Sant Marçal, un fortín que se remonta al siglo XI.
Con el segundo vestido, Marta volvía a apostar por el corte sirena como ya lo hizo en su fiesta de preboda. Lo hacía con un diseño sofisticado, confeccionado en encaje y bordado a mano con micro pedrería. El escote corazón resaltaba su cuello y sus clavículas y se adornaba con una delicada onda que la estilizaba aún más si cabe, del pecho a la cintura y se completaba con un delicado bolero cuello caja elaborado con el mismo encaje y onda que el vestido.
Para la cena, Marta prescindió del bolero y lo sustituyó por unos graciosos manguitos también confeccionados con el mismo tejido y pedrería. El look se completaba con un watteau con flores bordadas sobre tul ilusión de dos metros, que fluía como una delicada cascada desde el escote de la espalda hasta el suelo para hacer así de su entrada al gran salón de baile, un espectáculo digno del Hollywood de leyenda.
Para el baile y acabar la fiesta por todo lo alto, la influencer eligió un diseño más sexy y atrevido para brillar cual starlette de la noche. Hacía mucho que Marta no nos enseñaba sus piernas kilométricas, así que eligió un modelo corto y muy femenino con escote palabra de honor y cuerpo en crep estilo corsé que se completaba con una minifalda bubble skirt con maxivolumen y flores como origamis japanese. Chic y diversión en organza.