Faltan solo unas horas para que, casi en un batir de pestañas, como esos los que nos tiene tan fabulosamente habituados la reina de los reels, Marta Sierra dé el ‘sí quiero’ al hombre de su vida, Tom Peuteman. Meses de preparación para que, como ocurre con sus post, en cuestión de horas -segundos en sus redes sociales- todo se convierta en Historia. Eso sí, una historia vestida de oropel y lentejuelas y, por supuesto, maravillosamente contada. Un festival de estilo, de color, de luz, de guiños cinematográficos, de fantasía, de moda… Y, teniéndolos a ellos como protagonistas y como recién casados, de romanticismo, de comedia y de ensoñación. Pero antes, ¡HOLA! ha podido acompañar a la pareja en su fiesta de preboda.
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Un fantástico aperitivo para abrir boca a su gran día en la noche de Barcelona: con la ciudad a sus pies y tocando las estrellas desde la azotea de la Casa Batllò, una joya del modernismo, obra de Gaudí, en donde Marta brilló como un cuerpo celeste más con su Rosa Clarà de pedrería y cristal.
“Este edificio es muy importante para nosotros. Aquí, hemos grabado una infinidad de vídeos… Definitivamente es uno de nuestros monumentos favoritos de Barcelona. Refleja mi amor por el color, por el arte y la originalidad. La casa Batlló es parte de nuestra historia”, nos cuenta Marta, que eligió el rooftop de este enclave del Paseo de Gracia para despedirse de su soltería, rodeada de familiares y amigos.
Lo hacía, como contábamos, vestida por Rosa Clarà, con la que ha trabajado mano a mano para confeccionar el diseño, un trabajo que encaja perfectamente con el ADN cool, desenfadado y sofisticado de Marta y con la artesanía, marca de la Casa nupcial catalana. Se trata de una pieza con una larga falda sirena en encaje y micro pedrería bordada a mano y cuerpo con corsé clásico de crep abrochado a la espalda. Unos adornos de cristal bajo el pecho y una gran lazada trasera de raso satinado dan aún más fuerza y personalidad al look, en la gama de los blancos rotos.
El color al que nos tiene tan habituados la influencer lo puso con las joyas de Joieria Grau. “Elegí un conjunto de pendientes con aguamarina, la forma en lágrima de estos pendientes está completamente pensada para jugar con el vestido. También con la pulsera, con aguamarinas y esmeraldas”, nos explicó. En cuanto a los zapatos, confió en René Caovilla.
Para Marta, “trabajar con Rosa ha sido un placer absoluto durante estos meses. Es parte ya de mi familia… Ver este vestido soñado convertirse en realidad ha sido emocionante”. Una emoción inconmensurable que parecía imposible que pudiera acrecentarse aún más. Pero así fue. Ocurrió cuando su chico, Tom, pudo verla aparecer en el salón principal de Casa Batlló. Y eso que Tom también lo estaba dando todo: el belga eligió un traje de Cifonelli compuesto por una americana de doble botonadura en crema y pantalón en azul marino, made to measure, recién llegado de los talleres de Italia de la firma de sastrería.
Para esta noche tan especial, Marta y Tom vistieron las estancias de la obra de Gaudi, Patrimonio de la Humanidad, de flores, azules y lilas. Grandes bouquets entre los que se sirvió un cocktail confeccionado por Airolo y entre los que el baile, la diversión y la alegría estaban servidos. De la organización, se encargó la wedding planner Priscila Llorens.