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duque de westminster hola 4168© Max Mumby

En la milenaria catedral de Chester, testigo de la historia familiar desde el siglo XV

La fabulosa boda del Duque de Westminster y Olivia Henson en la campiña inglesa

Las mejores imágenes y todos los detalles del enlace del año, con el príncipe Guillermo recibiendo a los 400 invitados de la alta socie­dad y Kate en los pensamientos de todos


12 de junio de 2024 - 9:07 CEST

Hugh Grosvenor, aristócrata milmillonario, ahijado de Carlos III y padrino de otro futuro Rey, el príncipe George, protagonizó junto a Olivia Henson la  gran boda del año del reino , en Chester, Inglaterra, el 7 de junio. El joven terrateniente per- día un título, el que lo distinguía como el soltero de oro del Reino Unido, a la vez que coronaba a su prometida como nueva duquesa de Westminster ante la alta sociedad inglesa.

La nueva duquesa llevó un vestido confeccionado en satén de seda y organza color marfil, con falda al bies, pronunciada abertura en la espalda y una cola desmontable de dos metros
Duque de Westminster HOLA 4168© Justin Goff/KGC Photo Agency LLP
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Hugh Grosvenor, de 33 años, y Olivia Henson, de 31, han elegido la capital del condado de Cheshire para sellar su historia de amor y echar raíces. En el centro, la novia empuña su ramo de inspiración silvestre, con flores de los jardines de su mansión ‘Eaton Hall’: hierba de pradera, margaritas, iris, rosas, lirios, guisante de olor, escabiosa, astrantia y amor en la niebla. Al lado, Guillermo, con impecable chaqué con corbata azul. No falló a su amigo en su gran día y sonrió como hace tiempo que no veíamos. Junto a estas líneas, los novios y dos de las damas de honor, sobrinas del duque, en la catedral de Chester

Hugh y Olivia abrían una nueva era para la dinastía con unas espectaculares celebraciones que pusieronuna gran nota de alegría a los tiempos tan difíciles que afronta la Familia Real. Un momento sombrío marcado por la batalla contra el cáncer que libran el Rey y la princesa de Gales. Los dos grandes ausentes en su gran día, sin olvidar a su ahijado, el joven príncipe George, que está en la recta final del curso escolar. Pero, como familias muy unidas que son, Hugh sí pudo contar con el apoyo y el cariño de su viejo amigo el príncipe Guillermo, quien tuvo un papel especial: el de ujier. De ahí que fuera de los primeros en acceder a la catedral.

Esta pieza nupcial se bordó con los mismos motivos florales que adornaron el que llevó su tatarabuela (en 1880), las iniciales de los novios y la fecha de la boda

No había marcado el reloj las 10:30 de la mañana cuando el futuro Rey y sus compañeros ‘acomodadores’ —un club de once amigos del duque— llegaban al corazón de la ciudad, en una furgoneta Mercedes-Benz, para poder recibir a todos los invitados y al propio novio.Cabizbajo, sin volverse hacia el público ni las cámaras, el príncipe de Gales entraba por una puerta lateral del templo, evitando robar el foco a Hugh en su día más importante. La última vez que se encontraron en la catedral, todos rendían homenaje a Gerald Grosvenor —el padre del novio, fallecido en agosto de 2016, tras sufrir un infarto—, incluida Kate, quien estuvo muy presente en los pensamientos de todos. Asimismo, doce años antes (2004), en la boda de Lady Tamara Grosvenor, Guillermo se estrenaba junto a Harry en el papel de acomodadores. Un puesto que Harry también habría ejercido seguramente en esta boda, pero que desestimó, según diferentes informaciones, para no crear tensiones por sus problemas familiares.

Duque de Westminster HOLA 4168© GettyImages
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Arriba, Olivia Henson, la nueva y radiante duquesa de Westminster, licenciada en Estudios Hispánicos e Italianos y descendiente de una familia de aristócratas, terratenientes y banqueros. En el centro, izquierda, el duque a su llegada, en un Land Rover Defender (sobre estas líneas). Derecha, William van Cutsem y el príncipe de Gales, entre otros amigos y familiares, después de la ceremonia

Una española muy especial

Y todo fue muy bien, empezando por el desfile impresionante de los asistentes de la más alta sociedad inglesa. Apellidos importantísimos a los que también se unieron el círculo de compañeros de colegio, universidad, deporte… Entre ellos, la princesa Euge­nia de York, que llevaba un elegante vestido verde oliva con completos en beis; Charlie van Straubenzee y su esposa, Daisy Jenks; y su hermano Thomas van Straubenzee, que es padrino de la princesa Charlotte. Y, por supuesto, en un lugar de honor, una madrileña muy especial:  Isabel Rodríguez-Legorburu , licenciada en Psicología e hija de los condes de Asmir, Eduardo Rodríguez-Legorburu, y la arquitecta Isabel Cabrera-Kabana.Llegó a la catedral intentando pasar inadvertida, pero las cámaras la estaban esperando. Isabel, aunque anónima hasta ahora, también es una de las novias de año. El próximo septiembre, tal y como avanzó ¡HOLA! en exclusiva, se casa en Madrid con Jasper Henson, hermano de Olivia, lo que la convertirá oficialmente en cuñada de Hugh Grosvenor.

El príncipe Guillermo llegó una hora y media antes que la novia, que hizo frente con risas a las ráfagas de viento que jugaron con su velo: “¡Voy a despegar!”
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Arriba, el momento en el que una ráfaga de viento le levanta el velo. Sobre estas líneas, Olivia llegó a la catedral con su padre, Rupert Henson.

Colosal fortuna

Eran las 11:15 cuando el duque llegaba a la catedral, en un Land Rover Defender verde, junto a sus tres «padrinos». Detrás, su madre, la duquesa viuda de Westminster, y sus hermanas, Lady Tamara, de 42 años, íntima del príncipe Guillermo; Lady Edwi­na, de 41, activista por la reforma penitenciaria, y Lady Viola, de 29, que dirige un negocio de terapia artística. Hugh, famoso tanto por su discreción como por su colosal fortuna, sonrió, saludó a la multitud entre aplausos y avanzó rápido hacia la catedral vestido con chaqué, camisa bicolor y una corbata rosa con libélulas. Si estaba nervioso no lo demostró, aunque antes del gran día había reconocido que «estoy increíblemente emocionado». Tres cuartos de horas después —faltaban unos minutos para la hora fijada, doce del mediodía— y puntualísima como ninguna novia, Olivia llegaba a la iglesia en un Bentley negro de 1930. Empuñando su ramo de inspiración silvestre, con flores de los jardines de «Eaton Hall», que incluían hierba de pradera, margaritas, iris, rosas y amor en la niebla, la novia desvelaba su secreto: el diseño nupcial, confeccionado en satén de seda y organza color marfil, era obra de Emma Victoria Payne. La diseñadora londinense siguió los deseos de la duquesa y cumplió su sueño: un vestido de estilizada silueta, con manga tres cuartos rematada con una tira de encaje al igual que el escote barco, falda al bies, pronunciada abertura en la espalda y una cola desmontable de dos metros.Del brazo de su padre, Rupert Henson, y seguida por su cortejo nupcial, Olivia dirigió sus pasos hacia el templo a la vez que una repentina ráfaga de viento levantaba al vuelo el velo. De organza y en cascada, la pieza fue bordada con motivos florales inspirados en los del tul que llevó su tatarabuela el día de su boda (en 1880), el anillo de compromiso de Olivia, las iniciales de los novios y la fecha de la boda, en el centro de la espalda.

Tras la ceremonia, los novios fueron recibidos con vítores, ‘hip, hip, hurra’ y la petición de un beso, con la que cumplieron a la puerta del templo, cubierta por un manto de flores y plantas
Duque de Westminster HOLA 4168© GettyImages
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La novia llegó en un coche de los años 30 (arriba) y seguida por sus damas, sobrinas del duque de Westminster: Zia, de catorce años; Orla, de nueve, e Isla, de ocho, de las que se ‘encargó’ el príncipe Guillermo en su papel de ujier (sobre estas líneas)

Diamantes y zapatos azules

Para su gran día, la nueva duquesa de Westminster, que se peinó con un recogido trenzado, recurrió al peluquero de Kate, Cristiano Basciu, director artístico de Richard Ward Hair, que también la peinó para su boda, y eligió una de las joyas más preciadas de la colección familiar:  la tiara de mirto , engastada en plata y oro rojo con diamantes. Fue realizada, en 1906, por Albert Holmström para Fabergé, la joyería de los zares, y encargada para la boda de Lady Mabel Crichton con Lord Hugh Grosvenor, hijo del duque de Westminster. La diadema se considera extraordinaria porque la casa rusa no se distinguió por hacer muchas tiaras, aunque la familia posee una segunda de la misma firma, la ‘Cycla­men’, que data de 1905. Una ‘conexión’ importante para los Grosvenor, ya que la madre del duque, Natalia, es descendiente de Nicolás I de Rusia, así como del poeta y dramaturgo Alejandro Pushkin.Desde la antigüedad, el mirto se asocia a la diosa Afrodita y a la fertilidad. No hay que olvidar que, si el matrimonio no tiene un hijo varón ni cambian las históricas leyes, el título de duque de Westminster expirará con Hugh.

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Arriba, a la izquierda, Lady Edwina Grosvenor, con su marido, el historiador británico Dan Snow con sus hijos: Zia, Orla, y Wolf, llevaba un vestido de Roksanda Ilincic y ‘mules’ de punta de Malone Souliers. Sobre estas líneas, a la izquierda, Charles van Straubenzee, amigo del príncipe Guillermo y padrino del príncipe Archie, y su esposa, Daisy Jenks. Al lado, Natalia Grosvenor, duquesa viuda de Westminster y madre del novio, con sus hijas, Lady Edwina, Lady Tamara y Lady Viola Grosvenor, con un bolso-libro de Olympia Le-Tan, bordado con la frase ‘C’Est Quoi L’Amour?’ (’¿Qué es el amor?’).

Él también se benefició de la ley de la primogenitura, que prioriza al heredero varón.Y de la tiara de diamantes al complemento más inesperado y llamativo. Sorprendiendo a todos por su elección, Olivia redondeó su look nupcial con unos zapatos de terciopelo azul con lazada XL. Incorporando el color que manda la tradición, su algo azul estaba en los pies. Y, además, con un guiño a España. El diseño, hecho a mano por maestros zapateros, es de la firma catalana especializada en moda nupcial Silvia Lago.

Primera imagen de Isabel Rodríguez-Legor­buru, hija de los condes de Asmir y una más de la familia: el próximo sep­tiembre se casará en Madrid con Jasper Henson, hermano de la nueva duque­sa
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Arriba, a la izquierda, Isabel Rodríguez-Legorburu, de rosa. Al lado, la princesa Eugenia, con un vestido verde oliva con falda plisada, de Joseph; bolso de Anya Hindmarch; tocado de Emily-London, y zapatos de Aquazzura. Sobre estas líneas, a la izquierda, Rosie van Cutsem —su marido es otro de los padrinos de George— y Lady Tamara con su marido, Edward van Custem y su hija Isla

Damas y sobrinas

Seguida de sus damas, sobrinas del duque de Westminster: Zia, de 14 años; Orla, de nueve (hijas de Lady Edwina), e Isla, de ocho (hija de Lady Tamara), y sorteando las ráfagas de viento, la novia atravesó a las doce en punto el imponente arco verde con flores con el que enmarcaron la entrada, destacando el encaje de la Reina Ana y las margaritas.Hugh y Olivia eligieron la catedral de Chester, como lugar de celebración por su belleza y sus vínculos con la familia Grosvenor desde el siglo XV. La imponente construcción normanda de color rojizo, que fue en origen la abadía de un monasterio benedictino dedicado a Santa Werburga, patrona de la ciudad, data de 1093 y ha sido escenario de los momentos más felices y tristes de la dinastía.

El peluquero de la princesa de Gales la peinó con un recogido y eligió una de las joyas más preciadas de la colección familiar: la tiara de mirto, engastada en plata y oro rojo con diamantes
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Arriba, Lady Edwina, hermana del duque, con su hija Orla. Tiene 42 años, es criminóloga y filántropa y Diana de Gales fue su madrina. En el centro, a la izquierda, la madre de la novia, Caroline Belinda Frisby, que apostó por el azul. Al lado, Charlie Gil­kes y su mujer, Anneke. Sobre estas líneas, Thomas van Straubenzee, padrino de la princesa Charlotte, y su mujer, Lucy Lanigan-O’Keeffe, quien fue profesora de los hijos mayores de los príncipes de Gales en Thomas’s Battersea.

La ceremonia fue oficiada por el reverendo Tim Stratford, decano de la Catedral de Chester, asistido por el obispo de Chester, el reverendo Mark Tanner, y la reverenda canóniga Rosie Woodall. Y la música estuvo a cargo del Coro de la Catedral de Chester, dirigido por el organista y maestro de coristas Philip Rushforth, y de un grupo de músicos del noroeste de Inglaterra. En cuanto a la decoración floral, se incluyeron rosas trepadoras a ambos lados del altar, lavanda y aliento de bebé, así como abedules, que se alineaban en el pasillo y nos recordaron a la boda de Guillermo y Kate, en 2011. Los ahora príncipes de Gales también llegaron al altar entre un pasillo vegetal de árboles de seis metros que fueron replantados.

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Arriba, los novios. Olivia eligió zapatos hechos a mano en España, en tela de terciopelo azul y realzados con grandes lazos en la puntera. En el centro, a la derecha, Natalia Grosvenor, de 65 años, conocida como Tally, madre del novio y madrina del príncipe Guillermo (izquierda), con un abrigo rosa fucsia combinado con un tocado de plumas y zapatos rojos de Manolo Blahnik. La acompaña el padre de la novia, el señor Henson y su yerno, Edward van Custem. Sobre estas líneas, Eugenia de York con su amiga Violet Henderson-Vestey. El duque de Westminster preside Grosvenor Group, un grupo de inversión y bienes inmobiliarios en más de 60 países, incluida España. Y la Fundación Westminster, que ayuda a jóvenes vulnerables y a sus familias. Tiene una fortuna cercana a los 12.000 millones, según diferentes informaciones

Un beso

Los recién casados salieron de la catedral alrededor de la una de la tarde, cogidos de la mano y con una gran sonrisa. Estaban radiantes y la novia incluso bromeó haciendo referencia al viento que volvió a jugar con su velo: “¡Voy a despegar!”.

Hugh y Olivia se pararon ante las cámaras mientras escuchaban los vítores, ‘hip, hip, hurra’, y la petición de un beso, con la que cumplieron entre fuertes aplausos. Todo era perfecto hasta que llegó el giro inesperado. Dos mujeres de la organización Just Stop Oil lanzaron nubes de pintura en polvo con un extintor y tuvo que intervenir la policía. Las dos fueron arrestadas bajo sospecha de delitos contra el orden público. Entonces, los cientos de ciudadanos del condado de Cheshire que se habían acercado al templo para ser testigos de la boda continuaron disfrutando del día y de las atenciones de los duques. La ciudad, decorada con 100.000 plantas en flor, no podía estar más bonita, y, además, tres locales de Chester repartieron gratis helados, sorbetes y bizcochos inspirados en la tarta nupcial con sabor a limón que se sirvió en la recepción ofrecida por los novios en ‘Eaton Hall’, donde vivirán.

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Arriba, la duquesa viuda de Westminster despidiendo a los novios con un beso al aire. Natalia Grosvenor tiene linaje ruso e incluye entre sus antepasados al Zar Nicolás I y al escritor Alejandro Pushkin. En el centro, los recién casados dirigiéndose a ‘Eaton Hall’ (abajo), la espectacular mansión que tiene el du- que en el condado de Cheshire, en Chester, y en la que creció junto a sus hermanas, Lady Tamara, Lady Edwina y Lady Viola. Este enclave fue el escenario de la posterior celebración de su boda. Abajo, los novios y sus damas entrando en el coche.

Música y fuegos artificiales

Es el hogar ancestral de la familia Grosvenor desde el siglo XV, está valorada en 32 millones de euros, cuenta con capilla y suficientes habitaciones para alojar a 150 personas. Son más de 4.000 hectáreas y pueden disfrutar desde un jardín de 20 hasta un parque de ciervos, además de extensos bosques. Tal y como contó uno de los invitados a nuestra edición inglesa, Hello!, se sirvió un menú exquisito —la burrata era excepcional—, tocó una orquesta en directo y hubo un espectáculo de fuegos artificiales “que fue impresionante”, y se pudo ver desde el centro de la ciudad de Chester. Además, haciendo un guiño a Londres, ¡recrearon con una escultura el mítico Big Ben!: “Fue increíble ver algo así”. Finalmente, para que los invitados pudieran disfrutar sin preocuparse de tener que conducir, les facilitaron un servicio de taxis para volver a casa. Y, además, se prepararon regalos para todos, incluyendo un mapa pintado a mano de los terrenos de ‘Eaton Hall’.

La celebración tuvo lugar en ‘Eaton Hall’, la espectacular mansión familiar, con más de 4.000 hectáreas de jardines, bosques y parques, en la que vivirán los recién casados
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Olivia, que ha trabajado hasta ahora como ejecutiva de cuentas en Belazu, una empresa de gastronomía sostenible, abre un nuevo capítulo de su vida. Sobre estas líneas, en su nueva residencia, mostrando el vestido nupcial, obra de Emma Victoria Payne, antes de la recepción y la fiesta que celebraron en ‘Eaton Hall’. En el centro, otros invitados a la ceremonia.

Blanco y negro

Asimismo, los novios se aseguraron de enviar mensajes de agradecimiento tanto antes como después de la ceremonia: “Estamos profundamente agradecidos a todos los que nos apoyaron en Chester y ayudaron a que nuestro día fuera tan memorable. Increíblemente conmovidos”, escribieron junto a las imágenes que compartieron al día siguiente de la ceremonia. Cuatro fotografías, una a color y tres en blanco y negro, en las que vemos a la novia a punto de salir del coche, mirando hacia el imponente escenario con los ciudadanos vitoreándola, y nos trasladan también a ‘Eaton Hall’, donde tuvieron lugar la recepción y la fiesta posterior. Con una sonrisa en la cara, que los acompaña en todo momento, se ve a los recién casados paseando con las manos fuertemente entrelazadas entre sus invitados, bañados en pétalos de rosa y confeti.

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A huge congratulations to Hugh Grosvenor, Duke of Westminster & Olivia Henson, married yesterday at Chester Cathedral. The bride wore a beautiful bespoke creation by @emmavictoriapaynebridal Lead Photographer @ben-Collage-U51626432453SlP© Benjamin Wheeler
Los novios celebraron su boda en el hogar ancestral de la familia Grosvenor desde el siglo XV, que está valorado en 32 millones de euros, cuenta con capilla y suficientes habitaciones para alojar a 150 personas. Hugh, famoso tanto por su discreción como por su colosal fortuna, vestía chaqué, camisa bicolor y una corbata rosa con libélulas. Sobre estas líneas, a la derecha, el príncipe Guillermo despidiéndose