A punto de cumplir tres años con Kiko Gámez, director global de eCommerce de Telefónica, Patricia Cerezo no puede mostrarse más feliz. Lo comprobamos hace unos días en la tercera edición de Bogotá Marcando Estilo, que organizó El Corte Inglés con la Cámara de Comercio de Bogotá para promocionar los reclamos gastronómicos, turísticos y artísticos de Colombia. Allí, la periodista posó con su novio para ¡HOLA! y se sinceró sobre sus planes de futuro con él, sin descartar una posible boda. Patricia también nos habló de los estudios de la mayor de sus dos hijas con Ramón García, que se encuentra realizando la carrera de Administración y Dirección de Empresas en San Diego, así como su relación con su exmarido. Igualmente, le preguntamos cómo se encuentra su amiga Genoveva Casanova tras borrar repentinamente su cuenta de Instagram.
-¿Cómo te encuentras con Kiko Gámez?
-Después del verano, haremos tres años. El balance es absolutamente positivo: mucha paz, mucha tranquilidad, mucho amor y mucho respeto. Estoy encantada. Estoy feliz.
-¿Qué destacarías de él?
-Se me vienen muchas cosas a la cabeza: la lealtad, la honestidad, la profesión, el sentido de la familia, el sentido del trabajo… Es una persona muy inteligente… Si hay que destacar algo de él, diría que su empatía.
-¿Te apetece casarte de nuevo?
-Ya me he casado una vez, de joven, y tuve una boda preciosa, que me encantó. A estas alturas de mi vida, una boda sería la celebración del amor. ¿Y por qué no? Claro que sí.
-¿Vivís juntos?
-No. Estamos cerca, pero todavía no. Nos lo planteamos en un futuro no muy lejano, pero todavía estamos haciendo las cosas poco a poco.
-Todavía tienes a tu hija pequeña en casa.
-Exactamente. Estamos muy felices y tenemos un proyecto de vida precioso, pero queremos hacer las cosas bien y despacito.
-La mayor está estudiando ADE ahora en San Diego y va a trabajar este verano en Londres, en JP Morgan Chase & Co.
-Sí, pero prefiero no hablar mucho de su vida.
-¿Ya empiezas a sentir el síndrome del nido vacío?
-Mucho. Mis hijas y yo somos un equipo. Disfruto mucho con ellas en casa y ahora empiezo a sentir el síndrome del nido vacío. Es que se hacen mayores todas. Yo cumplo años y ellas también. Mi hija pequeña va a ser mayor de edad en muy poco y no me lo creo todavía.
-Y cuando te dijo que quería irse a estudiar fuera, ¿cómo te lo tomaste?
-Bien, porque a mis hijas las animo. Aprendí con mis padres que la mejor herencia que recibiría es la educación y la formación, así que ahora mis hijas tienen que viajar, aprender idiomas y moverse por el mundo. Luego, ya volverán. Mamá Paty las llamará.
-Aunque cada una tiene el camino decidido, ¿alguna de tus hijas tirará por el camino de la comunicación?
-No. Ni por asomo. Rotundamente no. Ni artista.
-Tienes una muy buena relación con el padre de tus hijas. ¿Cómo se llega a ese entendimiento? ¿Ha costado?
-No ha costado nada, porque los dos teníamos claro el bien de nuestras hijas. Jamás nos hemos priorizado ni el uno ni el otro. Y lo seguimos teniendo clarísimo. Nos llevamos muy bien, de verdad, y siempre nos ponemos de acuerdo en lo importante, que son nuestras hijas.
-¿Se puede decir que sois amigos?
-Ser amigo de tu ex… Fíjate, es complicado. Pero nos llevamos muy bien y nos tenemos mucho cariño, pero no nos vamos a contar nuestras intimidades. No quiero el titular de que no es mi amigo. No quiero decir titular. Simplemente, es una persona que va a estar siempre en mi vida y es el padre de mis hijas, que está por encima de una amistad.
-¿Cómo encuentras a Genoveva Casanova?
-Es que hace mucho que no la veo. Sé que está bien y está trabajando.
-Que no la veas no significa que no hables con ella.
-Claro que tenemos relación. Por eso digo que, verla, la veo poco.
-Es que se ha borrado su cuenta de Instagram.
-Así está más tranquila, la verdad.
-Había tomado las riendas de su vida y estaba ilusionada, pero han vuelto a hablar de ella durante las celebraciones del 20º aniversario de boda de Federico de Dinamarca.
-Supongo que las redes tienen una parte muy positiva, pero también es una puerta de entrada a todo tipo de gente y de comentarios sin filtros. Entonces, si se te va de las manos o te quita un poquito el sueño, está el teléfono par hablar con amigos. Lo que sé es que está muy contenta con la grabación de El desafío y está haciendo una vida muy tranquila.
-Luego, trabaja en la finca andaluza de Cayetano.
-Claro. Lleva las casas de alquiler y el palacio de San Sebastián –Arbaisenea– para eventos. Entonces, no creo que tenga mucho tiempo y quizá las redes le quiten mucho el poco que tenga.
-¿Y cómo te encuentras tú a nivel profesional?
-Estoy muy contenta con el programa De Viernes en Telecinco. Tengo exclusividad, así que no puedo hacer otras cosas en televisión. Pero estoy muy contenta, porque el programa está funcionando bien y ya es una referencia en los programas de sociedad y corazón. Por otro lado, sigo con mi agencia de comunicación, con 49 Comunicación, que también estamos sin parar.
-¿Cómo te estás viendo en esta etapa de comentarista? ¿Te resulta difícil hacer entrevistas, ser rigurosa y no ofender?
-Cualquier trabajo hay que hacerlo con muchísimo respeto, con muchísima veracidad y, sobre todo, se puede comunicar, entretener e informar sin ofender. ¿Cómo lo hago? Simplemente, me pongo en el otro lado: qué me gustaría a mí escuchar si estoy en casa y qué me gustaría a mí escuchar si soy el personaje del que se está hablando.
-Pero te atreves con preguntas directas y no te amedrentas si el personaje se pone flamenco en plató.
-No (ríe).
-Tienes amigas muy conocidas. ¿No se asustan un poco al verte?
-No se asustan nada. Primero, porque me conocen y están muy orgullosas. Todas mis amigas, las más o menos conocidas, intentan verme. De hecho, si están en casa, recibo mensajes de todas ellas. Otras me dejan ropa.
-¿Quién es la más crítica?
-Por supuesto mi madre y Kiko. Me dicen que sonría más, que no esté tan seria… Luego, de todas mis amigas, no te voy a decir ningún nombre porque te sorprendería todas las que me mandan mensajes. Además, quiero que quede para nosotras.
-Entre el trabajo y tu relación con Kiko, digamos que estás viviendo una segunda juventud.
-Absolutamente. Me ha sorprendido gratamente porque no me esperaba ni que fuera a tener el trabajo que tengo, ni que me fueran a acoger como me han acogido y a tener ya el respeto también de mis compañeros. Y lo que tengo clarísimo es que he llegado para quedarme.