Juan Urquijo Moreno e Irene Urdangarin y Borbón se conocen desde que eran muy pequeños porque comparten lazos de sangre –son descendientes directos de Alfonso XII y sus familias son muy amigas- bien es cierto que, cuando se reencontraron en Madrid, a principios del pasado otoño, llevaban mucho tiempo sin verse.
En los últimos años, Juan estuvo estudiando Ingeniería agrícola en la RAU (Royal Agricultural University), en Cirencester, (Reino Unido) pasando por Madrid el tiempo justo al igual que Irene que vive en Ginebra desde 2013. Ni siquiera celebró su primera comunión en España. Sus hermanos recibieron el sacramento en Madrid y en Barcelona, pero la más pequeña comulgó por primera vez en la iglesia de Hermance, una aldea medieval del cantón de Ginebra y fue una celebración muy reducida a la que solo acudió la familia más allegada.
Inicialmente, se pensó que había sido Victoria Federica de Marichalar quien los había vuelto a unir el pasado verano en Madrid. Con su prima tiene una relación estrechísima -son como hermanas-; y con Juan la amistad también viene de lejos. Victoria ha acompañado a la infanta Elena en numerosas ocasiones a la finca de sus abuelos, el Canto de la Cruz (Colmenar Viejo), donde montaban a caballo y donde se celebró la boda de su hermana Teresa Urquijo con el alcalde de Madrid el pasado día 6 de abril. Además, estudiaron en el mismo colegio, el St. Georges de La Moraleja y se dio por hecho que se habían reencontrado a través de ella, pero no ocurrió así.
Fueron los propios hermanos de Irene, Juan y Miguel, quienes propiciaron el encuentro. El hijo mayor de la infanta Cristina es un gran amigo de Juan Urquijo y siempre que se escapa de Londres, donde trabaja, a España hacen planes juntos. Y, por una vez, todo coincidió. Irene había empezado a sacarse el carné de conducir en Madrid y junto a su hermano Miguel y a otros amigos se unió al encuentro. Uno que parecía uno más, pero que no resultó serlo, aunque nadie imaginó que los dos jóvenes conectaran tanto. Y después llegó otro momento muy importante en el que volvieron a encontrarse rodeados de sus familias: la recepción privada que los Reyes ofrecieron en El Pardo con motivo de la mayoría de edad de la princesa Leonor el 31 de octubre. Una cita histórica y muy especial en la que, rodeados de padres, abuelos y hermanos, las jóvenes generaciones se vieron de nuevo ya en otras etapas muy diferentes de sus vidas.
Juan e Irene volvieron a quedar al día siguiente y así una cita tras otra, con la que fueron afianzando su amistad, hasta que tuvieron que separarse a principios de año. Concretamente a mediados de enero, cuando la joven Urdangarin, que está de año sabático, puso rumbo a Asia para trabajar como voluntaria en Camboya, en la ONG Sauce. Una experiencia inolvidable en la que pudo colaborar con otro gran amigo de su familia: el jesuita español Enrique Figaredo, quien lleva 40 años en Asia como misionero.
La sobrina del Rey estuvo viviendo en Asia hasta casi finales de mayo. Los programas que estaban en marcha en atención a las poblaciones de algunas aldeas remotas de la provincia de Battambang (el terreno con más minas terrestres del país) ya estaban cerrados e Irene y Figaredo decidieron que era el momento de volver a Europa.
Irene regresó a Ginebra donde pasó unos días con su madre, la infanta Cristina y su hermano Miguel y después ya juntos viajaron a Madrid para terminar de sacarse el carné de conducir.
Instalados en la Zarzuela con su abuela la Reina Sofía, retomaban las clases y las citas con su familia y amigos. Irene y Juan volvían a reencontrarse después de cuatro largos meses igual de ilusionados. Así, nos lo decía su entorno al tiempo que afirmaron rotundos que “no son novios”. “Tienen una relación muy especial y estaban deseando compartir tiempo juntos”. Y añadían: “quieren tomarse todo con calma porque son muy jóvenes”.