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Parecía imposible que Taylor Swift pudiese replicar el huracán de emociones que provocó este miércoles en el estadio Santiago Bernabéu, pero después de la catársis del primer concierto, solo ha cogido aire para el segundo round de The Eras Tour. El furor desatado ha sido casi idéntico (si no mayor), pero el espectáculo nunca lo es. La cantante lleva todo medido al milímetro, también las novedades con las que sorprender a un público que, igual que ella, lo tiene todo estudiado.
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En las gradas no han faltado rostros conocidos como Edurne y David de Gea, Borja Thyssen y Blanca Cuesta e incluso ha habido quien ha repetido por segundo día consecutivo como Ryan Reynolds y Blake Lively, amiga personal de la artista, con sus hijas.
Las horas previas al concierto han sido un verdadero déjà vu. El ritual se repite en cada concierto, en cada lugar del mundo. El fenómeno de Taylor es musical, social y, sobre todo, global. Los fans de la artista llevan meses preparándose para el gran momento y no lo hacen solos. Es un ejercicio que solo tiene sentido en comunidad, intercambiando las pulseras de la amistad y eligiendo juntos y juntas los looks con los que van a rendir homanaje a cada una de las eras que la cantante recorrerá en un concierto que ya saben que va a ser único. La propia Taylor ha contado que cada show es diferente y que pasa mucho tiempo pensando en qué canciones elegir para sorprender al público.
En las inmediaciones del Santiago Bernabéu, los grupos de amigos desafíaban al calor, que a la hora de la apertura de las puertas -sobre las 16.30- superaba los 33 grados. Con paciencia y mucho entusiasmo comenzaban la ya estudiada coreografía con la que la organización ya logró ayer situar a los 65.000 asistentes en tiempo récord y sin incidentes. También se ha repetido la llegada de Taylor al estadio escoltada por una gran comitiva desde el hotel Villamagna, donde se aloja. Las fuertes medidas de seguridad han permitido que no haya sido posible conseguir ni una sola imagen de la artista fuera del escenario del Santiago Bernabéu.
Ya ataviados con las pulseras luminosas con las que el público también contribuye a engrandecer el espectáculo, los swifties, como se conoce a los fans de la cantante, calentaron motores con el grupo de pop punk Paramore, que ejercen de teloneros en sus conciertos por Europa, tomando el testigo de Sabrina Carpenter. La música de Hayley Williams, Taylor York y Zac Farro, que comenzó a sonar poco después de las 18:45 horas, no solo es un prólogo perfecto, también sirve de emocionante cuenta atrás para el viaje que estaba a punto de comenzar. Localizar la caja negra en la que se desplaza Swift sin ser vista antes de salir al escenario se ha convertido ya en una tradición más para sus fans. Poco antes de las 20 horas los primeros móviles fueron testimonio del hallazgo: ¡Taylor ya está aquí!
Primeras sorpresas
Diez minutos antes que en el primer concierto, a las 20:04 horas, Taylor Swift hacía su aparición mientras sonaban los acordes de Miss Americana & the Heartbreak Prince que marcan el inicio del espectáculo entre los vítores de un público entregado hasta la médula. La primera sorpresa de la noche ha sido el body morado que ha lucido en su primer look, en lugar del azul y rosa que llevó ayer. Tras las palabras "Encantada de conoceros", las mismas con las que ayer sorprendió a sus fans en un ensayado español, continuó el viaje por la primera de sus eras: Lover. En total son 10 eras, correspondientes a cada uno de sus discos, por las que viaja en los conciertos de esta gira. Cada una tiene su propio estilo, su propia historia y su propia estética que sus fans emulan con sus looks.
Emocionada por la entrega del público
El público parecía querer competir con el de ayer en euforia y entrega. La segunda canción, Cruel Summer, recibió tal ovación que dejó a la artista sin palabras mirando atónita hacia las gradas del Santiago Bernabéu, su templo por unos días. "Nos habéis hecho sentir como en casa", ha dicho agradecida. Pero faltaba el redoble. Mucho se ha hablado de los más de dos minutos de aplausos que recibió el miércoles su interpretación de Champagne Problems, y hoy no iba a ser menos. De nuevo, si no se superó, definitivamente se igualó la duración de una ovación que volvió a emocionar a Taylor. Otro de los momentos que hizo estallar a los espectadores fue la coletilla de la canción We're never ever getting back together, de la era Red, cuando uno de los bailarines dice "Like ever" (en inglés, el original) en el idioma del país en el que se encuentran. Si el miércoles hizo reír al público al exclamar: "Ni de coña", hoy jueves, ha optado por la fórmula: "Ni borracha".
En más de una ocasión Taylor se ha mostrado sorprendida por lo mucho que se le oía cantar el público. "Sois el público que más alto canta", ha dicho. Todo un cumplido para unos fans que han dado todo de sí para vivir al máximo un momento irrepetible, ¿o no? ya que no son pocos los que han conseguido entradas para más de un concierto de la cantante en Europa. Una nueva forma de hacer turismo en clave absolutamente swiftie. Ser fan es apasionante, pero a veces también tiene sus riesgos. La mezcla de aglomeraciones y altas temperaturas puede jugar malas pasadas y varios asistentes han reportado desmayos a través de las redes sociales. Pasado el ecuador del concierto Swift interrumpió una canción para alertar al equipo de seguridad. "Ayuda, por favor", ha dicho en castellano tras visualizar a alguien en apuros en la pista.
Este es el exclusivo hotel en el que se aloja Taylor Swift en Madrid
El show, compuesto de 42 canciones divididas en diez eras, incluye también tres canciones que no ha interpretado aún en conciertos anteriores. Es uno de los momentos más esperados de la noche y por eso el estadio se ha venido abajo al escuchar la primera de ellas. En torno a las 22:45 horas comenzó a sonar Our Song, un tema que compuso en secundaria y que después incluyó en su álbum debut. Guitarra en mano, ha comenzado con esta canción y la ha fusionado con Jump then Fall en una actuación memorable homenaje a sus comienzos porque, como ha recordado, España la ha apoyado desde el principio. Para la siguiente canción sorpresa, se ha sentado en el piano y ha puesto la voz y el alma en King of my Heart, de la era Reputation.
Después de casi tres horas y medio de espectáculo, en el que el impresionante cuerpo de bailarines, las proyecciones entre las gradas y los efectos especiales, con fuego incluido, se ponen al servicio de Taylor Swift, la indiscutible reina del pop ha puesto el broche a dos días inolvidables en los que ha hecho suyo el Santiago Bernabéu. Si la entrega del público la dejó maravillada durante todo el show, para el broche final solo podían estar a la altura. "Defintivamente, deberíamos haber traido todas las giras que he hecho a España", ha afirmado ante la enésima ovación cerrada de la noche. La artista ha bajado del escenario recogiendo la ilusión y la energía acumulada no de este concierto, ni de estos dos días, sino de todos los meses que cada uno de sus fans llevaba esperando este momento.
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