Elegante, romántica y llena de magia. Así fue la boda de Mónica de Tomás y Laurent De Greef, que el pasado sábado 18 de mayo contrajeron matrimonio por la Iglesia en Marrakech. Después de casi tres años de relación —los cumplen este verano—, la pareja selló su historia de amor durante un fin de semana de ensueño y repleto de detalles junto a sus 150 invitados.
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“¡Sigo en una nube! La boda ha superado todas nuestras expectativas, todo el mundo se lo ha pasado increíble. No puedo resumir lo bonito y emotivo que ha sido todo, ¡lo que hemos llorado!”, nos confesaba la modelo, periodista e influencer, tras los que ha descrito como los días más felices de su vida.
Fiesta de bienvenida
Las celebraciones comenzaron el viernes por la noche con una welcome dinner , una cena de bienvenida para los familiares y amigos de la modelo y el ejecutivo belga, que tuvo lugar en La Mamounia, el lujoso hotel de la antigua ciudad imperial de Marruecos, con el que la novia tiene una relación especial: “Es un sueño por el cariño y las memorias que tengo y porque es uno de mis sitios favoritos del mundo”, nos dijo.
Mónica estaba espectacular con un vestido de novia exclusivo, de color marfil y con bordado artesanal, que combinó con una capa con capucha de tul
Como había avanzado en las páginas de ¡HOLA!, Mónica quiso tener presente a Elio Berhanyer, el diseñador del que fue musa y modelo durante trece años, por lo que le rindió homenaje llevando uno de sus vestidos en la preboda. La novia estaba espectacular con un diseño antiguo del creador cordobés, de encaje blanco, con flores bordadas en lila y pétalos tridimensionales, que combinó con unos zapatos de Jimmy Choo y unas joyas muy especiales: un reloj Omega de oro, que su padre le regaló a su madre cuando nació Mónica, y unas pulseras de la artista y diseñadora Teresa de la Pisa, una de sus mejores amigas.
Los jardines del hotel fueron el exótico escenario del cóctel de bienvenida a los invitados, entre los que se encontraban Álvaro Castillejo Preysler y su mujer, Cristina Fernández de Torres; Beltrán Gómez-Acebo y Andrea Pascual; Carmen Lomana; Marta Carriedo; Angie Landaburu; Augusto Marini; Ana Bono; el matrimonio formado por Gigi Sarasola y Sara Zaldívar; Johanna von Müller-Klingspor, y la cantante belga Typh Barrows. Todos ellos disfrutaron de la actuación de Martin Joseph, que, con un repertorio tributo a Sinatra, hizo que todos se animaran a bailar en una divertida fiesta hasta la medianoche.
Al día siguiente, Marrakech amaneció entre nubes, pero con una magnífica temperatura, lo que hizo que los asistentes a la boda pudieran realizar diferentes planes por la ciudad, mientras Mónica se preparaba para su gran día en la habitación del hotel. La modelo se puso en manos de la maquilladora de YSL Beauty María Barrera, que resaltó todo su potencial con un recogido elegante y pulido y un maquillaje muy fresco, con efecto glow. Su madre, Carmen Villarín, y sus damas de honor, las hermanas Beatriz y Paula Villarroya, Teresa de la Pisa y Andrea Pascual, todas de rosa, ayudaron a Mónica a vestirse.
Para su gran día, la modelo, periodista e influencer confió en una firma con la que trabaja desde 2013: Atelier Pronovias creó en exclusiva para ella un vestido contemporáneo y sofisticado, confeccionado en mikado de color marfil. Con escote palabra de honor, el cuerpo trabajado como un bustier con tirantes finos va bordado con “tupis” y brillantes de cristal checo. El bordado artesanal y hecho a mano que cubre el bustier continúa en degradé por la parte superior de la falda, que va entallada hasta la cadera, desde donde se abre un sutilmente en forma de ‘A’ y termina en cola por la parte posterior.
Entre una lluvia de pétalos, los novios se dieron su primer beso como recién casados, tras darse el “sí, quiero” en la iglesia de los Santos Mártires, de Marrakech
Mónica, una novia espectacular, llevó, además, una capa en tul con capucha —que hizo las veces de velo— y botón joya, un accesorio muy glamuroso, al estilo old Hollywood y con cierto aire de exotismo, como guiño a Marrakech. La modelo completó su look nupcial con unos pendientes de diamantes de Suárez —la firma de joyería que también realizó las alianzas del matrimonio—; zapatos de Jimmy Choo hechos a medida, de encaje y personalizados con las iniciales de Mónica y Laurent en azul en la suela, y con su ramo de novia, compuesto por peonías blancas —su flor favorita— y detalles de olivo.
En torno a las cinco de la tarde, las cuatro en Marruecos, Mónica llegaba a la iglesia de los Santos Mártires del brazo de su padre y padrino, Ignacio de Tomás, que, tal y como marcaba la etiqueta exigida a los invitados, vestía un esmoquin negro, de Yusty. Por el pasillo central del templo católico, decorado con flores blancas, algo de verde y paniculata, la novia hizo el desfile más importante de su vida, mientras la cantante belga Typh Barrows cantaba para ella el Ave María.
Entre los invitados se encontraban Álvaro Castillejo Preysler y Cristina Fernández, Marta Carriedo, Carmen Lomana y Johanna von Müller-Klingspor
Ante el altar de la iglesia, construida en 1928 y fundada por los franciscanos a las afueras de la Medina, en el barrio de Gueliz, la esperaba Laurent, también con esmoquin, pero con chaqueta marfil, junto a su madre y madrina, Nicole De Greef. Los hijos de una sobrina del novio, Theo y Julia, que vestían de blanco y rosa palo, formaron el cortejo nupcial de los novios.
El oficiante fue un sacerdote español, el padre Manuel, y durante la ceremonia Laurent realizó el consentimiento en español y Mónica en francés, al igual que en el momento del intercambio de los anillos: la novia pronunció las palabras en francés y él en español. Tras firmar junto a sus testigos (entre los de la novia se encontraban Carmen Lomana y Laura Somoza), Mónica depositó un ramo de rosas blancas ante la Virgen.
Los invitados hicieron un auténtico despliegue de elegancia: ellos de esmoquin, como dictaba la etiqueta de la boda, y ellas de largo y con coloridos vestidos
Una vez convertidos en marido y mujer, las 45 voces de la Coral de Marrakech, que entonó diferentes melodías durante la Misa, interpretó Oh Happy Day, una canción llena de alegría con la que los recién casados salieron del templo mientras los invitados daban palmas. Una lluvia de pétalos de flores envolvió a Mónica y Laurent, que protagonizaron el primero de los besos de los muchos más que siguieron a lo largo de la noche.
Gran apasionada del golf, Mónica inauguró el cóctel con un impresionante golpe de drive vestida de novia
A continuación, los invitados se trasladaron al Royal Golf Marrakech, donde tuvo lugar la celebración. Los recién casados llegaron en el momento del aperitivo. Mientras sonaba el tema You’re The First, The Last, My Everything , de Barry White, Mónica y Laurent, como buenos apasionados del golf, entraron directamente al campo e hicieron un drive vestidos de novios para inaugurar oficialmente el cóctel. “Muchos de los asistentes se animaron a dar bolas vestidos de esmoquin, fue bastante divertido”, nos comentó la novia.
Después, entre olivos y con una decoración exquisita, a base de peonías y rosas blancas, se sirvió la cena (centollo sobre base de aguacate, lubina con verduras de temporada, filete de ternera con salsa de pimienta y muselina de patata y, de postre, pastel de frambuesa). Cada mesa, de estilo imperio, tenía el nombre de un campo de golf, y tanto los meseros como las minutas iban pintados con una acuarela con el mismo motivo de las invitaciones de la boda, que fueron realizadas por El Tintero Caligrafía.
“La boda ha superado todas nuestras expectativas”, nos comentó Mónica, que, junto a Laurent, se encargó de cuidar al máximo cada detalle
Aunque contaron con la ayuda de la wedding planner Priscila Llorens, Mónica y Laurent se encargaron personalmente de supervisar todos los detalles de su enlace, como el obsequio de YSL beauty que recibieron todos los invitados (un perfume para ellos, un lipstick para ellas), y de preparar con mucho mimo cada momento de las celebraciones, como su esperado baile nupcial.
Emotivos discursos
Tras los emotivos discursos que pronunciaron sus respectivos padres y algunos amigos, Mónica cumplió con la tradición del ramo. No lo lanzó, pero sí que repartió otros iguales al suyo entre algunas de sus amigas, su madre y la madre de Laurent. Después, llegó la hora de que dar comienzo a la fiesta. Pero, antes, Mónica volvió a deslumbrar a todos los presentes con otra sorpresa: un segundo vestido. La modelo confió de nuevo en Atelier Pronovias, que creó para ella un diseño en exclusiva, confeccionado en chantillí color marfil y velado por un tejido de encaje, bordado a mano en cristales checos, y con un favorecedor escote halter.
“¡Sigo en una nube! No puedo resumir lo bonito y emotivo que ha sido todo, ¡lo que hemos llorado!”, confesó la modelo
Mónica y Laurent abrieron el baile con una coreografía que habían ensayado al ritmo del tema A Thousand Years , de Christina Perri. Después, como manda la tradición, la novia bailó con su padre, y el novio con su madre, antes de abrir la pista para todos sus invitados. Los hermanos Chema y Jaime Erasun fueron los DJ encargados de animar la fiesta, que se prolongó hasta las cuatro de la madrugada.
Antes de abrir el baile junto a su marido, Mónica de Tomás sorprendió con un segundo vestido, de escote halter y bordado a mano
Tras este fin de semana inolvidable, con el que Mónica y Laurent han hecho realidad su sueño de casarse en Marrakech, su particular ciudad del amor, los recién casados iniciaron su luna de miel por Sri Lanka y Maldivas.