Para Paloma Lago están siendo días muy felices, desde que el pasado 1 de mayo casó a su hijo Javier García-Obregón con Eugenia Gil. La familia al completo posó para las páginas de nuestra revista, en una celebración muy emotiva, en la que todo estaba cuidado, hasta el más mínimo detalle. Ahora, ¡HOLA! habla con Paloma sobre cómo vivió este día tan especial, su ‘cambio’ de vestido durante la celebración y la presencia de Ana Obregón en la boda de su primogéntio.
-¿Cómo viviste la ceremonia en la iglesia? ¿Te emocionaste?
-Sí, hubo varios momentos en los que me emocioné. El primero fue cuando llegamos a la iglesia Javi y yo y nos encontramos con un matrimonio amigo de toda la vida, Lucas y Lara. Su hijo Lucas, nació 15 días antes que Javi y cuando mi hijo nació, con cuatro o cinco días, organizamos una merienda en casa e hicimos una foto de los dos bebés preciosa. Entonces, en cuanto vi a Lara, se me empezaron a caer las lágrimas y a ella también porque fue como un dejá vu de aquel momento.
-¿Cómo fue la espera de Eu?
-Bueno pues estuvimos charlando Javi yo un poquito tranquilos en la intimidad, ya con la iglesia abarrotada. Y entonces cuando comenzamos a caminar hacia el altar, ese paseíllo lo sentí muy interior, con Javi, muy entre él y yo. Ya empecé a ver a mis hermanos, a la familia de Javi, a sus tíos, y agarré algunas manos, la de mi hermana, la de Juancho, el hermano mayor de Javi padre… Fue muy bonito. Cuando vimos a la novia al fondo del pasillo, nos miramos los dos y ya estábamos con las lágrimas a flor de piel. Y luego hay dos momentos de la ceremonia que me encantaron, me emocioné muchísimo con la canción Con te partiró, porque ellos no habían dicho nada para que no supiéramos lo que iba a ocurrir y viviéramos cada momento intensamente. Y luego con el Ave María, y además al estar de perfil en ese momento, puede hacer un barrido y ver las caras de emoción de todos, de mi hermana Ana, de Ana, la tía y madrina de Javi, y de toda la gente que les adora.
-También sonó el Himno de España.
-Sí, en ese momento le dije a Javi: “Esto en honor a tu abuelo, ¿verdad?” A él, a Antonio García. Y se puso a llorar de la emoción. Él tenía una medalla de honor de la Guardia Civil y en su funeral sonó el himno de España y pusieron la bandera. Fue una ceremonia muy, muy bonita. Y mi hijo es muy patriota, está muy orgulloso de su país.
-Y hasta la Salve rociera.
-Que te pone la piel de gallina. Es la segunda boda a la que asisto donde se escucha. La primera fue en la boda de mi hermano Federico y mi cuñada Isabel en la iglesia de San Francisco de El Ferrol.
-No sabíais cómo era el vestido de Eugenia ni ella como era el tuyo.
-Me impresionó mucho al verlo saber que era una idea que Eugenia tenía clarísima desde el minuto uno y así se lo transmitió a Ana, la diseñadora. Tenía totalmente visualizado su vestido de novia. Me impresionó el armado de ese lazo y ese tejido tan suntuoso. Y luego me encantó el guiño de los guantes blancos, porque yo también los llevé en mi boda, fue como un guiño muy bonito al día que me casé. Estaba preciosa.
-También estabas guapísima, Paloma.
-¡Muchísimas gracias! Elegí con mis amigos Ana Anmargo y Paco Rus el color ‘Aguamarina’, un color dulce y que me transmitió desde el principio la serenidad con la que quería vivir este momento tan importante en la vida de mi hijo. Además el diseño de mi vestido estaba en perfecta sintonía con el de Julia, la madre de Eu, un juego cromático y de líneas muy elegantes pensado y diseñado con todo el cariño del mundo por mi amiga. Es una ‘Maestra de la Costura’ y quiero darle las gracias a ella y a su gran equipo de sastras y patronistas que trabajaron noche y día, ¡el gran esfuerzo que han hecho porque todas brilláramos en armonía en el altar! Y mi querido Paco Rus acostumbrado a producciones de moda en las máximas dimensiones hizo con Ana un tándem perfecto en la creatividad y realzó los diseños y complementos de todas con toques maestros , así como puso en tierra los momentos de más nervios, que como es lógico hay en todas las bodas . El lado izquierdo de mi vestido cubría mi hombro para acompañar del brazo a mi hijo al altar, con esos pliegues magistrales y un broche espectacular de Rabat, así como los pendientes, anillos y la riviere, todo en diamantes de esta firma de alta joyería que tanto admiro; y sobre el lado derecho esa media capa de gasa semitransparente que me recordaba a mi lado profesional en la tele y el espectáculo, pero cubierta, como es lo correcto en una Iglesia. El vestido de mis sueños.
-¿Cómo lo pasasteis en la fiesta?
-La finca está en un paraje natural impresionante. No llovió en todo el día, pero como a las siete de la tarde cayó una buena lluvia, muy bonita además, como de primavera. Y de pronto, detrás de una montaña verde salió un arcoíris impresionante. Y la fiesta fue increíble. Yo tengo visualizado a Javi con un sombrero de cowboy y a Eugenia con unas alas de ángel XXL batiéndolas en volandas de los amigos. Fue como de otra dimensión, todo era una locura maravillosa, mis sobrinos de Galicia diciendo: “es el día más feliz de nuestras vidas”. Así que vivimos momentos impresionantes. Ah, y las dos madrinas nos fuimos a la finca en el Aston Martin en el que llegamos a la iglesia Javi yo, conmigo al volante. Venía Paco detrás y fuimos comentando todos los pormenores de la ceremonia, lo pasamos bomba.
-Decían tus sobrinos que era uno de los mejores días de su vida, ¿y también de la tuya?
-Sí, completamente. Mira que mi boda… que las bodas de uno mismo son muy importantes en la vida. Pero creo que esta la ha superado porque la mía no la recuerdo, yo estaba en una nube; y en esta era consciente de todos los momentos. Pero, además, me encantó la idea de Javi y Eugenia de darnos sorpresas a nosotras y a todos los invitados. Es decir, no implicarnos hasta tal punto en todos los detalles que lo supiéramos todo. Nosotras hemos ayudado en las cosas que han necesitado, pero se dejaron muchas para que tanto Julia como yo y el resto de invitados nos acabáramos sorprendiendo muchísimo. Ha sido maravilloso porque es como ir al evento de tu vida, como si tuvieras cinco añitos y estuvieras en Disneyworld.
-Y de todo lo que hicieron, ¿qué es lo que más te sorprendió?
-Bueno, cada media hora había música impresionante o pasaba algo, todo ideado por ellos. Pero mira, lo primero que pasó es que los novios salieron con dos ramos de flores en alto y una música increíble. Y yo pensando: “se lo van a dar a las casaderas, a dos amigas o a un amigo y una amiga, pues eso, lo normal a amigas solteras pensando en que sean el relevo de casarse”. Y de pronto veo que el primero se lo dan a Julia, la madre de Eu, se dan un abrazo enorme los tres y ahí bailando. Y claro, dije ¡ahí va! a ver si se lo dan a las madres, pero yo no las tenía todas conmigo. Y de repente vienen, pasan por delante de mi mesa y siguen… y de repente se dan la vuelta, porque Eu es muy pícara y me hizo sufrir. Y se avalancha sobre mí y me da el ramo. Y nos pusimos a bailar los tres hasta que acabó la canción. Así que eso fue… Y después fue precioso el discurso de Enrique López que es amigo de mi hijo desde que tenían dos años y medio cuando empezaron juntos en el colegio y yo le he visto crecer. Nos nombró tanto al padre de Javi como a mí, hablando de cómo lo hemos educado, cómo lo hemos formado, cómo hemos hecho a Javi una persona tan increíble. Y se me cayeron las lágrimas.
-¿Cómo viste a Javier, el padre de Javi, también muy emocionado?
-Sí, lo vi muy emocionado, estaba tierno…Yo custodié las alianzas hasta el altar y él llevaba las arras. Ya sabes que no llevamos fenomenal.
-¡Te cambiaste de vestido!
-Si, para la fiesta. Me puse el rojo de Lola Casademunt by Maite y Eugenia el tercero. Nos hicimos unas fotos y luego entramos juntas en el salón de la fiesta bailando. Y después se pusieron todas las luces del vals, un cono iluminado increíble, de luz Led que llegaba hasta el techo e hicieron una coreografía impresionante. Fue un vals moderno, como de película, como de cuento, pero no de hadas, sino estelar. Después al acabar el baile, ya bailamos Javi y yo juntos y salieron todos, los acompañamos. Yo estaba como una niña porque para mí todo eran emociones y más emociones. Recuerdo cuando Javi era pequeño, y no tanto también, siempre el día de su cumpleaños le daba una sorpresa enorme. Y de repente he sentido como si fuera aquel niño que se emocionaba con todo y que cuando descubría su regalo se ponía a correr hacia mí y me daba un abrazo impresionante. Era muy bonito, esas sensaciones son preciosas y el otro día me tocó la suerte de que mi hijo me devolviera tanto amor que nos hemos tenido y me lo ha devuelto con creces.
-¿Cómo fue tu reencuentro con Ana y los tíos de Javi, con la familia paterna de tu hijo?
-Me ha hecho mucha ilusión, verlos, ver a Celia, que es un amor y me recuerda tanto a su madre… Con Ana precioso, la verdad. Hizo el gran esfuerzo de venir. Porque no es lo mismo presentar unas campanadas o ser jurado de un programa, que es más lúdico, que enfrentarte a una celebración familiar que Aless hubiera vivido con tanta ilusión. Imagínate a Ana la ilusión que le hubiera hecho ver a su hijo casarse y tener este momento que ha tenido Javi. Para ella ha sido un esfuerzo emocional muy grande y que haya dado ese paso de venir y compartir este momento, que yo creo que la superaba, es algo que le agradeceré siempre. Me ha encantado que hayamos coincidido en el color de los vestidos. Lo eligió Paco Rus para mí porque decía que me iluminaba y me daba un aire glamouroso pero dulce y elegante. Y cuando vi a Ana con el mismo color dije: Fíjate cómo es la vida, que nos ha puesto aquí en esta coincidencia tan bonita.
-Porque Ana no se quedó después, fue solo a la iglesia.
-Ana vino hasta El Soto de Mónico y saludó a toda la familia, porque lógicamente, conoce a mis hermanos y a mis sobrinos de toda la vida y les quiere un montón. Y lógicamente, a la fiesta ya no se quedó. La tele le hace desconectar, pero creo que en estos momentos es cuando más recuerda su situación, más que dejar a Anita unas horas, porque es lógico en alguna ocasión tener que salir y dejarla al cuidado de la salud, son los sentimientos encontrados de un momento que su hijo lo hubiera disfrutado y cómo lo hubiera vivido con su primo favorito.