El 1 de mayo, tras casi nueve meses de preparativos y un año después de haberse comprometido, durante un viaje en las islas Maldivas, se casaron Javier García-Obregón y Eugenia Gil Muñoz . Se trataba de un gran acontecimiento familiar, ya que la novia es hija única y el novio, primogénito de Javier García-Obregón y único hijo de Paloma Lago, que, pese a su separación en el año 2000, han mantenido siempre la buena sintonía primando su bienestar. Javi, como le llaman sus cercanos, es también el primer primo y sobrino por parte paterna que contrae matrimonio. Pronto, el próximo 15 de junio, lo hará en Asturias su primo Juancho, hijo de Juancho García-Obregón, el mayor de los hermanos de su padre, con su prometida, Cristina Gutiérrez.
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La boda, anunciada por sus protagonistas en ¡HOLA!, era una de las más esperadas del año y fue un día inolvidable en el que se vivieron muchas emociones, sorpresas y diversión. No faltaron las lágrimas ni los nervios, la originalidad de tener dos madrinas, ni un gran despliegue de vestidos (tres de la novia y dos de Paloma) e incluso se presentaron imprevistos de última hora que hicieron cambiar la ceremonia sobre la marcha. Pero nada pudo empañar el día más especial de Javier y Eugenia. La pareja había organizado su enlace con todo detalle para vivir el mejor momento de sus vidas y, al mismo tiempo, ofrecer a sus invitados una experiencia inolvidable. Meses de preparativos, de coordinar horarios, el cóctel, el banquete, la música en directo y las muchas cosas que prepararon con mimo y cuidado acordándose de todos.
Tres vestidos de novia, dos madrinas, muchas sorpresas, un paraje idílico y una gran fiesta con música y espectáculos en vivo
La lluvia dio tregua finalmente; ya días antes los novios se afanaban en montar todo un plan B alternativo por si el agua hacía acto de presencia, como si no hubiera sido ya bastante complejo engranar todas las piezas del plan A, ayudados por sus wedding planners de Limón y Sal y, por supuesto, por sus padres, que se implicaron desde el principio en todo lo que necesitaran.
La ceremonia estaba prevista a las 12 de la mañana y casi 40 minutos antes comenzaron a llegar a la iglesia, entre una gran expectación, los primeros invitados, unos 200, venidos también desde Galicia —de allí son parte de las familias de ambos—, México, Suiza, Colombia, Londres y Luxemburgo. San Fermín de los Navarros es uno de los templos con más encanto de Madrid y, situado en pleno corazón del distrito de Chamberí, une el estilo neogótico en su interior y la inspiración neomudéjar en el exterior. El padre del novio, Javier García-Obregón, muy unido a su hijo y con el que comparte mucho tiempo, se mostraba emocionado ante los micrófonos: “Hemos estado nerviosos, pero ya estamos tranquilos, ha habido de todo un poco, también lágrimas. Como consejo, les digo que se tengan mucho respeto, mucho cariño y se quieran mucho”. El empresario llegó a la iglesia con su mujer, María Thevenet, muy elegante con un vaporoso vestido de lunares y complementos en rojo, y también estaban los dos hijos del matrimonio, Juan, que actualmente está en la universidad, y Nico, que cursa bachillerato, quienes fueron testigos de su hermano, como también lo fue su hermana, Laura, que se dedica profesionalmente al mundo de la comunicación.
“Ha sido preciosa, todos se emocionaron en la iglesia, la música fue espectacular y después hubo un fiestón. Lo pasamos genial”, dicen los recién casados
Bajaron del coche junto a Ana Obregón , que quiso compartir con su sobrino y ahijado un momento tan especial. No perdió la sonrisa a la entrada al templo, aunque para ella no era fácil.
“Estamos de boda y les deseo muchísima felicidad”, dijo, con un look de dos piezas de tweed verde agua y la cadena con el nombre de Aless muy cerca de su corazón, donde su hijo sigue siempre presente. Eran sentimientos agridulces para la actriz y presentadora, que aseguraba estar “emocionada por muchas cosas” y confesó que el día era “por un lado triste”, haciendo referencia a lo mucho que echa de menos a su hijo, Aless, y a sus padres, Antonio y Ana. Son recuerdos y sentimientos a flor de piel que se vieron también en la ceremonia, donde todos se emocionaron hasta las lágrimas cuando el padre Samuel Azcona, párroco de San Fermín de los Navarros, mencionó a los tres y también a la abuela de Eu —como la llaman los suyos—, fallecida recientemente. Las salidas públicas de Ana son escasas y muy contadas, pero no quería faltar, aunque no se quedara al banquete y la fiesta. Está volcada en la pequeña Anita, de un año, que finalmente no pudo ser damita de los novios, aunque les hacía mucha ilusión, porque es muy pequeña aún y se quedó en casa, “con todo el dolor de mi corazón”.
Estelar aparición
Minutos antes, había sido el primero en llegar Juan Antonio García-Obregón, al que todos llaman Juancho, con su mujer, Elisa Rodríguez García. También estuvieron los tres hijos del arquitecto, Juancho, Álex y Marta; pero del grupo de primos del novio no pudieron asistir, sin embargo, Celia Vega-Penichet, que acaba de comenzar un máster en Londres, ni Carolina y Amalia Aresu. Esta última reside en Miami. Sus madres, Celia y Amalia García-Obregón posaron con Javier, Ana y María Thevenet a las puertas de la iglesia. Todos reunidos en una nueva muestra de la unión familiar de la que siempre han hecho gala. Son una piña.
Paloma Lago, una elegante madrina que llevó a su hijo al altar, con un diseño verde agua asimétrico, cuello alto y capa semitransparente
La familia de Paloma Lago viajó desde Galicia. Sus tres hermanas, Cristina, bailarina de clásico, que tiene una escuela de danza; Ana, pianista profesional y empresaria, y Pauloska, del brazo de su marido, Manolo San Martín, y su hermano, Federico, presidente de la Federación Hípica de Galicia, con su mujer, Isabel Lavandeira. Y también los primos del novio, excepto dos primas que acaban de ser madres, con los que ha pasado veranos inolvidables. Fueron, de hecho, algunos de los que más disfrutaron de la fiesta. Entre los invitados, estaban también Nuria March y Don Johnston, que pronto celebrarán su segundo aniversario de boda; Marta Robles y su marido, Luis Martín de Bustamante, y Marco Kühn, hijo de Matthias Kühn, marido de Norma Duval, con su novia, Timea Kadar, grandes amigos de los contrayentes.
A las 11:50 hacían su estelar aparición el novio y su madre en un impresionante Aston Martin DB12 conducido por el propio Javier (una vez terminada la ceremonia, fue Paloma quien, con su consuegra, Julia, lo condujo hasta la finca). La madrina no podía estar más pletórica y radiante, con un vestido de la firma AnmarGo, que también se ocupó de los tres vestidos de la novia y del de su madre y madrina. El diseño, de línea ajustada color verde agua, era asimétrico, de una sola manga, con cuello alto y una capa semitransparente lateral desmontable. La modelo y presentadora completó su espectacular look con joyas de Rabat —un broche en el fruncido del hombro, pendientes, anillos y rivière—, que también se encargó de las alianzas y de las joyas de la novia; clutch de Yliana López, y sandalias de Magrit, firma que calzó a todas. Contaron además con la ayuda de Paco Rus, gran amigo de Paloma desde hace más de tres décadas, que se encargó de coordinar todos los estilismos para que hubiera una armonía en el altar.
Entraron en la iglesia con la música de la banda sonora de Interstellar, la película favorita de Javier; minutos después llegó la novia con su madre, a quien quiso dar un protagonismo especial
Nueva casa
Javier se vistió en su nueva casa —Eu y él se acaban de mudar, la semana pasada— junto a sus mejores amigos y también testigos, José Ramón Villasante y Enrique López Crespo. Eligió un chaqué clásico y elegante confeccionado a medida en una prestigiosa sastrería del centro de Madrid. Muy importante para él, lució el reloj que Eugenia le regaló en su petición de mano, el pasado febrero, el modelo ‘Santos’ de Cartier.
Además, llevó unos gemelos, regalo de su padre, con un gran valor sentimental, representando la tradición y el legado familiar y la esperanza de que algún día los pasará a sus hijos, perpetuando así la tradición de generación en generación.
“Cuando vimos a la novia al fondo del pasillo, nos miramos Javi y yo y ya estábamos con las lágrimas a flor de piel”, nos cuenta Paloma
El novio había recogido a su madre minutos antes en el hotel Relais & Châteaux Orfila, muy cerca de la iglesia, donde se preparó y donde también se vestía la novia junto a su madre y sus cuatro mejores amigas y testigos, María Barreras, Cristina Corominas, Ángela Felguera y Cristina Menéndez. Pero, al contrario de lo que pudiera parecer, suegra y nuera no habían visto sus respectivos vestidos, querían mantener la intriga hasta el momento de verse ambas ya en el altar. Y eso que pasaron en el establecimiento la noche anterior (y los recién casados también su noche de bodas). Sisley se ocupó del maquillaje y peluquería de todas, con especial atención a la protagonista del día, que preparó meses antes su piel y su cabello en la Maison Sisley. Se logró en conjunto un maquillaje sofisticado y duradero. En cuanto a su pelo, se optó desde el principio por un semirrecogido con ondas, porque quería reconocerse a sí misma —no está acostumbrada a verse con moños— y sentirse cómoda el día de su boda.
Inspiración Audrey
Los invitados en sus respectivos bancos, Paloma y Javier en la puerta… Todo estaba listo para la llegada de Eugenia. Incluso estaba contemplado que se retrasara cinco minutos, el tiempo de rigor, como manda la tradición, pero no más. Fueron, sin embargo, 45 y hubo que acortar la ceremonia, puesto que había otra prevista después. Cuando se bajó del Mercedes clásico de los años 60 —de su amigo Nacho de Villota, de Coches Únicos— junto a su madre, que es médico de profesión, Eugenia sonreía mientras quedaba desvelado el secreto mejor guardado, su vestido, cuyo diseño había tenido tan claro desde el principio del proceso: de estilo Hollywood , como las divas de la época dorada, tomaba su inspiración de aquel de Givenchy que Audrey Hepburn convirtió en un icono en Desayuno con diamantes, aunque el gran lazo, tan de tendencia ahora, recordaba al de Marilyn en Los hombres las prefieren rubias, solo que aquel no caía formando la cola, lo más llamativo del diseño nupcial, realizado en gazar de seda natural con falda recta, escote halter y sin mangas. Al look no le faltaban ni los guantes, que fueron además un guiño a su suegra, Paloma, porque también los llevó el día de su boda, el 4 de octubre de 1990. Un vestido clásico y a la vez con el toque fashion de la gran lazada. Justo como había soñado Eugenia. Evidentemente, y pese a las especulaciones de los últimos días, no pretendía ser “una novia a la fuga” —ambos están muy enamorados y contaban los minutos para casarse, después de siete años de noviazgo—, ni mucho menos se le hubiera pasado por la cabeza llegar tan tarde a propósito a su propia boda, especialmente porque Eugenia es muy creyente y el momento del sacramento era para ella lo más preciado; tampoco, como hemos explicado, se trató de su recogido. Un inesperado problema técnico en el cosido de su vestido a última hora, cuando ya se estaba vistiendo, obligó a arreglarlo sobre la marcha. Algo totalmente involuntario que sucede hasta en las mejores pasarelas y que podría pasarle a cualquiera. Tampoco Javier estuvo nervioso pensando que su futura mujer le había dejado “plantado”; su preocupación era que no iba a poder leerse el salmo y mantuvo la calma en todo momento, saludó a los invitados y charló con su madre mientras esperaban.
“Yo estaba muy tranquilo —dice el novio—. He esperado siete años para casarme con ella, ¿qué son 45 minutos más? Creo que no hay ningún problema”
Nueve músicos
Cuando todo volvió a la normalidad, recorrió el pasillo del brazo de Paloma mientras sonaba la banda sonora de Interstellar , de Hans Zimmer, su película favorita, con la adaptación para la ocasión del grupo Alborada, que se ocupó también de la música en la boda de Tamara Falcó, del alcalde José Luis Martínez-Almeida y Teresa Urquijo y de las hijas del piloto Carlos Sainz. Los novios eligieron un ensamble de nueve músicos con un repertorio que incluía piano, violín, contrabajo, oboe, flauta travesera, clarinete, soprano, mezzosoprano y tenor.
Eugenia quiso llegar al altar del brazo de su madre, un pilar en su vida y en su relación con Javier. Por eso hubo dos madrinas, consuegras además y con una relación estupenda entre ambas. El elegante vestido de Julia era color rosa tenue, con falda plisada, silueta con hombreras y lazada al cuello. Lo completaba con un tocado de plumas y rejilla en el mismo tono del traje y piezas de la joyería Molina Cuevas.
Todos reunidos en la primera boda de la generación más joven de la familia García-Obregón, una nueva muestra de unión a la que seguirá, en junio, el enlace del primo de Javier, Juancho, y su novia, Cristina
Su hija fue una novia velada y siguió la tradición familiar de llevar algo regalado —el solitario que le entregó Javier al pedirle matrimonio, al que sumó la media alianza regalo de su madre el mismo año que se conocieron—, algo prestado —los espectaculares pendientes de brillante de Rabat— y algo azul —un pequeño zafiro en la parte interior de la alianza, que da también el toque personal y único a la joya—. Entró mientras sonaba el Canon de J. Pachelbel y su ramo estaba compuesto por rosas de jardín, rosas Leonora David Austin y rosas Purity. Del bouquet, así como de la decoración floral, se encargó Mercedes de Rada, de MdR Studio Floral. En la iglesia se optó por flores blancas, símbolo de pureza y por la sobriedad para no restarle importancia al rito. Por este motivo, solo se decoraron el sagrario y el altar mayor con hortensias, rosas blancas, rosas ramificadas, lysimachia y crisantemo maverick.
Entre la música que se escuchó y que hizo saltar las lágrimas varias veces destacaron Con te partiró (Contigo me iré), el Ave María, la Salve rociera y el Himno de España, un homenaje de su nieto a Antonio García, que tenía la medalla honorífica de la Guardia Civil y adoraba su país, como también los novios, “muy orgullosos de ser españoles”.
La celebración
Ya convertidos en marido y mujer y tras un beso de película a la salida de la iglesia al son de La vida es bella, Javi y Eugenia se dirigieron con sus invitados a la finca ‘El soto de Mónico’, a las afueras de Madrid, un impresionante enclave en plena naturaleza entre jardines de estilo mediterráneo. Allí, en un entorno mágico, una isla en mitad de pequeños lagos y estanques, se sirvió el cóctel con estaciones gastronómicas de diferentes nacionalidades, de especialidades asiáticas a italianas, amenizado por la música en vivo de Monisse, una cantante que la pareja descubrió hace tres veranos en Sancti Petri y que viajó desde Cádiz para estar con ellos en su gran día.
“Mí tía estaba muy emocionada”, nos dice Javier, ahijado de Ana Obregón, que no estuvo en la celebración: “Lo importante es que vino, nos acompañó, estuvo presente y con todos nosotros. Y estuvo sonriente en todo momento”
La temática de la boda fue la primavera y todo se preparó al milímetro, desde la decoración floral, que del blanco pasó al color, a toda la papelería, con maravillosas ilustraciones que corrieron a cargo de Marta Borreguero, de La papelería de tu boda: el misal, los dibujos del sitting plan , los nombres de flores de las mesas acompañados también por una ilustración, los menús ideales y un tarjetón con la frase “La magia de conectar y la suerte de coincidir”, que define la relación de los novios.
Mientras los asistentes comenzaban a ocupar las 21 mesas en la zona de la finca conocida como el Mirador, una construcción a modo de cabaña gigante con techo a dos aguas, acristalado y con unas increíbles vistas de la puesta de sol, Eugenia se cambió de vestido para su aparición estelar junto a Javier. Se trataba de un diseño muy actual palabra de honor, en crepé, con un corpiño sobre una base de camisa en seda natural, de corte midi hasta los tobillos y cola. Los novios entraron en la sala a ritmo de un remix de la canción de Ricchi e Poveri Será perché ti amo y fueron recibidos por todos aplaudiendo y agitando sus servilletas. Este fue el inicio de una velada repleta de anécdotas y sorpresas, risas y mucha diversión.
Del menú a los capitanes
Ocuparon la mesa central, de estilo imperio —el resto eran redondas—, junto a sus amigos y testigos, que tenía reservado el nombre de ‘Buganvilla’ porque es una flor que les encanta y les recuerda mucho a Galicia, una manera de tener también cerca esa parte de sus orígenes. En cada mesa dejaron una carta dirigida a uno de los comensales, que tras ser nombrado capitán de la misma, tenía el cometido de dar conversación, cerciorarse de que sus acompañantes disfrutaran y se divirtieran sin descanso.
Durante el banquete, para el que Eugenia se cambió de vestido, los novios repartieron varios ramos de novia y dieron la sorpresa a sus madres entregándoles uno también a ellas
El menú, que su amiga Ofelia Hentschel, finalista de MasterChef 9 les ayudó a elegir, consistió en salmorejo de cerezas con helado de queso Idiazábal, jarrete de lechal asado en su jugo infusionado con lemon grass y, de postre, tarta árabe de tres chocolates. Se vivieron también momentos muy emocionantes cuando Eugenia y Javier entregaron el ramo de novia a Julia y una réplica del mismo a Paloma, que no se lo esperaban, y con las que se fundieron en un gran abrazo. También dieron otros a su tía Mamen, que es muy importante para Eu, y a sus mejores amigas, Cristina y María. Y dejaron varios acompañados de cartas sobre las mesas de las varias parejas de próximos novios, como Juancho García-Obregón, que se casa en poco más de un mes.
La iluminación
Las lámparas estilo imperial chandelier con cristales, colocadas minuciosamente en el salón y en diferentes alturas, dieron al banquete un toque íntimo y mágico en los momentos especiales que se vivieron, como los discursos que corrieron a cargo de Enrique López, amigo de Javi, y Cristina Corominas, por parte de Eugenia.
Antes de la fiesta, Eugenia estrenó su tercer vestido nupcial y Paloma cambió el suyo por un diseño de Lola Casademunt by Maite, hecho especialmente para ella, en color rojo cereza
Fueron fabricadas expresamente para la ocasión por @blacklotus.show, la exclusiva marca de eventos a medida donde todo se hace y se crea en concreto para cada cliente y que entrevistó incluso a los novios para conocer sus gustos y aficiones y hacer de la discoteca un show inolvidable, donde los visuales, lo que se proyectaba en pantalla, estaba totalmente conectado con ellos. Pero antes llegaría otro de los momentos más esperados, aunque paradójicamente inesperado al mismo tiempo: el baile de los recién casados. Minutos antes, Eugenia se cambió de nuevo, esta vez eligió un diseño de tul bordado con flores de organza en 3D y detalles de cristal. Un traje del que se podía quitar la falda larga y transformarse así en el cuarto look de la boda, un minivestido de lo más moderno y actual para la música más movida después del vals. También Paloma Lago lució entonces su segundo vestido, una creación de Lola Casademunt by Maite diseñado especialmente para ella: color rojo cereza, era de corte asimétrico con capa de seda natural, parte superior forrada con tiras de tafetán moldeadas con procedimiento moulage, cut out en la parte central y drapeado de seda natural en cintura. La falda era de seda natural plisada a mano con mucho volumen.
Una gran fiesta
Y llegó la aparición de cine, con los recién casados bailando dentro de un increíble cono azul que iba hasta el techo mientras caían pompas de humo, creación también de @blacklotus.show. Eugenia y Javier se marcaron una performance en toda regla después de haber recibido en secreto clases de baile durante varias semanas. Primero con el tema Wrecking Ball (Midnite String Quartet) de Los Bridgerton, como si de los mismísimos duques de Hastings se tratara, incluso con un porté en el que Eu voló sujeta por Javi. Y acto seguido, sin descanso, cambiaron completamente el ritmo para marcar el inicio del fiestón con la movidísima Let’s Get Wild. El DJ @sensation_lou no dio tregua al ritmo entre luces de neón y pantallas. Además, contaron con Hora Loca para un espectáculo en vivo que animó la fiesta hasta el final, desde showmen vestidos con trajes de espejo a barras portátiles de chupitos, sombreros, diademas…
Abrieron el baile con una imagen de película envueltos en un cono azul de luz y sorprendieron con la coreografía que habían preparado al son de la música de Los Bridgerton
“Fue increíble. Quisieron convertir su día más especial en un auténtico festival y lo consiguieron, desde luego”, nos dice Paloma, encantada de que su hijo y su nuera se hubieran acordado de los pies de las señoras facilitando bailarinas doradas y plateadas. “Yo tengo visualizado a Javi con un sombrero de cowboy y a Eugenia con unas alas de ángel XXL , inmensas, batiéndolas y en volandas de los amigos”. Todavía hubo tiempo para la recena, con delicias como minihamburguesas clásicas con queso cheddar y cebolla caramelizada, perritos calientes con una variedad de toppings, conos de patatas fritas con salsas variadas, nachos con queso y guacamole y una selección de dulces en el Candy Bar y chocolate caliente y churros. Y eso que terminaron a medianoche. “Y ya es bastante, que habíamos empezado a las dos de la tarde”, aseguran entre risas los recién casados.