La escritora estadounidense Siri Hustvedt lamenta no haber podido anunciar la muerte de su marido, el novelista Paul Auster, fallecido el pasado 30 de abril rodeado de su familia en su hogar de Nueva York y en la habitación que más amaba: su biblioteca. "Fui ingenua, pero había imaginado que sería yo quien anunciara la muerte de mi marido, Paul Auster", comienza su escrito compartido con sus seguidores, donde señala lo triste que fue para ella encontrarse la noticia en Internet antes de poder escribir a sus allegados: "Incluso antes de que sacaran su cuerpo de nuestra casa, la noticia de su muerte ya circulaba en los medios y se habían publicado obituarios. Ni yo, ni nuestra hija, Sophie, ni nuestro yerno, Spencer, ni mis hermanas, a las que Paul amaba como si fueran las suyas y lo acompañaron en su muerte, tuvimos tiempo para asumir nuestra pérdida", lamenta. "Ninguno de nosotros pudo llamar o enviar correos electrónicos a nuestros seres queridos antes de que comenzaran los gritos por internet. Nos robaron esa dignidad. Desconozco la historia completa sobre cómo pasó, pero yo sé esto: está mal”.
La escritora de Todo cuanto amé y El verano sin hombres quiso hablar de la enfermedad de Paul Auster, que falleció de cáncer a los 77 años después de que varios tratamientos fracasaran. "Paul ya había tenido suficiente. Pero nunca, ni con palabras ni con gestos, dio muestras de autocompasión. Su coraje estoico y su humor hasta el final de su vida son un ejemplo para mí. Dijo varias veces que le gustaría morir contando un chiste. Le dije que eso era poco probable y él sonrió".
Paul Auster, autor de Ciudad de cristal, El palacio de la luna y Leviatán, escribió hasta el final de sus días. "Mi marido no tenía ordenador. Escribía a mano y mecanografiaba sus manuscritos en una máquina de escribir Olympia. En los últimos días de su vida, le escribía cartas a nuestro nieto, Miles. Su letra diminuta temblaba a consecuencia del tratamiento, y acabó con esa correspondencia hasta perder todas sus fuerzas. Nuestra asistente y querida amiga, Jen Dougherty, descifró los textos después de que yo los fotografiara y se los escribió. Quería que fuera su último libro. En un suspiro de determinación, logró terminar una carta y redondear su texto, pero el manuscrito no es largo. Con esa carta terminó su vida como escritor", cuenta con admiración.
Siri Hustvedt, galardonada con el Premio Princesa de Asturias de las Letras en 2019, ha querido culminar su carta más triste con la última frase de la última novela de Paul, Baumgartner (Seix Barral). "No fingiré que cuando me lo leyó no sentí la gravedad de su significado. Entonces estaba enfermo, sufría fiebre todas las tardes y, aunque todavía no se había hecho un diagnóstico de cáncer, tenía la poderosa sensación de que a él y a mí no nos quedaba mucho tiempo juntos", asegura. La frase decía así. El querido anciano de Paul ha tenido un accidente automovilístico: 'Y así, con el viento en la cara y la sangre aún goteando de la herida de su frente, nuestro héroe sale en busca de ayuda, y cuando llega a la primera casa y llama a la puerta, comienza el último capítulo de la saga. de S.T. Comienza Baumgartner'.
Siri Hustvedt y Paul Auster se enamoraron a principios de 1980 y se casaron en 1982. Cinco años después, se convirtieron en padres de Sophie, su única hija en común. El escritor, por su parte, tenía un hijo más mayor, Daniel, nacido durante su primer matrimonio con la escritora y traductora Lydia Davis, que fue hallado muerto en extrañas circunstancias seis meses después de la muerte de su hija, Ruby, de diez meses. La autopsia reveló que la pequeña murió a causa de una intoxicación aguda provocada por sobredosis de fentanilo y heroína. Se desconoce cómo la menor llegó a ingerir esas sustancias, pero la Policía culpó a Daniel Auster del fallecimiento de la niña. Un dramático suceso que se convirtió en una gran tragedia para toda la familia, que hoy llora la pérdida de uno de los novelistas más aclamados y exitosos de la literatura contemporánea.