Eugenia Gil Muñoz vive entre los nervios y la emoción los preparativos para su gran día. En tan solo unas horas dará el ‘sí quiero’ a Javier García-Obregón tras siete años de noviazgo y uno después de su compromiso durante un viaje a las islas Maldivas. Se ha ocupado de todos los detalles de la boda, un gran acontecimiento familiar ya que ella es hija única, Javier es el primogénito de Javier García-Obregón y único hijo de Paloma Lago, que pese a su separación en el año 2000 han mantenido siempre la cordialidad primando su bienestar; y también es el primer primo y sobrino de los García-Obregón que contrae matrimonio.
La novia se prepara en la suite de un hotel arropada por su madre y madrina, Julia, que es médico, y llegó de Galicia hace ya algunas semanas, y sus cuatro mejores amigas: María Barreras, Cristina Corominas, Ángela Felguera y Cristina Menéndez. En otra habitación, Paloma Lago también ultima los detalles de su look de madrina. Se ha organizado un brunch especial para que todas disfruten mientras el equipo de Sisley se encarga del maquillaje y peinados de todas.
Tanto Eugenia como Javier han primado a sus amigos más íntimos en su gran día, otorgándoles papeles muy especiales y cercanos a ellos: serán sus testigos en la ceremonia también y además con ellos se sentarán en la mesa presidencial en el banquete.
Hasta las doce, el vestido de la novia, que trabaja en una importante consultora estratégica como especialista en Recursos Humanos y ha comenzado a colaborar con algunas firmas a través de redes sociales, será el secreto mejor guardado. Será un diseño clásico, pero con un toque muy especial de AnmarGo y llevará joyas de Rabat. Y seguirá la tradición de llevar algo regalado, algo prestado y algo azul.
El pasado agosto, la pareja anunció su boda en ¡HOLA! y así nos contaban cómo se conocieron hace casi ocho años. “Es una historia divertida. Nos conocimos allá por 2016, yo estaba empezando tercero de carrera. Fue en la Fashion Night Out , a través de una amiga común. Un amigo de mi padre hacía un evento en su tienda y yo invité a esta amiga para que viniera con sus amigas y, entre ellas, estaba Eu”, aseguraba Javier.
“Hicimos un grupo de WhatsApp todos, para coordinarnos. Y de repente él me empezó a seguir en todas las redes sociales, así que pensé ‘interesado sí que parece’. Yo no lo conocía de nada, ni sabía quién era, ni qué hacía. Pero mi sorpresa es que cuando llegué al evento, ni me saludó, me pareció un borde. Pensé, bueno pues tachado totalmente. Y una semana después, me llama mi amiga en común para decirme que Andrea, uno de sus amigos que conocí esa noche, hacía una fiesta y que podía ir con amigas y que Javi había hecho hincapié en que yo fuera”.
“Lo que me pasó, la primera vez que la vi, es que me impactó tanto, que me entró hasta vergüenza y me quedé en blanco completamente. No pude ni saludarla, porque me encantaba”, explica Javier. “Esto fue como en septiembre. Y de repente Javi me dice que, a finales de año, se va Inglaterra a hacer un Erasmus de seis meses. Fue muy sincero conmigo. Decidimos entonces que eso estaba comenzando y que no queríamos una relación a distancia, dijimos ‘pues vamos a disfrutar hasta diciembre’. Y un mes antes de irse me dijo que estaba enamoradísimo de mí y que, si yo intentaba una relación a distancia, él me prometía que venía al menos una semana al mes a verme. Y lo cumplió. Y aquí estamos, siete años después”.