“I grew up in a place called Alcobendas, where this was not a very realistic dream”. En inglés, emocionada hasta las lágrimas, sujetando con las manos temblorosas el premio, mirando a su madre en el patio de butacas… Así entraba Penélope Cruz en la historia de los Oscar. Recordando sus orígenes y su vida de niña, cuando aquellas películas que devoraba en el vídeo Betamax alimentaban sus sueños infantiles. Así conoció los trabajos de Meryl Streep, Pedro Almodóvar, Al Pacino o Fernando Trueba. ¿Quién le iba a decir que algunos de ellos serían sus mentores y, hoy, grandes amigos? Aquella noche hollywoodiense, grabada en la retina de todos los que seguíamos la ceremonia de madrugada a este lado del Atlántico, aunque hayan pasado ya 15 años, la primera y única actriz española en lograr el hito también fue el paradigma del sueño americano.
Lo que parecía ciencia ficción en el sofá rojo de su hogar en Alcobendas se había hecho realidad ante el mundo. Esfuerzo, trabajo, tesón y mucha pasión en lo que hace. ¡Ah!, y no nos olvidemos de la humildad. Siempre la ha llevado a gala y es, probablemente, uno de los ingredientes principales de la receta del éxito que la mantiene en la cumbre. De aquella pequeña pizpireta de coletas y tardes de ballet con su hermana, Mónica —la danza la ayudó a canalizar una energía desbordante—, de deberes en la peluquería de su madre, de miles de planes y muchas ganas de crecer, a hoy, ha llovido mucho.
“Es algo enorme y bonito. Significa que estoy aquí y estoy sana, y es un motivo para hacer una fiesta”, decía la actriz recientemente sobre su 50 cumpleaños
Penélope cumple 50 espléndidos años en un momento profesional y vital muy especial, con nuevos proyectos —está rodando La novia de Frankenstein, a las órdenes de Maggie Gyllenhaal— y grandes retos que la están llevando a un nuevo nivel, como son la producción (a través de la productora que fundó, hace dos años, con nombre en honor a sus hijos, MoonLyon) y la dirección. Ya lo dijo claro hace poco: “Voy a dirigir, lo quiero y lo necesito”.
“La gente me pregunta sobre la edad desde que tenía veintitantos. Me molestó más entonces que ahora. Ahora tiene más sentido hablar de cumplir 50 años. Es algo enorme y bonito, y realmente quiero celebrarlo con todos mis amigos. Significa que estoy aquí y estoy sana, y es un motivo para hacer una fiesta”, decía recientemente en una entrevista en Elle.
“Esa jornada (la última de grabación de ‘Vicky Cristina Barcelona’) rodamos nuestro beso. Nos besamos y seguimos y seguimos, y cuando quisimos darnos cuenta, el equipo se había ido”
Con 18 recién cumplidos, Penélope se dio a conocer en el cine de la mano de Bigas Luna, con Jamón, jamón , y, poco tiempo después, con Belle époque, de Fernando Trueba. “Tuve mucha suerte de tener esa tarjeta de presentación, eran dos películas muy diferentes y muy buenas. Ahí empecé a hilar un rodaje con otro y, además, me fui a vivir a Nueva York para aprender inglés, porque yo había estudiado siempre francés. Y me costó, porque ya era más mayor, pero en esa época ya aposté por la interpretación, tomé este camino”, asegura en la misma entrevista la actriz, con más de setenta premios nacionales e internacionales (3 Goya, la copa Volpi de Venecia, el David de Donatello, la Palma de Cannes, el Bafta, el César...). Y cierto es que resulta difícil leer alguna en la que no se acuerde en algún momento de Bigas Luna —uno de los motivos por los que su hija se llama Luna—, Fernando Trueba y, por supuesto, Pedro Almodóvar.
Así es de agradecida con sus inicios y con los primeros directores que vieron algo especial en ella. Aunque después haya trabajado con Stephen Frears, Ridley Scott, Rob Marshall, Cameron Crowe o Woody Allen. Rodando a sus órdenes Vicky Cristina Barcelona , en 2007, se reencontró con Javier Bardem (al año siguiente, él ganaría el Oscar). Habían pasado 16 años desde el rodaje de Jamón, jamón, y aunque habían coincidido en algún otro proyecto, fue en ese momento cuando sus caminos se cruzaron. Pero grabaron hasta el último día sin que Javier se atreviera a confesarle sus sentimientos: “Esa jornada rodamos nuestro beso. Nos besamos y seguimos y seguimos, y cuando quisimos darnos cuenta, el equipo se había ido”.
La escena de aquel largo beso no se incluyó en la película, pero Woody Allen la conservó y “nos envió la secuencia como regalo de bodas”. Se casaron en julio de 2010, en Bahamas, y después llegaría el nacimiento de sus hijos, Leo, en 2011, y Luna, en 2013. Porque si algo ha sido el gran revulsivo en la vida de la actriz es la maternidad: “Desde que era una niña pequeña, sabía que quería tener hijos. Pero también sabía que los quería cuando fuera mayor. Quería esperar hasta sentir que estaba lista. Estaba segura de que sería lo más importante que haría en mi vida”.
Nacho Cano, al conocerla: “Le dije, no sé por qué ni cómo: ‘Tú vas a ser la actriz más importante del mundo’”