Tras pasar por quirófano - sufrió una caída y se lesionó la rodilla derecha, bajando una pista de difícil acceso-, Miguel Urdangarin se encuentra bien. Tal y como avanzábamos hace unos días, está con buen ánimo, aunque ahora tiene por delante meses de rehabilitación antes de acabar el curso de instructor, que estaba finalizando, y empezar sus estudios de posgrado, aunque durante este año ha seguido preparándose a distancia, a la vez que también hacía compañía a la infanta Cristina tras el divorcio.
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Miguel, que cumplirá 22 años el 30 de abril, estudió en la Universidad de Southampton, en el Centro Nacional de Oceanografía (NOCS), líder en investigación del océano y las Ciencias de la Tierra. Más allá de las aulas y los laboratorios experimentales, donde se exploran todas las formas de vida marina para abordar los desafíos ambientales, cuentan con un acuario con tanques para animales marinos y un barco equipado para realizar investigaciones costeras y de plataforma.
La propia universidad trabaja con centros de todo el mundo, por lo que es posible que opte por cambiar de país para continuar formándose, aunque también es posible que opte de nuevo por Gran Bretaña. Tiene muchas opciones para elegir en qué quiere especializarse y trabajar: investigación ambiental, conservación, gestión del hábitat, tecnologías innovadoras sobre soluciones climáticas positivas, desarrollo urbanístico —desde un parque temático a las soluciones arquitectónicas sostenibles—, pesca costera… Según nos cuentan, puede seguir los pasos de Cousteau, activista pionero de la conservación marina, pero sin descartar la gestión, que también le apasiona.
El ahijado del Rey es un crack en los estudios —el que mejores notas ha sacado siempre y al que mejor se le daban las asignaturas de ciencias—, pero también destaca en los deportes.
Además del esquí, le apasiona el windsurf, que ha seguido practicando en Southampton (sur de Inglaterra), la ciudad desde donde zarpó el barco Titanic en 1912, rumbo a Nueva York.
Al igual que sus hermanos tiene un físico imponente. El hijo menor de la infanta Cristina e Iñaki Urdangarin es muy alto, rubio y con ojos azules -ahora ya no lleva gafas-, y seguro que rompe muchos corazones, aunque no haya trascendido información sobre sus relaciones.