ana galocha© @anagalochaf

Hablamos con Ana Galocha, mujer de Davide Ancelotti: de su gran reto cumplido y su vida entre lienzos y color

Ha encontrado entre lienzos y pinceles una manera de expresarse y conectar consigo misma


15 de abril de 2024 - 16:13 CEST

Era algo que no se había atrevido a hacer hasta ahora porque le daba cierto vértigo y algo de miedo, pero finalmente  Ana Galocha  ha visto por primera vez sus cuadros expuestos en una galería de arte. La mujer de Davide Ancelotti, segundo entrenador del Real Madrid, es toda una caja de sorpresas que ha encontrado entre lienzos y pinceles una manera de expresarse y de conectar consigo misma… y con el público.

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© @anagalochaf

Ya contaba con miles de seguidores en sus redes sociales, donde comparte imágenes de sus cuadros y su proceso creativo, pero gracias a la exposición que ha protagonizado hace unas semanas en Oculto Hair Club, en Madrid, han podido conocerla muchas más personas.

Ana nos confiesa que su intención no es hacer de su arte un trabajo, quiere seguir pintando cuando la inspiración le llega -que nos dice que suele ser de noche-, como una terapia o una vía de escape, pero le gusta que sus cuadros se vean y transmitir a la gente sus pensamientos y su manera de sentir a través de sus pinturas llenas de color . Con ella hemos podido hablar una vez terminada su muestra y nos ha contado cómo ha sido la experiencia, cómo comenzó a pintar y cuáles son sus próximos retos.

-Ana, ¿cómo ha sido la exposición? ¿Cómo te has sentido al ver por primera ver tus cuadros expuestos?

-Al principio sentía mucho miedo. Aunque hoy en día en las redes sociales se puede ver mi trabajo y además, la gente te puede escribir y expresar sus opiniones, era un poco distinto. Era una sensación muy diferente exponer en una galería que colgarlo en Instagram. Y la verdad es que estoy súper contenta porque gente que no me conoce, que no son mis amigos, ni mis seguidores, ni sabe quién soy ha compartido la página de Oculto Hair Club con mis cuadros, grababan vídeos, hacían fotos e incluso me han llegado a decir que les encantaban. No se han vendido todos porque eran muy grandes y es más complicado, pero ha gustado mucho y eso era lo que me importaba, más que vender. Estoy súper contenta y feliz.

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© @carlosruizfotografo

-¿Es muy complicado llegar a exponer?

-Es complicado y fue un reto, que surgió de una forma muy curiosa. Uno de los dueños de Oculto Hair Club es el padre de una compañera del colegio de mis niños y me contó que el sitio es una galería y peluquería. Cuando le dije que pintaba, no me tomó muy en serio y cuando le enseñé lo que hacía, le gustó y me confesó que le sorprendió. A mí me habían propuesto exponer en otras galerías, pero no tenían mucho que ver con mi pintura. Una vez sí que me propusieron una que iba muy bien conmigo, pero me dio miedo. Sin embargo, esta vez me lancé, pero el gran reto vino porque yo no tenía los cuadros hechos aún.

-¿Los tuviste que hacer en poco tiempo?

-Querían que fueran de Mickey, porque me representa, y querían que fueran grandes. Yo tenía un lienzo ya montado para hacer un Mickey, pero me pidieron cuatro y tenían un mes. Entonces el reto no solo era hacerlos en ese periodo de tiempo, sino también crear una idea.

-Tenían que llevar tu esencia.

-Sí, tienes que inventar una historia detrás de los Mickey, que tuvieran un mensaje, que es lo que a mí me gusta.

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-¿Desde cuándo pintas? ¿Cómo empezaste?

-Desde que soy muy pequeñita. No recuerdo cuando empecé. Es algo que llevo en la sangre y no sé de quién lo he sacado porque en mi familia nadie pinta, pero lo llevo dentro desde que nací. Siempre me ha gustado y me ayuda a concentrarme. Ahora tengo la oportunidad de poder dedicarme más a ello gracias a Davide, claro. Antiguamente trabajaba mucho, con horarios complicados, dormía poco y no tenía tampoco. Era una época donde tampoco tenía ni la economía para comprar materiales. Así que estoy muy agradecida a Davide y ahora que llevamos más tiempo en Madrid -porque antes cambiábamos de país más o menos cada año y medio- me dedico más a ello.

-¿Madrid te está gustando?

-Es una maravilla. Yo amo Madrid. Yo vine a la ciudad con 20 años. Cuando conocí a Davide llevaba ya seis años aquí. Vine desde Sevilla a estudiar Arte Dramático y empecé a hacer varios trabajos, sobre todo como reportera. A mí me gusta mucho todo lo que tiene que ver con el arte o la creatividad. Yo conocí a Davide trabajando en una discoteca y luego me fui con él a todos los países en los que trabajó, pero puedo decir a día de hoy que conozco mejor Madrid que Sevilla.

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-Podría decirse que eres ya más madrileña que sevillana.

-Sí, es más, me tatué Madrid, pero se me borró. Lo tengo ya que casi ni se ve. Me gusta mucho Madrid, lo conozco bien, tengo muchos amigos aquí y la ciudad me ha dado muchas oportunidades. Aunque también me encantaría tener la oportunidad de vivir alguna vez en Sevilla capital, que yo soy de un pueblo. Pero en Madrid soy feliz, me siento en casa.

-¿Tienes alguna otra exposición a la vista?

De momento no, pero el día que bajé los cuadros de mi casa para que viniesen a recogerlos, un chico del despacho de abogados de al lado me preguntó por ellos y me dijo que tenía un amigo con una galería a la que le podrían encajar muy bien. Así que quizá tenga pronto otra porque los quiero mover un poco más.

-Es que parece que hasta que no expones en una galería la gente no se toma en serio el arte.

-Sí, es como si lo hicieras solo por hobby, pero eso no significa que seas mejor o peor.

-Exponer te da otra visibilidad.

-Sí, te ven con otros ojos. Aunque yo la pintura no la he querido vivir nunca como un trabajo. Es mi vía de escape, mi terapia. Si lo acabas convirtiendo en tu trabajo, a lo mejor es como que te obligas. No puedo pintar todos los días un cuadro, hace falta también la inspiración. Una cosa es que copiase cuadros, pero yo no copio, intento tener mi propia idea. Entonces, hay épocas que no tienes ganas o no te surge nada. Muchas veces me viene la inspiración cuando me voy a dormir y lo tengo que apuntar porque si no, luego se olvida.

© @carlosruizfotografo

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-¿Has dado clases para aprender diferentes técnicas?

-Yo hice Bachillerato Artístico y me di cuenta de que no me gustaba que me obligasen a pintar, con fechas, entregas y demás. Entonces, le cogí manía y no quise hacer Bellas Artes. Hice diseño gráfico y un montón de cosas, pero no Bellas Artes. Me hubiese venido bien porque hubiese ganado un poco de técnica, pero no lo hice. También te digo que el destino quería que me viniese a Madrid a hacer Arte Dramático. La pintura siempre ha sido para mí como algo secundario.

-¿Tienes ahora algún proyecto más relacionado con al arte?

-Ahora estoy con una botella de una marca inglesa de vinagre y aceite que se llama Spic’d. Hubo una serie con pequeños defectos en la pintura y no se podían vender, así que a la marca se le ocurrió contratar artistas que hiciesen una edición especial de esas botellas con estilo y su forma de pintar.