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Confesiones del Conde Spencer, hermano de Diana de Gales, tras la publicación de sus memorias, con las que ha conmocionado al Reino Unido

‘Mi hijo Louis tuvo que dejar la lectura sobre los abusos que sufrí, no podía soportarlo’, cuenta sobre cómo su familia se ha tomado su libro, ‘A Very Private School’


4 de abril de 2024 - 11:15 CEST

El hermano menor de la princesa Diana ha saltado a la primera línea de la actualidad en las últimas semanas tras revelar en sus memorias, tituladas A Very Private School, que fue víctima de abusos en su época de estudiante en uno de los internados más exclusivos de Inglaterra. En un desgarrador relato, el conde Spencer, de 59 años, detalla las agresiones físicas y sexuales que sufrió en el colegio Maidwell Hall, de Northamptonshire.

El libro ha causado una gran conmoción en Reino Unido y, a raíz de sus palabras, muchas personas han dado el valiente paso de contar experiencias similares. Sin embargo, para la familia de Charles Spencer no ha sido tan fácil y ha confesado que, para uno de sus hijos, Louis, de 30 años, ha sido muy duro: “Le enseñé un primer borrador y tuvo que dejar de leerlo porque tenía pesadillas. Así que dejó de leerlo, no podía soportarlo”.

“Ahora me doy cuenta de que tengo la suerte de haber recibido terapias y asesoramiento. Pero hay una parte de mí que ha muerto y no se puede recuperar”
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Arriba, de izquierda a derecha: Charles, con sus sobrinos Guillermo y Harry y el Rey Carlos, en el funeral de su hermana. Al lado, una imagen de su infancia con Diana y otra de 1985, con ella y Carlos de Inglaterra.

Padre de siete hijos y felizmente casado con su tercera esposa, Karen, de 51 años, el conde ha abierto ahora un debate nacional sobre la ética de separar a niños muy pequeños de sus familias y enviarlos a internados, tras sacar a la luz estos terribles abusos que padeció entre los ocho y los trece años. “Creo que los padres deberían pensárselo mucho antes de enviar lejos a sus hijos antes de los trece o catorce años. Como padres, tenemos que estar increíblemente atentos”, asegura. Y añade, refiriéndose a su caso en concreto: “Sinceramente, no creo que la mayoría de los padres que enviaron a sus hijos a Maidwell pensaran que iban a sufrir abusos sexuales o daños físicos, pero, aun así, estaban subcontratando para el cuidado de sus hijos a personas de las que no sabían nada”.

Fueron varios antiguos alumnos y amigos quienes instaron al periodista e historiador a que desenmascara lo que ocurría bajo el régimen del antiguo director John Alexander Hector Porch, conocido como Jack, que falleció en 2022, a los 95 años. “Hay un chico, al que no había visto en años, que me contó el impacto que supuso en su vida. Le violaron tres veces cuando tenía nueve años en el colegio. Y cuando, años después, su hijo cumplió esa misma edad, tuvo una crisis nerviosa. Me agarró y me dijo: “Tienes que contar nuestra historia”.

Tras las revelaciones del libro, el colegio Maidwell Hall no ha tardado en denunciar los hechos, que tacha de deleznables, y emitir un comunicado: “Es difícil leer sobre prácticas que, tristemente, a veces se creían normales y aceptables en aquella época. Casi todas las facetas de la vida escolar han evolucionado significativamente desde la década de 1970”. La escuela añadió que había remitido las alegaciones al “funcionario designado por la autoridad local” e instó a cualquier persona que hubiera vivido casos parecidos a denunciarlo a la Policía.

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Sobre estas líneas, la portada de ¡HOLA!, de septiembre de 1997, del conde en la casa familiar de Althorp, llena de flores tras la muerte de la princesa, que, abajo, posa en una imagen de 1986.

Un duro camino y muchas heridas abiertas

Cuando el conde Spencer confió a sus amigos que estaba escribiendo sobre sus años de abusos físicos, emocionales y sexuales, muchos le dijeron que podría ser una experiencia liberadora. Pero no fue hasta que terminó su desgarrador relato cuando empezó a sentir que el peso que había soportado durante más de medio siglo empezaba a desaparecer.

Pero el proceso ha sido doloroso. Hoy, el hermano de la princesa Diana admite que aquellos cinco años fueron un viaje ‘infernal’. “Estaba entrando en un lugar bastante oscuro. Un compañero de clase, al que no veía desde hacía 50 años, me dijo que había “dejado esa caja sellada durante las últimas cinco décadas”. Y, en cierto modo, yo había hecho lo mismo. Abrirla y recordar todo fue horro­roso”.

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Arriba, a la derecha, el conde Spencer con su mujer, Karen, y sus hijas gemelas, Amelia y Eliza.

‘No me sentía querido’

Las memorias cobraron vida propia a medida que más y más antiguos alumnos se sinceraban sobre los abusos sufridos. Por desgracia, fueron muchos los que vivieron este calvario siendo tan solo unos niños. “Muchos de nosotros dejamos Maidwell con demonios cosidos en las costuras de nuestras almas”, escribe. Y espera que el relato ayude a “cerrar el círculo” de las víctimas, algunas de las cuales todavía llevan las cicatrices físicas de las palizas.

El resultado del libro destapa el secreto que rodeaba a la escuela y detalla el brutal régimen de Maidwell en la década de 1970, bajo su “terrorífico y sádico” director John Alexander Hector Porch. Un personaje con dos caras que encantaba a los padres, los conquistaba con su humor y una fachada de buen hombre, pero luego era todo lo contrario. “Creo que es la astucia de un pervertido o un pedófilo, o lo que fuera”, dice Charles. De hecho, Porch gobernó de 1963 a 1978 con una vara de hierro y dos bastones, conocidos como The Flick y The Swish. Los chicos eran acosados, golpeados y desatendidos, mientras que los alumnos mayores eran captados para mantener relaciones sexuales con una empleada, una ‘pedófila voraz’ que abusaba del conde Spencer y otros chicos preadolescentes en sus dormitorios al caer la noche.

“Diana fue a otro internado. Cuando volvíamos a casa, nos poníamos manos a la obra para resucitar la infancia feliz que habíamos tenido”, dice sobre su hermana, a quien nunca confesó lo que estaba viviendo
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Sobre estas líneas, el conde Spencer tras la publicación de sus reveladoras memorias.

Su propia experiencia hizo que sintiera que no merecía el cariño de nadie ni sentirse querido, y contribuyó, en su opinión, a la ruptura de sus dos primeros matrimonios. Los recuerdos quedaron ‘grabados’ en su cerebro. “Creo que esos sombríos pensamientos habían estado revoloteando desde el día en que salí de aquel lugar. Nunca me ocupé de ellos”, admite. “Ahora me doy cuenta de que tengo la suerte de haber recibido terapias y asesoramiento. Pero hay una parte de mí que ha muerto y no se puede recuperar”, añade.

Nunca se lo contó a Diana

En las fotografías de la época que incluye el libro, se ve a un Charles con expresión seria, que llevaba dentro un gran dolor que no se atrevía a contar a nadie. “Si te enseño fotos mías de antes, yo siempre estaba riendo. Era un niño travieso y divertido”, señala.

A pesar de su estrecha relación con su hermana Diana, no podía confiarle su tormento: “Cuando yo tenía siete años y ella diez, Diana fue a su propio internado, un lugar feliz con una buena directora”, explica. “Te desconectas, había veces que no veía a Diana durante trece semanas. Cuando volvíamos a casa, nos poníamos manos a la obra para resucitar la infancia feliz que habíamos tenido”, dice Charles, explicando por qué no se lo había contado a su familia. Cuando recientemente se lo confesó a sus hermanas mayores, Sarah y Jane, dice que estas se quedaron ‘horrorizadas’.

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