Mariló Montero ha aprovechado sus vacaciones de Semana Santa para viajar a África, concretamente, a Tanzania, un país famoso por sus extensas zonas de fauna salvaje, perfectas para realizar un safari. Sin embargo, la periodista se ha interesado más por las personas que por los animales que habitan allí. Por eso, se ha adentrado en lugares totalmente alejados del turismo para conocer de primera mano cómo es su día a día. La experiencia ha sido tan enriquecedora que la periodista, de 58 años, ha vuelto a casa con ganas de seguir descubriendo el continente más poblado del mundo y a la vez el más desconocido.
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-¿Cuántos días has estado en Tanzania?
Mucho menos tiempo del que desearía ya que los compromisos que me atan a España no me permiten alargar mis permanencias en el extranjero. Siempre que viajo a África regreso con la sensación de que podría quedarme a vivir allí aportando en el desarrollo educativo infantil mientras escribiría novelas y ensayos sobre sus historias en una casita como la que describió en sus memorias Isak Dinesen.
- ¿Qué poblados has visitado exactamente?
Muchos que nos hemos encontrado en el trayecto base, desde Kilimanjaro hasta Serengeti. Me gusta improvisar las paradas en función de lo que nos vamos cruzando en el recorrido. Fui anotando Arusha, Kingarati, Kikatiti, Majietay, Atisbaba, Suajili, Meserani, Duka, Mbuyuni, Naiti, Mswakini, Ndovu, Manyara, Mto wa Mbu, Ngorongoro Angata, Magari… En Tanzania hay contabilizadas unas 120 tribus diferentes, aunque la Masái sea la más popular aun no siendo la mayoritaria. Tienen en común la atmósfera cultural africana basada en el subdesarrollo, la pobreza, pero digna pobreza, la ausencia del tiempo medido por relojes que tan solo se utilizan en las zonas donde el turismo les ha requerido una disciplina ajena a los ritmos naturales de aquella especial luz del sol.
- ¿Es la primera vez que viajas a África?
He ido varias veces y presumo que seguiré realizando más viajes puesto que es uno de mis continentes de preferencia y referencia inspiracional. Solo evito los países en conflicto puesto que veo innecesario volver a someterme a riesgos pasados. Al menos de momento. Nunca se sabe.
- ¿Has viajado con alguna ONG o por tu cuenta?
África es un destino al que es recomendable viajar de mano de personas autóctonas o que conozcan bien la tierra y sus normas. En esta ocasión he ido de viaje con unos amigos a los que también les interesaba realizar un safari que, siendo atractivo, a mí me resulta menos cautivador. Prefiero convivir con las personas antes que con los animales.
- ¿Qué es lo que más te ha gustado?
Indudablemente observar y convivir con las gentes de los diferentes poblados mencionados. Me dejo llevar por la observación de su forma de vida construida con endebles casas apoyadas, que no cimentadas, sobre tierras que se desmoronan a cada arremetida de las intensas lluvias y sigue sorprendiéndome que no hayan llegado más avances para ellos. Se sostienen bajo economías pobres como pobres proyectos habitacionales. Su sistema político, económico y social les tiene atrapados en el tiempo, que, por cierto, como algunos poblados ya disponen de teléfono móvil pueden compararse con el exterior al que ya acceden con cierta naturalidad. No obstante, la cultura de los Masái, por ejemplo, luce con una estética muy colorista cosa que desdibuja su realidad menesterosa. Construyen con una mezcla de barro y heces secas de vaca las pareces de sus chozas implantadas en laderas verdes en el mejor de los casos, o donde cada familia sabe distribuir tanto cada tienda, como el frágil cerco para controlar el número de vacas con las que basan su sistema económico y alimentario. La poligamia es otra cuestión que sigue sorprendiéndonos como algo que vulnera los derechos de la mujer, pero su religión, muchos musulmanes, es su forma de estructura familiar aceptada por las mujeres que asumen sus propias tradiciones fundamentadas en su religión y cultura.
- ¿Qué es lo que más te ha impresionado?
Quizá lo mismo que cuando visité por primera vez África: la ausencia del tiempo, la vulnerabilidad de su tierra y la firmeza de su carácter.
- Las fotos que has compartido no son fotos 'turísticas'. ¿Has visitado los lugares más típicos de Tanzania o has huido de ellos para centrarte únicamente en conocer cómo es realmente la vida de sus habitantes?
En esta ocasión he combinado los intereses del grupo. En mi anterior visita a Benín, a donde llevé mis hijos de la mano de la organización del Padre Ángel donde hay escuelas y atención a los niños, el interés fue únicamente para conocer el país y su gente tal y como es. Quería que mis hijos vivieran personalmente esa experiencia que marca nuestro carácter por los hechos vividos y las reflexiones asimiladas.
- Te hemos visto con un bebé en brazos y conversando con una mujer, ¿qué te han transmitido?
Cuando me metí caminando a ese poblado, Mto wa Mbu, vino una niña corriendo hacia mí. Se soltó de la mano de su madre con la que estaba en el terreno donde tenían el grifo comunitario y unas ollas, por denominarlas de alguna manera, preparando algo que no alcancé a desvelar. Me recibió con una amplia sonrisa de aparente felicidad, o de su auténtica felicidad. No me dio la sensación de que se sintieran desgraciados. Más al contrario: entiendo que ellas tenían interés por conocer a otras personas ajenas a su entorno familiar y vecinal. En el terreno donde se enclava su casa había otras, pocas mujeres, pero donde se entiende que es donde se cocina y se reúnen a charlar, a estar dejando pasar el tiempo entre un quehacer y otro. Los hombres y niños o están cultivando algo en la tierra, pastando con sus vacas y cabras, o vigilando que los pájaros nos devoren sus arrozales. Justina, que así es el nombre de la niña, tomó mi mano y nos abrazamos de manera natural, espontánea. Ella estaba feliz, y también yo, por recibir esa sensación de afecto libre y sin temores frente a una desconocida. Su madre me hablaba de la pequeña y respondía a mis inquietudes sobre su forma de vida. Veréis más cosas en mi IG ya que lo he distribuido por capítulos.
- Has vivido una Semana Santa muy diferente, ¿has echado de menos las procesiones o las celebraciones religiosas?
Durante más de veinte años he vivido religiosamente la semana Santa en Sevilla y tan intensos recuerdos me permiten darle al botón de la memoria para poder revivirlo. Pero, aprovecho esos días de descanso laboral para poder realizar viajes que me aportan vivencias necesarias para mi enriquecimiento personal y cultural.
- ¿Qué balance haces de este viaje?
Extraordinario. Siempre que viajo a África regreso con la sensación de haberme quedado allí y de tener la sensación de que debo regresar.
- ¿Volverás?
A África, siempre.