Horas antes de que partiese hacia Mónaco para disfrutar del Baile De la Rosa, donde acudió invitada del matrimonio formado por Francesca Franco e Íñigo López de la Osa, Ágatha se encontró con la publicación de una noticia poco agradable para ella: la orden de la Audiencia Nacional de la demolición de dos zonas de la finca que posee en el municipio mallorquín de Costa del Pins. Concretamente, la piscina y el embarcadero con acceso directo al mar Mediterráneo.
Ágatha explica a ¡HOLA! que esta guerra en los tribunales no ha terminado. “De momento, seguimos. Llamé a mi abogado para ver si seguíamos y sí”, nos explica la diseñadora, que parece estar más que acostumbrada a esta interminable disputa. “No te preocupes porque llevo 25 años con el disgustillo. Lo tengo asumido como parte de mi vida”, nos confiesa.
Para entender todo este conflicto hay que retroceder varias décadas en el tiempo. La villa fue construida en los años 50 por el escritor y académico Joaquín Calvo Sotelo, quien la vendió al periodista Pedro J. Ramírez en 1999 con los permisos correspondientes. Poco después, se aprobó la Ley de Costas que ponía en peligro el derecho privado de parte de la finca y un grupo de ecologistas emprendieron acciones legales para conseguir el paso público de servidumbre.
En 2001, Ágatha y su entonces marido emprendieron su batalla en los tribunales para seguir disfrutando de ella. Al divorciarse la diseñadora de Pedro J en 2018, la finca pasó a manos de ella, que es quien continúa luchando a día de hoy. No obstante, la titularidad de la finca la ostentan actualmente sus dos hijos, Tristán y Cósima, mientras que la diseñadora es su usufructuaria.
Pero parece que esta guerra no ha llegado a su fin, pese a las últimas noticias publicadas. “Siempre lo sacan cuando se acercaba el verano o la Semana Santa. Así llevamos años y años. Nunca lo han sacado en octubre o en noviembre, no”, nos cuenta Ágatha con cierta resignación. “Pero, en el Baile De la Rosa, no estaba pensando en eso”, nos asegura.