Las casualidades han marcado la vida de Irene Villa. Aunque no todas han sido buenas —más bien difíciles—, siempre ha afrontado el devenir del destino con una sonrisa y con el vitalismo que comparte con su madre. “De ella he heredado su entusiasmo por lo más pequeño, su alegría sin venir a cuento y sus ganas de apuntarse hasta a un bombardeo”, bromea Irene en referencia al terrible atentado terrorista que sufrió con su madre cuando ella tenía solo doce años. “Allá, por el año 91, sufrimos precisamente un ataque de una bomba y esta es una broma que gastamos. En lugar de odiar, llevar una vida dramática y adoptar un rol constante de víctima, decidimos orientarnos hacia un profundo agradecimiento, tanto hacia los médicos que nos reconstruyeron como hacia toda la gente que se volcó con nosotras y nos dio muchísimo cariño. Ese ha sido el motor de una vida, quizá, más intensa y profunda de lo que hubiera sido si no nos hubiera pasado aquello. El amor fue lo que nos curó”, añade la periodista y deportista de esquí adaptado.
Ahora, ese mismo amor sigue siendo el mejor combustible de Irene, aunque en la actualidad lo sienta de otra forma y con mayor intensidad. Todo gracias al coach David Serrato, al que conoció en septiembre de 2021, casi tres años después de separarse del piloto Juan Pablo Lauro, con quien estuvo casada diez años y tuvo a sus tres hijos. Irene ha encontrado en David a su “ángel sanador”. Con él, mantiene una relación sentimental que ansiaba tener y está viviendo un sueño que ha logrado cumplir tras mucho tiempo deseándolo.
“Nos casaremos el 21 de septiembre, en el monasterio de Santa María de la Vid. Está al lado de Burgo de Osma y es mágico”
“Recuerdo que, en la temporada de esquí de 2020-2021, le leí a una de mis compañeras la lista de lo que pedía en un hombre. Era una lista tan exhaustiva y exigente que mi compañera me contestó: “¡Ese hombre no existe!””, nos cuenta la deportista, que no tarda en seguir tirando de memoria: “Yo le contesté que sí, que existe y, como le va a encantar esquiar, se lo iba a presentar en la nieve”. Lo dije con una seguridad y rotundidad que hasta yo misma me sorprendí. En la siguiente temporada, en enero de 2022, David me acompañó a una carrera en Baqueira. Se lo presenté a mi compañera y ella no salía de su asombro”. Ahora, también rodeada de nieve, tras unos días entrenando en la estación de esquí de Sierra Nevada (Granada), Irene nos anuncia todos los detalles de su boda . Y al tiempo, nos lanza una gran lección: “Si no tiras la toalla y sigues creyendo en el amor, en la esperanza y en todo, la vida al final te recompensa”.
“Lo pedí, lo deseé y lo tengo”
—Irene, te vemos en una nube.
—David y yo estábamos predestinados. Al final, lo que pides llega a tu vida. Yo lo pedí, lo deseé y lo tengo.
—Tanto es así que os vais a casar este año.
—Efectivamente. Todo el mundo me dice que qué necesidad tengo de casarme y yo contesto que ninguna, porque, además, cada uno va a vivir en su casa. Pero, como yo lo celebro todo, me apetece casarme.
“Es muy gracioso, porque mi hijo Eric llamaba “Laví” a David. Por eso, cuando conocí el monasterio, le dije: “Este es el sitio”
—¿Cuándo será la boda?
—El 21 de septiembre de este año, en el monasterio de Santa María de la Vid, que está al lado de Burgo de Osma y es muy mágico. Es muy gracioso, porque mi hijo Eric —el pequeño de los tres— llamaba ‘Laví’ a David. Por eso, cuando conocí el monasterio, le dije: “Es el sitio”. Nos encanta su energía y la gente que lo lleva, los agustinos.
—Pese a todo, no será una boda religiosa.
—No, se celebrará en los exteriores. Pero el padre Ángel ya nos dio su bendición en julio del año pasado. El Papa Francisco ha aprobado oficialmente que los sacerdotes puedan dar una bendición a parejas en situación irregular.
—¿Será una boda familiar o quieres celebrarlo lo grande?
—Será muy familiar, bastante íntima. Habrá 150 invitados y unos 40 van a ser niños, porque quiero que haya muchos. También será lacrimógena, con cosas muy muy emocionantes. Va a cantar Cristina Serrato, la hermana de David, y también tendré al mejor saxofonista, Miguel Sueiras. Es el marido de Leire, la cantante de La Oreja de Van Gogh. Son muy lindos los dos.
—¿Qué nos puedes contar del vestido de novia?
— Tendrá mi esencia, no voy a estar disfrazada.
‘Los sueños se cumplen’
—¿Tus hijos tendrán algún papel especial?
—Por supuesto. Mis hijos son mis maestros. En mayo del año pasado, en el desfile inclusivo Ibiza Fashion Day, David me dijo, con lágrimas en los ojos, que quería formalizar nuestra situación por mis hijos. Me dijo que le he dado una familia con ellos y con la niña que vive conmigo a veces, que es la hija de la chica que me ayuda en casa. Ahí ya me puse a llorar. ¡Como para no hacerlo! Fue muy emocionante.
—Porque él no tiene hijos.
—No. Hice la lista de deseos para encontrar una pareja y pedí que no tuviera, porque todo se complica. Sé de lo que hablo.
“La boda será muy familiar, bastante íntima. Habrá 150 invitados y unos 40 van a ser niños”
—¿Qué ha significado que David entre en tu vida?
—Que los sueños se cumplen (ríe). Tiene todo lo que pedía. Mis amigas me preguntan que cómo lo he conseguido y yo les digo que hagan su lista, la pidan y confíen. Al final, la vida te da lo que tú eres. Yo también soy una persona abierta, amante de la naturaleza y el deporte… Siempre he tenido mucha paz interior, pero, al dedicarse David a mejorar la vida de la gente, me ayuda cuando tengo algún problema emocional, de gestión, de miedo, de la carrera, de mis hijos… Yo le llamo mi “ángel sanador”, porque me sana de todo lo que pueda tener.
—¿Ha marcado un antes y después en tu vida?
—Todas las parejas tienen un antes y un después, pero David me ha cambiado de una forma increíble: me ha dado una paz, un fluir y un saber que la vida es mucho más fácil… Además, con él, puedo ser yo. Puedo hacer el tonto y no importa. Me ama como soy, que era lo que yo quería. Que, de repente, alguien venga a colorear tu vida, a darte paz, a darte alegría… Me lleva a Soria, a ver las cascadas y ver correr el río Duero… Eso no lo había hecho en mi vida. Me ha enseñado cosas que yo en mi vida loca no disfrutaba o no apreciaba.
—Qué maravilla.
—Me ha enseñado a parar. David tiene un ritmo muy diferente al mío: yo soy la “cagaprisas” y él, la calma. Entonces, me ha enseñado a bajar mis exigencias, mi multitarea, el estar siempre contestando unos mails o trabajando. Mi vida siempre ha sido una gymkana, sin parar y siempre con retos, desafíos. Con él suelto amarras, me relajo, soy yo y disfruto de la vida, que tengo 45 años y ya toca. Además, esquía que te mueres, que a mí me encanta esquiar... Me ha tocado la lotería.
“Entre lágrimas, David me dijo que quería formalizar nuestra situación por mis hijos, que le he dado una familia con ellos. Me puse a llorar… ¡Como para no hacerlo!”
‘Tú en Soria y yo en Madrid’
—¿Cómo lleváis la relación a distancia?
—Hay días que mal, porque le echo mucho de menos. Mis hijos también me preguntan por él cuando no está. Pero vivir separados ayuda a valorar todavía más lo que tienes. David siempre dice que hay que echar de menos y no de más. Creo que es lo ideal para todas las parejas. Mi madre, que es una mujer práctica, también dice: “Cada uno en su casa y Dios en la de todos” (ríe). Que David viva en Soria me parece hasta una ventaja: nos echamos muchísimo de menos, pero los reencuentros son alucinantes.
—Y, a pesar de la distancia, queréis casaros.
—Sí, porque queremos celebrarlo todo. Al igual que yo, David ya estuvo casado e hizo una boda maravillosa, preciosísima. La mía también lo fue, así que si tenemos la oportunidad de vivirlo dos veces, ¿por qué no?
—¿Y después? ¿Seguirás viviendo en Madrid y él en Soria?
—David ha adaptado su casa para mí. Antes todo eran escaleras y, ahora, nuestra cama está en el salón. Además, me ha hecho un baño adaptado, la cocina… Pinta que voy a estar más tiempo en Soria de lo que pensaba (ríe). Pero me gusta mucho estar allí. Es una ciudad muy cómoda, chiquitita y me lo paso muy bien. Luego, allí desconecto y me siento libre.
—Cuéntanos tu historia con David. ¿Cómo os conocisteis?
—Fue en septiembre de 2021, en un evento de motivación, celebrado en un pueblo de Soria. Él superó un cáncer y ahora da charlas de una superación de la enfermedad, con vitalidad y mente positiva. También ayuda a gestionar las emociones. Allí, empezamos a hablar y me quedé prendada de su mirada, de sus ojos verdes. Luego, no podía dejar de tocarle. Se dio cuenta, pero ¡es que me gustó desde el minuto uno! (Ríe). Al día siguiente, me dio un beso. Fue todo muy bonito.
“Si David me hubiera llegado un pelín antes, por supuesto que tendría un hijo con él. Él dice que, si le dejo ayudarme con los míos, tendrá esa parte de la paternidad cubierta”
—Los dos sois unos luchadores.
—Sí. David ayuda, al igual que yo, a gente con discapacidad. Nos encanta motivar y ayudar en retiros por toda España… David es un sanador.
—¿Esperabas que llegase una persona así a estas altura de mi vida?
—Lo esperaba y lo deseaba. Seguí los consejos de mi amiga Paz Calap, como cuento en mi libro Los ochomiles de la vida, e hice una lista con las cualidades que deseaba en ese compañero de vida que estaba por venir: maduro, sensible, sensato, que amase el deporte, el esquí… Bastantes días, me repetía que tenía que conectar con un hombre así. Al final, lo que crees, lo creas. Esto es física cuántica, visualización creativa y diseñar la vida que tú quieres diseñar. Es coaching puro y duro.
—¿Así de fácil?
—Estuve tres años soltera. Y no he estado quieta. He conocido gente interesante, pero no era lo que yo quería. Entonces, empecé a centrarme en mi objetivo, que era encontrar un compañero de vida de una forma. Así, a esperar y decretar.
—¿Qué destacas del carácter de David?
—Su sentido del humor. Es muy divertido y me río mucho con él. También su tranquilidad. Es un hombre bueno y solo hay que verle la cara. Todo el mundo me habla de la cara de bueno tiene. Y, efectivamente, la cara es el espejo del alma. Es un hombre maravilloso que ayuda a todo el mundo. Cuando me lleva con su moto, voy dando gracias a Dios cada segundo. Si nos vamos a esquiar, no se cansa nunca el tío. Es un disfrutón, como yo. Soy muy feliz a su lado.
—¿Qué te gusta de su físico?
—¡Todo! (Ríe). Sus ojos, su boca, su cara, su cuerpo. Físicamente, me encanta como es.
“Que David viva en Soria y yo en Madrid hace valorar más lo que tengo. Hasta me parece una ventaja: nos echamos muchísimo de menos, pero los reencuentros son alucinantes”
—¿Y qué crees que le gusta a David de ti?
—Dice que yo tengo una manera de afrontar la vida y una estabilidad emocional que es raro de encontrar. Últimamente, estamos todos más para allá que para acá… (ríe). Y eso es así. David me dice: “Cuánto me alegro y qué afortunado me siento de tener al lado a una mujer sencilla, auténtica, sin altibajos emocionales…”. Eso lo valora mucho. Cuando hemos tenido un recorrido y parejas, uno busca lo que más necesita. Él necesita una mujer estable y sencilla… Y la ha encontrado (ríe).
La relación de David con sus hijos
—¿Cómo se lleva con tus hijos?
—Genial. Mis hijos le echan de menos cuando no está. Cuando viene, juegan con él al fútbol, al baloncesto, voleibol… Es un deportista nato y mis hijos, también. Yo digo en broma que su padre, José Miguel Serrato, es el Vicente del Bosque del voleibol: fue quien llevó el deporte a Soria y, como entrenador, convirtió al equipo de mujeres en campeonas del mundo. Lo que más me sorprendió fue la frase de mi hijo que conservo grabada en mi teléfono: “Ojalá David sea el novio de mamá”. Me confesó que se reía mucho con él y con sus trucos de magia.
—Tus hijos se lo pasarán en grande con David.
—Además, David se dedica profesionalmente a ayudara adolescentes en el deporte, a gestionar y mejorar sus vidas. ¡Imagínate la suerte para una madre, a veces, en apuros! (ríe). Fue todo muy fácil desde el primer día.
—Este año, tu hijo mayor, Carlos, cumple doce, que es la edad en la que tú sufriste el atentado terrorista. ¿Qué te dice ahora de todo lo que te ha pasado a ti?
—Mis hijos son conscientes desde el minuto uno de todo lo que me ha pasado y lo ven de una forma natural. Conocen a mis compañeras de esquí, que van en silla de ruedas… Hay gente amputada, sin un brazo, otra que no ve… No ven la discapacidad, lo ven normal. Mis hijos saben que, a los doce años, su madre dio un cambio su vida, pero también que la vida es una gymkana para todos. A unos les pasa una cosa y a otros, otra. Mis hijos saben que, en la vida, hay que ir superando etapas y dificultades. A lo mejor a una persona no le pasa algo tan gordo como lo mío, pero nadie está exento de perder a un ser querido, tener un accidente o pasar una enfermedad.
Sobre la relación del padre de sus hijos con la cantante Nuria Fergó, Irene nos dice: “Lo que quiero es que sean felices. Tenemos custodia compartida, así que, cuanto mejor les vaya a ellos, mejor les irá a mis hijos”
—David no tiene hijos, ¿está en vuestro planes el ampliar la familia? O, después de tres hijos, ¿ya siente has cumplido con la maternidad?
—¡No más hijos, que cumplo 46 en noviembre! (Ríe). Si David me hubiera llegado un pelín antes, por supuesto que tendría un hijo con él. Siempre le digo de broma que esos ojos no deberían quedarse sin descendencia. De hecho, cuando empezamos, se lo dije: “Estás a tiempo de irte con una joven porque esos ojos no se pueden quedar sin descendencia”.
—¿Qué respondió él?
—Que la que le gustaba era yo (ríe). Me contestó que, si me dejara ayudarme con los míos, tendría esa parte de la paternidad cubierta. ¡Casi me muero de amor!
—¿Cómo se lleva tu madre con David?
—Superbién. También con su madre y su padre. Es verdad que mi madre se lleva bien con todo el mundo, pero ha conectado con la familia de David como si fuera la suya. Son muy parecidos.
—Por último, querríamos preguntarte por el padre de tus hijos. Como sabrás, Juan Pablo Lauro también prepara su boda con Nuria Fergó.
—Les deseo toda la felicidad del mundo, porque cuidan a mis hijos igual que yo los cuido. Tenemos custodia compartida, así que, cuanto mejor les vaya a ellos, mejor les irá a mis hijos. Por eso, lo que quiero es que sean felices.
—Llevándote tan bien con el padre de tus hijos, no sé si le habrás invitado a tu boda.
—Nos llevamos muy bien, pero tanto como para invitarle… La relación que tenemos es por nuestros tres hijos, a los que amamos, adoramos y educamos en los mismos valores. Estamos en acuerdo en todo de la educación, que es lo único que nos importa.