“Estoy muy agradecida porque estoy teniendo la suerte de poder darme la oportunidad de trabajar por y en algo que realmente me hace muy feliz”, nos dice Isabella Ruiz de Rato. Era un sueño que acariciaba desde niña, conocer otros mundos, ser parte de las historias del cine, sumergirse en los personajes de películas, cómics y libros que devoraba con pasión y, por qué no… convertirse en ellos dándoles su alma y prestándoles su voz. Con el paso de los años, aquella idea infantil, lejos de desdibujarse, ha ido tomando fuerza hasta transformarse en un empeño. La hija de Patricia Rato y Juan Antonio Ruiz, Espartaco , abogada de profesión y también enamorada del derecho, descubrió su verdadera vocación con doce años en Inglaterra, pero es ahora cuando ha decidido apostar por lo que siempre deseó, ser actriz.
No es un mundo fácil, y es consciente, pero, con el mismo ahínco que siempre ha puesto en alcanzar sus metas —desde vivir en Shanghái tras ver, siendo pequeña, la tercera entrega de Piratas del Caribe, a obtener un doble máster en el IE y conseguir ser abogada asociada en Cuatrecasas—, lleva tiempo preparándose para dar este paso. Desde el Estudio Corazza, una de las escuelas de interpretación más prestigiosas de nuestro país, a una institución británica como la Royal Academy of Dramatic Arts (RADA) y cursos preparativos sobre distintas disciplinas de la interpretación en diferentes escuelas y centros. Hoy, por primera vez, nos habla del giro de su vida, un cambio de tercio para cumplir un sueño.
—Isabella, nos has sorprendido a todos con un giro de 180 grados hacia el mundo de la interpretación, ¿cómo ha sucedido?
—Desde muy pequeña me han gustado muchísimo las películas y los libros, también los cómics, y siempre andaba como en mi propio mundo. Cuando me fui a Inglaterra a estudiar, el primer grupo de amigas que tuve fue en el Drama School, que me divertía mucho y acabó apasionándome. Acabó por convertirse en mi “espacio seguro”. De hecho, cuando volví a España, durante aproximadamente un año, estuve dando clases en una escuela pequeñita de Sevilla porque mis padres vieron que me hacía feliz de verdad, aunque me dijeron: “Primero, Isa, estudia y esfuérzate…”. Y al final, y en principio, es lo que hice: estudiar y esforzarme muchísimo, terminar la carrera con resultados muy singulares, trabajar en varios países, asumir las responsabilidades que todo aquello requería...
—¿Y qué sucedió?
—Por inercia, vas siguiendo. El mundo del derecho, a nivel práctico y, sobre todo, introspectivo, y en relación con el trabajo en equipo es también muy gratificante, en el sentido de que estudias Historia, Sociología, Derecho Internacional… En cierto sentido, tiene muchísimo que ver también con las relaciones humanas, la expresión oral y el debate. El ideal ulterior de la abogacía, que es el de salvaguardar la justicia y los derechos de las personas, me parece muy alentador. Realmente, el poder dedicarme a contemplar esas cuestiones también me encantó, lo que pasa es que nunca abandoné la ilusión, por así decirlo, de vivir el cine y el teatro. Me iba muy bien laboralmente y me sentía muy afortunada, pero llegó un punto en el que pensé que realmente quería probarme y probar el mundo de la interpretación. Así empecé otra vez a ir a cursos, al principio, para ver cómo me sentía y funcionaba yo misma. Y, poco a poco, esos cursos cortitos empezaron a alargarse y al final dije: “Realmente esto no es solo que me guste, es que me llena y me hace feliz”. Todo lo que conlleva la interpretación es muy parecido a lo aprendido en relación con el Derecho en cuanto al estudio, pero además en la interpretación puedo y necesito vivir lo que leo, porque para interpretar tienes que meterte dentro de la obra de alguna manera.
“A mis padres les dije: ‘Realmente quiero intentarlo. Para para mí es un sueño y quiero darme la oportunidad’. Y me sorprendió. Los dos me contestaron: ‘Adelante’”
—Y a ti, además, siempre te ha encantado estudiar.
—Sí, me chifla. Yo digo coloquialmente que soy “una maruja de los porqués”, siempre estoy con libros, y como además me gusta el papel, siempre voy con mil cuadernitos, libritos…Me encanta y me hace muy feliz.
—Así que, en verdad, la vocación por la actuación la tienes desde niña.
—Desde muy pequeña, sí. Cuando empecé en Inglaterra tenía doce años. Creo que las cuestiones que nos atraen naturalmente tanto desde niños, al final, son las que nos acaban definiendo. No es algo que te hayas encontrado, que se te dé bien, que te guste… Son cuestiones que nos permiten ser nosotros mismos en esencia, y que, por tanto, nos hacen inmensamente felices.
‘¡Saltos por la calle!’
—¿Cuáles son los pasos que estás dando en el mundo de la interpretación? ¿Cómo te estás formando?
—Como te digo, empecé en cursos pequeñitos, bueno, ya venía de Inglaterra, donde estuve en coles desde los 12 hasta los 16. Antes había estado en Suiza, pero con el teatro empecé en Londres, en el internado en el que estaba. Y después, cuando ya estaba trabajando en el despacho, le pedí a una amiga mía, que había estado cuatro años en Cristina Rota, recomendaciones de profesores. Me habló de uno increíble, Roberto Cerdá, que justo estaba gestionando el Espacio de Actores. Hice la prueba para ver si podía encajar dentro del grupo, porque son reducidos, y empecé con él. Y me fue dirigiendo: “Isa, puede que sí. Tienes que ganar flexibilidad corporal, un poco más de presencia, mirar al público y olvidarte de ti”. Esos pasos los empecé a aprender con él. Luego me recomendó otra profesora, Vanessa Rasero, que daba también clases en el estudio Juan Codina; estuve con ella y la experiencia fue espectacular. Hice el curso regular que tenía entre semana. Y después de esto ya dije: “Voy a probarme, voy a intentarlo”.
—Te viste preparada para ir a por tu sueño.
—Estuve mirando las escuelas de Madrid que me habían recomendado y comencé a presentarme a los castings. Recuerdo que iba de las clases de Vanessa a las pruebas corriendo, porque la elasticidad que ganaba con ella en los ejercicios físicos era lo que luego me daba muchísima calma en las pruebas. Hice las pruebas en Corazza y coincidí además con el que luego fue mi director en el estudio, con una ilusión tremenda. A la semana me dijeron que contaban conmigo para el curso regular.
—¿Y cómo recibiste la noticia de que te aceptaban?
—¡Di saltos en la calle, literal! Porque, claro, se presenta muchísima gente, solo el primer día que fui había en la misma prueba 40 personas, tienes que prepararte muy bien los parlamentos, ensayar muchísimo con el cuerpo… Cuando me llamaron para decirme que contaban conmigo, volví a llamar después de colgar, porque no me lo creía: “Pero ¿seguro que contáis conmigo para el curso anual, hay plaza para mí?” —ríe—. Fue increíble.
—Debe ser muy emocionante ver cómo algo que sentías de niña se va haciendo real y, sobre todo, tus pasos te van confirmando que no ibas desencaminada.
—Y además, para mí también fue un pasito muy grande… Igualmente, a mi trayectoria en el mundo del derecho le agradezco muchísimo. Lo que más me sigue encantando es que te da la posibilidad también de estudiar y de curiosear mucho sobre el porqué de las cosas. Es una carrera y una disciplina que te exige estar constantemente preguntándote los porqués y actualizándote. Y creo realmente que tiene muchísimo que ver con una parte de la actuación.
En la misma línea, un actor tiene que estudiar muy bien el comportamiento humano, tiene que conocerse a sí mismo y probarse, debe saber muy bien por qué ocurren las cosas, por qué a uno mismo le surgen ciertos miedos, y aprender a superarlos. Creo que el estudio del Derecho y los horarios y la rigurosidad con la que hay que llevar a cabo la disciplina jurídica, me ha ayudado muchísimo a poder encaminarme en mi etapa de formación en la interpretación.
“Mi vocación por la actuación viene desde muy pequeña. Creo que las cuestiones que nos atraen naturalmente tanto desde niños, al final, son las que nos acaban definiendo”
—¿Cómo reaccionaron tus padres cuando les dijiste que querías dedicarte a la interpretación?
—Ellos me veían que empezaba con Roberto, me preguntaban y me decían “Muy bien”. Mi madre me llevó por primera vez cuando lo conocí, de hecho, me veía feliz y decía: “Tú sigue”. Le contaba a mi padre, se reía y me decía: “Isa, adelante. Si te gusta y te emociona tanto, adelante”. Cuando comencé con Vanessa fue como “Oye…que esto no es una cuestión de que vaya uno o dos días, que está todos los fines de semana, que si ahora tengo que ensayar, que si léeme esta separata…”. Y cuando les conté lo de Corazza me vieron muy segura e ilusionada los dos, y les dije: “Realmente quiero intentarlo. Hice las pruebas muy seriamente con intención de que me cogieran, pero para mí es un sueño y realmente quiero darme la oportunidad”. Y realmente, me sorprendió. Los dos me dijeron: “Adelante”.
—Vamos que te sorprendieron más ellos a ti que tú a ellos.
—Literal. Los padres nos ven crecer y saben cómo somos. Además, Corazza es una grandísima escuela en el sentido de que tienes unos horarios, tienes Historia del teatro, tienes Historia del arte, tienes movimiento, tienes interpretación, tienes canto. Yo me planté con los horarios, el plan de clases, etc… y les dije: “esto es lo que quiero hacer”. Y cuando vieron que era algo serio, que quería esforzarme y estudiar interpretación, ambos me dijeron. “Adelante”. Yo fui la primera que pensé: “¡Guau!”, no les sorprendió mucho y no los vi dudar mucho tampoco. Es verdad que después del “adelante, Isa”, siguió la conversación de: “Si lo haces, tiene que ser como nos estás diciendo. Las personas se forman toda la vida para poder transmitir lo que nos estás diciendo que tú quieres contar. Es un trabajo muy duro. No es fácil. Si lo haces así, fenomenal. Pero tienes que formarte y esforzarte en profundidad, si no olvídate”.
—¿Eres consciente de lo difícil que es abrirse paso en el mundo de la interpretación? ¿Estás preparada para abrazar la incertidumbre?
—Sí, soy consciente y hay muchísima gente con talento, puedo hablar de los compañeros con los que he coincidido, no solamente en Corazza, sino con los que he estado con Roberto, con Vanessa, en Central de Cine, con los compis que conocí en Rada (Royal Academy of Dramatic Arts), todos de diferentes países e interpretando en inglés. Incertidumbre hay, como en todo en la vida, pero como decía antes, mi sueño es poder seguir trabajando en ello y estoy muy agradecida por podarme la oportunidad de conseguirlo.
‘Fue espectacular’
—¿Cuáles son tus referentes en el cine, en teatro, en televisión?
—Hay miles, hay tanta gente con talento y casi todo aquel que está en este mundo aporta cosas. Pero, por decirte algún ejemplo, Emma Stone, Natalie Portman, vas creciendo con Meryl Streep… Por ejemplo, la veía en El Diablo viste de Prada y me impresionaba su mirada. Luego, pues Belén Cuesta en Paquita Salas; más recientemente, Laia Costa en Cinco lobitos me parece bestial, y la directora Alauda Ruiz de Azúa se llevó también el Goya. Me chifla Saoirse Ronan, a la que descubrí siendo muy pequeña en Expiación . Fui a verla con mi madre y, siendo muy fan de Keira Knightley, que me encantaba por su acento y la seguía en Piratas del Caribe, me sorprendió Saoirse Ronan, siendo muy pequeña.
—Hablando de Emma Stone, la ganadora del Oscar, ¿has visto Pobres Criaturas?
—Si, es precisamente la última película que he visto en el cine. Es muy fácil ser fan de Emma Stone, la ves en películas desde adolescente desde La La Land… y ya en Pobres criaturas, te mueres. Es una lección de interpretación lo que hace, la mirada, la expresión corporal…Una de las cosas que dicen a los actores es: “No caigas jamás en juzgar ni al personaje, ni al resto de personajes, ni en juzgarte a ti cuando eres personaje”. Y ella no tiene ningún tipo de pudor en ese sentido, es completamente libre.
—Recientemente, debutaste en la alfombra roja del Festival de Málaga, rodeada de personalidades del cine y la televisión, ¿cómo te sentiste?
—Fue espectacular y me encantó. Fui con muchos nervios, pero allí me sentí tranquila y muy acompañada. Era un ambiente en el que todo el mundo estaba celebrando el trabajo y me gustó verlo de esa manera también. Lo acabé encontrando como algo mucho más familiar de lo que me esperaba. La intención era no solamente aparecer yo, sino compartir, ver cómo era aquello y cómo realmente puedes llegar a ser tú misma en un evento así.
“A mi trayectoria en el mundo del derecho le agradezco muchísimo. Me iba muy bien laboralmente, pero llegó un punto en el que quería probarme y probar el mundo de la interpretación”
—Cuando no estás habituada, ese paso por la alfombra no es fácil.
—Me dio muchísima vergüenza y la verdad que agradezco un montón a mis compis, al equipo de la agencia con la que iba, a la marca, porque estaban todos animándome y fueron maravillosos. Esta ha sido la primera vez que me he atrevido a ir a un evento de cine, ya en relación con la formación y lo que estoy haciendo ahora. La intención era no solamente aparecer yo, sino compartir, ver cómo era aquello y cómo realmente puedes llegar a ser tú misma en un evento así.
—¿Qué más inquietudes tienes? Como joven mujer del siglo XXI, ¿en qué te implicas?
—Me encanta el arte. Me chifla ir al Prado por las tardes. Es verdad que no salgo de la primera planta porque tengo una obsesión con Rubens —ríe—. Sigo todo lo que está relacionado con el cambio climático por el impacto que tiene en la naturaleza, también todo lo que tiene que ver con la utilización de las tierras y me gusta mucho la vida rural, todo lo que tiene que ver con la importancia de que los jóvenes tengan salidas y no se vayan, la calidad de vida que hay en ese contexto… De otro lado, por el tema del derecho, he tenido la oportunidad de estar más en contacto con la parte de la educación en general. Es muy importante que las personas que tienen la suerte y el privilegio de tener una educación la hagan llegar a todas aquellas que igual no se lo pueden permitir de una manera más tranquila.
—Hasta aquí, hasta este momento, hoy ¿Estás contenta con lo que has logrado?
—Sí, estoy muy contenta en el sentido de que considero que es una suerte y un privilegio poder estar donde estoy. Estoy muy feliz y precisamente por eso tengo que seguir trabajando para conseguir cosas y valorar esa suerte que tengo.Tu lema podría ser algo así como: “Todo lo que merece la pena requiere un esfuerzo”.
—¿Cuánto esfuerzo sueles poner en las cosas y a qué has renunciado para hacer realidad tus sueños?
—No se trata tanto de esfuerzo, como de poner el 100 % de ti. Los proyectos que he acabado emprendiendo, tanto personal como laboralmente, han sido por una cuestión también muy emocional, muy sentimental, tanto en la esfera de la interpretación, por supuesto, como en la jurídica. Creo que siempre intento dar de mí el 100 % y cuando lo haces, ya no es un esfuerzo, porque la inercia te va llevando.
—¿Cómo te definirías a ti misma?
—Me definiría como una soñadora con los pies en la tierra. De hecho, por el tema de los libros, de los cómics, de las pelis, en casa siempre me dicen: “Isa, estás en tu mundo”. Pero, en los libros, el hito del héroe siempre conlleva una misión. Así que sí, estoy soñando, pero al mismo tiempo dándole vueltas para ver qué tengo que hacer para seguir en las nubes.
—¿Continúas viviendo en Londres?
—No, ahora vivo en Madrid. En Londres estuve cuando era más peque y más tarde, por motivos laborales, estuve trabajando allí. Y luego durante un tiempo fui bastante de visita, porque tenía amigos, lo tenía todo hecho allí. Llegó un momento en que pensé que laboralmente también quería estar un tiempo en España, después además me metí en Corazza y eso conlleva estar presente. Me encanta viajar, es una suerte tener la oportunidad de trabajar con y conocer a gente de diferentes culturas, pero ahora estoy muy contenta y feliz de estar en España, también porque estoy haciendo algo que me gusta y me llena mucho.
—De ti se puede decir que eres una ciudadana del mundo, ya que has vivido en distintas ciudades aquí en Europa y hasta en Shanghai ¿qué te llevó a esta última? ¿Es verdad que decidiste que irías tras ver una película?
—Sí, literalmente, mi experiencia vital en Asía ha sido determinante. Mi curiosidad por el continente, se despertó por primera vez tras ver la película “Los Piratas del Caribe”. Recuerdo perfectamente que fui al cine con mi madre y mi hermana a verla, era la tercera, “En el fin del mundo”, y se desarrollaba en Asia, en China. Saliendo de la sala, en las escaleras mecánicas dije: “Mamá, yo algún día voy a vivir en China”. Y esto es igual que la vocación por la interpretación, me persiguió hasta el punto que cuando llegó el momento de ir a la Universidad, la escogí porque era la única que tenía un convenio con China. En ese momento, era algo difícil y muy arriesgado. Todo lo que he acabado haciendo personal y laboralmente son cuestiones que vienen de la infancia. Son cosas que tiene mucho que ver con las vibes que sientes y no sabes por qué. Igualmente, el haber podido estudiar en una universidad local de allí y trabajar tanto, con personas tan culturalmente dispares y asumiendo responsabilidades desde una edad muy temprana, hacen que siga sintiendo esa experiencia como un regalo muy definitorio en relación con lo que soy hoy. La perspectiva comparativa cultural y laboral entre Oriente y Occidente es fascinante.
—Parece que eres la más inquieta de los tres hermanos, ¿es así?
—Los tres somos muy inquietos a nuestra manera. Somos todos muy de jugar, nos encanta la naturaleza, nuestros padres han hecho siempre por que jugáramos mucho fuera con los animales. De hecho, es una gozada cuando estamos los tres porque nos montamos unos planes geniales. Todavía seguimos jugando como niños, no sé cómo lo hago, pero siempre que estamos en el campo acabo con el pelo lleno de barro.
—Tenéis buena relación los hermanos.
—Es increíble. Para mí, ellos son de lo más importante en mi vida y no puedo más que darles las gracias a mis padres por habérmelos dado de alguna manera.
Enamorada de mi sobrina
—¿Y ahora ejerces de ‘tita’ de su sobrina, Ginebra?
—Totalmente. Estoy enamorada de mi sobrina, y no solo yo, toda la casa. Es muy graciosa, porque de verdad que tiene su esencia. Ella es ella, pero, en ocasiones, cuando sonríe, no puedo evitar ver a mi hermana en pequeñito. Entonces es como tener la oportunidad de cuidar a mi hermana mayor, pero en pequeñito —ríe—. Pretendo mimarla un montón, además, tengo que decirlo, se lo pasa bomba conmigo.
—Una película que pueda definir la relación que tienes con tu madre y tu hermana, Ale… ¿Sigues pensando que sois ‘las tres mosqueteras’?
—Siempre hemos sido ‘las tres mosqueteras’, pero ahora también hay que contar con la pequeña, ya somos cuatro. Yo te diría entonces que como unas Mujercitas , pero, además, unas mujercitas superdivertidas, y la pequeña es la que mejor se lo pasa.
—¿A quién crees que te pareces más, a tu padre o a tu madre, físicamente y en la forma de ser?
—Todos tenemos nuestra esencia, pero me gusta pensar que tengo cosas buenas y malas de los dos. Me encanta que me reconozcan en ambas y me hace la misma gracia tanto sin son buenas como malas cuando me lo dicen. Pienso: “¡Mira, qué suerte!”. Ellos son mi mayor ejemplo y siempre han intentado educarme en el amor. Cada vez que me dicen cualquier cosa de ellos, yo resurjo.
“Me gusta pensar que tengo cosas buenas y malas tanto de mi padre como de mi madre. Me encanta que me reconozcan en ambas. Cada vez que me dicen cualquier cosa de ellos, yo resurjo”
—Eres deportista, practicas esgrima, escalada…Lo fácil no va contigo.
—Eso me dicen mis padres —ríe—. Los pobrecitos siempre están: “Isa, siempre tienes que subirte al árbol más alto, ¿de verdad?”. Y además lo dicen con causa desde pequeña, porque escalaba hasta el punto que me hice una casita en el árbol y alguna vez, evidentemente, me he caído. Luego, pasé al barranquismo. Y he de decirte que he convencido en alguna ocasión a mi padre y a mi madre para que me acompañaran. Les ha tocado a los pobres… pero ellos con los neoprenos, yo, saltando de pared en pared. Además juego al tenis, que es un deporte más tranquilo. Me chifla montar a caballo, también porque montamos todos juntos, y eso es una gozada y una cosa que disfruto muchísimo, y ahora más, ya que a mi hermano, Juan, también le encanta esquiar y todos los años busco tres o cuatro días para irnos juntos. Nos lo pasamos genial.
—¿Te has presentado ya algún casting?
—Sí, me he presentado desde el primer momento sin saber en exceso y vas ganando tablas también. Nos presentamos constantemente para absolutamente todo. En algunos te cogen, en otros no. Y es verdad que es difícil y en ocasiones te cogen en el que no te esperabas, y viceversa. A mí me ha ayudado mucho, cuando estás trabajando en algo y tienes una inseguridad, pensar: “Oye, que yo esto no lo hago para mí, lo tengo que hacer para quien viva la historia enfrente”. Es una cosa que nos dicen mucho en Corazza: no hay que perder de vista que trabajas para el público, no lo haces para ti. Hay veces que tienes ups and downs, pero la teoría es esa.
—Eres una persona que domina los idiomas. ¿Te ves trabajando fuera de España?
—Sí, por supuesto, sin duda, si el trabajo lo requiere. Es una suerte haber estudiado y poder expresarte y compartir en otros idiomas.
—Con todas las cosas que haces, ¿queda tiempo para la diversión? ¿Qué te gusta hacer para evadirte?
—Trato de organizarme y ser muy rigurosa conmigo misma en relación con los horarios para tener también tiempo de relax, de divertirme y evadirme. Es importante tanto en el trabajo jurídico como en la interpretación. Cillian Murphy, un actor que me encanta, decía: “Para ser un buen actor tienes que vivir, hacer cosas y tienes que sentir”. Soy una persona que, para evadirse, siempre tiene un libro o un cómic en la mano, me los llevo a todas partes. Y todos los días me obligo, pero porque lo disfruto, a caminar. Lo hago sin cascos, sencillamente, porque me gusta caminar y observar a la gente.
—¿Dónde te ves dentro de cinco años? Y, sobre todo, ¿dónde te gustaría verte?
—Por esto de abrazar la incertidumbre y, además, también abrazar la suerte que tengo, dentro de cinco años me gustaría verme en un sitio donde pudiera ser feliz. No uno físico concreto, pero sí en algún lugar en el que pudiera ser yo, ser feliz y estar con las personas a las que quiero.
“Me definiría como una soñadora con los pies en la tierra. Soy una persona que para evadirse siempre tiene un libro o un cómic en la mano, me los llevo a todas partes”