Si hay un apellido que, tan pronto oírlo, trae los viajes y la aventura a la mente, ese es el apellido de la Quadra-Salcedo. El de Miguel y ahora su hija Sol, cuyo parecido con su padre es innegable. Arquitecta, experta en diseño y gestión del paisaje y divulgadora científica, es la mediana de los tres hijos del mítico reportero y ha encontrado en la fotografía de naturaleza su gran pasión, es la creadora de la Academia de Expedicionarios Científicos Ilustrados para niños, aparece en Aquí la Tierra y ha puesto en marcha el proyecto Viaje al centro del origen, en el que el conocimiento científico-creativo, la naturaleza y la historia se entrecruzan para aprender a “mirar” un mundo regido por “valores humanos” muy distintos a los que hoy nos rigen.
—Estarás acostumbrada a empezar las entrevistas hablando de tu padre, ¿emprendiste este viaje por él?
—Sí. Todo lo que hago y por lo que lo hago es por seguir el espíritu de mi padre, el también lo hizo y mis hijos lo harán.
—Él nos dejó hace ocho años. Tú perdiste un padre, ¿qué perdimos los demás?
—Yo creo que, por un lado, hemos perdido un personaje que seguiría sorprendiéndonos con las cosas que se le ocurrían y hacía, era un visionario. Por otra parte, cuando voy a la compra o a cualquier sitio donde tengo que pagar y ven mi apellido, me miran y me dicen con ilusión: “¡Hombre, De la Quadra-Salcedo!”. La gente no ha olvidado a mi padre y creo que lo ha conseguido por esa generosidad que tenía. Con su marcha, perdimos a una persona, pero ganamos a un ser inmortal.
—Está claro que era muy conocido por los españoles, pero ¿cómo era en casa, lejos de las cámaras?
—Pues creo que igual que delante: siempre estudiando con sus libros y su historia. Estaba totalmente entregado a inspirar a los demás. A veces le decía: “Oye, papá, qué a mi no me haces caso”. Pero ahora lo valoras todo. Era un padre extraordinario y lo echo de menos una barbaridad.
—¿Qué te gustaba hacer con él?
—A mí me encantaba escuchar las historias de sus viajes y como olía su maleta al abrirla. Era como un cofre de olores y te preguntabas: “¿De qué mundo ha venido?”. También me encantaba estar con él y que me subiera a sus hombros.
—¿Y con los nietos cómo era?
—Su primer nieto es mi hijo, Alvar, y la verdad es que tenían una unión brutal. Yo le pregunto cosas a mi hijo que mi padre le contaba más a él que a nosotros. No sé si es porque estaba más preparado para escucharle, pero se adoraban y tenían una relación impresionante.