Cuando Diego Botín-Sanz de Sautuola tan solo era un niño y observaba navegar los barcos de vela por la Bahía de Santander, supo que él, en el futuro, quería ser regatista olímpico. Miembro de una de las sagas de banqueros más importantes de nuestro país, pero también de grandes aficionados a la vela, pudo hacer realidad su sueño cuando, con siete años, ingresó en el Centro de Alto Rendimiento de Vela Príncipe Felipe de Santander. Este fue el comienzo de una meteórica carrera que, a sus 30 años, le ha llevado a representar a España en los Juegos Olímpicos como regatista de 49er en Río de Janeiro y, más tarde, en Tokio; y que este verano hace que las quinielas le sitúen como uno de los favoritos de los Juegos Olímpicos de París.
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Nieto del banquero Jaime Botín de Sautuola, quien fuera presidente de Bankinter y vicepresidente del Banco de Santander, con quien comparte su pasión por la vela; Diego es además sobrino de Marcelino Botín, uno de los más reputados diseñadores de barcos del mundo. Su padre, Gonzalo Botín, es armador, por lo que entre ellos existe una complicidad especial e intercambian impresiones siempre que comparten tiempo juntos, ya que Diego también está inmerso en Sail GP, una competición apodada “la Fórmula 1 del mar”, y que le deja poco tiempo libre fuera del agua.
—Acabas de lograr el bronce en el Campeonato del Mundo como regatista de la clase 49er, el pasado domingo 10 de marzo en Lanzarote. ¿Qué sensaciones tienes?
—Ha sido un campeonato duro para nosotros. No conseguimos comenzar en los primeros puestos, pero sí remontar, por lo que el sabor que nos queda es agridulce. Al final logramos alcanzar el pódium con una medalla de bronce que, frente a una flota de tanto nivel mundial, nos da confianza de cara a los Juegos Olímpicos.
“Cuando me subí por primera vez en un barco, ya sabía que eso era lo que quería hacer en la vida”, confiesa
—En los Juegos Olímpicos de Río, quedaste en un noveno puesto; en los de Tokio conseguiste un cuarto lugar… Ahora, en los de París, ¿te sientes más cerca todavía de la medalla?
—Lo que haremos será tratar de maximizar nuestras opciones. Esto se consigue trabajando y utilizando la experiencia de ciclos finalizados, para que los errores que tuvimos en Juegos Olímpicos pasados se conviertan en aciertos en los próximos.
—¿Participar en los Juegos Olímpicos es para ti un sueño hecho en realidad?
—Para mí ha sido un sueño desde que tenía seis o siete años, cuando veía a los regatistas olímpicos entrenar en Santander. Fue una suerte vivir en Santander, que era donde el equipo olímpico español entrenaba, porque me hizo verlos trabajar y conocer el camino que había que seguir para llegar a ello. Desde entonces, ese ha sido mi objetivo. Representar a tu país en un escenario como los Juegos Olímpicos es un placer, un honor y una responsabilidad.
—Si ganaras una medalla en los Juegos Olímpicos de París, ¿a quién se la dedicarías?
—Llegar a conseguir una medalla olímpica no lo haces solo, hay muchas personas que han influido en mi progreso y en el del equipo. Pero los que han estado ahí desde el principio, impulsándome para que comenzara, llevándome a entrenar desde que era pequeño y han supuesto un apoyo incondicional han sido mis padres, así que se la dedicaría a ellos.
“Si ganara una medalla olímpica, se la dedicaría a mis padres. Ellos son los que han estado ahí desde el principio, impulsándome para que comenzara, llevándome a entrenar desde que era pequeño y han supuesto un apoyo incondicional”
—Aunque naciste en Madrid, vives desde pequeño en Santander. Un recuerdo importante de tu infancia es cuando salías a navegar con tu padre por la bahía… ¿Desde que tienes uso de memoria te ha gustado el mar?
—Vivir en Santander ha facilitado que, desde siempre, me llamara la atención el mar. Por supuesto me ha influenciado que mi padre es un apasionado de los barcos. Recuerdo que en la época en la que yo me iniciaba, mi padre navegaba en solitario en unos barcos pequeños, yo veía a los niños navegar en su Optimist y me quería unir. Lo tenía tan claro que, cuando me subí por primera vez a un barco, ya sabía que aquello era lo que quería hacer en la vida.
—Y con siete años ya entras a formar parte del Centro de Alto Rendimiento de Vela Príncipe Felipe de Santander…
—Sí. Tengo muy buenos recuerdos de esa época; además de compañeros, hice grandes amigos gracias a Rubén, nuestro entrenador. Los valores que nos inculcó y lo que conseguimos juntos en el Optimist fue increíble.
“Los Juegos Olímpicos siempre han sido mi objetivo. Representar a tu país en un escenario como ese es un placer, un honor y una responsabilidad”
—Comenzaste a estudiar Administración y Dirección de Empresas. Lo dejaste para dar a tu vida un enfoque académico también relacionado con temas náuticos…
—Después de acabar el Bachillerato, mi objetivo siempre fue prepararme lo mejor posible para los Juegos Olímpicos y para hacer una carrera en el mundo de la vela. Empecé estudiando Administración y Dirección de Empresas. Sentía que me podría ayudar en el futuro. Pero cuando empecé, vi que no iba alineado con mi objetivo de ser el mejor regatista posible. Pensé que hacer unos cursos de diseño de barcos y entender un poco más la parte científica de la vela me iba a aportar más, y así fue.
—Te preguntan mucho por un apellido tan conocido y vinculado a la banca como el tuyo?
—Ahora ya no. Al principio me preguntaban mucho más. Ahora apenas me preguntan.
—Esa pasión por el mar se puede decir que, en parte, te viene de familia. ¿Tu padre te da consejos como armador?
—Lo que hacemos uno y otro es muy diferente, así que nos preguntamos el uno al otro, más que darnos consejos.
—Tu tío Marcelino es uno de los más reputados diseñadores de barcos internacionales. ¿Os admiráis mutuamente?
—Lo que más admiro de mi tío son las horas de trabajo que ha invertido para llegar donde está. Yo pasaba mucho tiempo en su casa siendo niño, porque tiene un hijo de mi edad, y recuerdo que él no salía de su estudio en todo el día, siempre estaba trabajando. Le admiro muchísimo.
—Tu abuelo es conocido por ser banquero, pero también le gusta navegar…
—Sí, mi abuelo es un apasionado de la vela, pero él siempre ha hecho su vida en el ámbito de los bancos. Cuando nos vemos, siempre me hace preguntas en las que se nota que le gusta y, por supuesto, sigue con interés mi trayectoria.
—¿Cuál es el mejor recuerdo que tienes navegando?
—Hay muchos muy buenos, pero la mayor descarga de adrenalina momentánea que he tenido es probablemente el ganar el Gran Premio de Los Ángeles este año, en Sail GP. Veníamos de una época muy difícil y conseguir esa victoria fue una sensación increíble. Pero lo más importante es el camino que haces hasta llegar ahí y lo que haces como persona.
—¿Te consideras una persona afortunada?
—Me considero afortunado por haber conseguido hacer de mi pasión mi profesión. Va dentro de mí, pero todavía no tengo el sentimiento de haber llegado donde quiero, espero seguir cosechando éxitos.