Cristina Lazarraga ha vivido rodeada de motos de agua desde pequeña. Desde entonces, empezó a competir contra hombres, la única posibilidad en el aquel momento. Sin embargo, y pese a las diferencias físicas, con 31 años, ya ha ha recorrido la práctica totalidad de competiciones del mundo, llegando a ser campeona de Europa Jetcross y subcampeona del Mundo IJSBA en 2019, título que repitió dos años después.
Cuando consideró que había cumplido con sus objetivos y teniendo claro que 2021 sería su último año subida a una moto acuática como profesional, sufrió un grave accidente en una carrera que le dejó ocho costillas rotas y un neumotórax en el pulmón. Tras siete meses de recuperación, precisamente, cuando pudo volver, le surgió la oportunidad de presentar su candidatura como piloto de la E1, la Fórmula E de lanchas eléctricas, en aquel entonces aún proyecto. Ahora, casi dos años después, ha arrancado en Arabía Saudí con la primera de las ocho carreras por todo el planeta en la escudería de Rafa Nadal, con la que consiguió un meritorio tercer puesto.
Cristina es madrileña, tiene 31 años y ha vivido rodeadada de motos de agua toda su vida
-¿Cómo ha sido tu debut en la E1 Series?
-Pues la verdad es que hemos tenido un buen debut. La primera carrera se celebró en Arabia Saudí y la experiencia ha sido maravillosa. No sólo por el tercer puesto del podio que hemos conseguido sino por las tres semanas que pasamos allí. Cuando vas a una prueba, sueles estar normalmente cuatro o cinco días como mucho, pero, en esta ocasión, hemos estado casi un mes y hemos podido compartir mucho tiempo con los ingenieros y el resto de equipos de la E1.
-¿Qué fue lo que te atrajo del formato?
-He de reconocer que, antes del comienzo de la competición, no tenía muy claro cómo iba a funcionar y si le iba a divertir a la gente y a nosotros mismos. Y sí, la verdad es que me ha parecido súperdivertido. Estoy totalmente convencida de que este deporte va a generar mucho fanatismo, sobre todo porque se ha creado pensando principalmente en los espectadores.
-¿Cómo llegaste al equipo de Rafa Nadal?
-Yo venía ya del mundo de la competición de mar, concretamente de las motos de agua, y, cuando pusieron en marcha este proyecto, abrieron una academia donde nos llevaron a pilotos de diferentes disciplinas para darnos unas normas básicas de competición con estos barcos y también para probarlos. Después de diez días en la academia, empecé a hacer entrevistas con algunos de los equipos que se habían interesado en mí, aunque, cuando me enteré que Nadal tenía su propia escudería, me fijé el objetivo de formar parte de ella. Y no sólo por ser española, sino porque para mí Rafa es un ejemplo en todos los sentidos.
Es un mundo que he mamado desde que era una niña y, desde que tengo uso de razón, soñaba con poder competir algún día en él
-¿De dónde viene tu pasión por las motonáutica? ¿Cómo te iniciaste en este mundo?
-Desde pequeñita he estado rodeada de motos de agua porque mi padre competía cuando era joven y yo le acompañaba a las carreras. Así que se puede decir que es un mundo que he mamado desde que era una niña y, desde que tengo uso de razón, soñaba con poder competir algún día en él. Eso sí, no pude hacerlo hasta que terminé la universidad, porque en mi casa siempre les dio mucho miedo que pudiera competir con hombres y, por otra parte, los estudios siempre fueron una prioridad.
-Tu padre fue uno de tus apoyos fundamentales para comenzar tu carrera. ¿Qué papel tiene él ahora?
-Ahora ejerce exclusivamente el papel de padre y, junto a mi madre, el de mi gran fan (risas), aunque fue mi mejor apoyo en las motos de agua, no solamente como entrenador sino también económicamente.
Mi padre fue mi mejor apoyo en las motos de agua, no solamente como entrenador sino también económicamente
-¿Cuándo y cómo recuerdas tu primera toma de contacto con las motos de agua?
-Pues mira, recuerdo que cuando tenía tres años me regalaron una moto de campo y, respecto a las de agua, es que yo he nacido en las carreras, como quien dice, así que me subí ya a una siendo muy pequeñita también.
-¿Y cómo viviste el paso a la competición?
-A mí, cuando empecé a competir, me llamó la atención la poca presencia que había de mujeres, algo habitual en el mundo del motor, aunque cada vez menos. Después, cuando me fui adentrando más en este mundo, fui viendo que realmente en toda Europa sí éramos muchas.
-¿A ti te fue difícil abrirte paso en un mundo tradicionalmente masculino? ¿Oíste muchas veces eso de “esto no es para mujeres”?
-No tanto. Es más, yo creo que he tenido una buena acogida dentro de lo que cabe. Obviamente he escuchado comentarios, porque siempre hay un machista por ahí, pero han sido muy puntuales.
-¿Los hombres se han acostumbrado a que los supere una mujer?
-A ver…hay un poco de todo. Las primeras veces les parece como raro, ¿no? Y, en ese momento, siempre escuchas el típico comentario de: ¿pero qué moto lleva? Que puedan pensar que he quedado delante por factores externos, sí que me duele. Y mucho. Lo he vivido yo y cualquier mujer que está en el mundo del motor. Pero en líneas generales he recibido apoyo. Por otra parte, también he escuchado en alguna ocasión el comentario de por qué seguía compitiendo en la categoría de hombres cuando había conseguido poner en marcha la de mujeres. Es otro debate, pero, si lo he hecho, es porque por suerte he tenido nivel para estar arriba en ambas categorías y bien orgullosa que estoy de ello.
-¿Cómo te definirías?
-Como una mujer persistente. Muy persistente.
Cuando empecé a competir, me llamó la atención la poca presencia que había de mujeres, algo habitual en el mundo del motor, aunque cada vez menos
-¿Y qué es lo mejor y peor en la vida de un piloto de competición como tú?
-¡Uf…! Yo creo que somos un poco insaciables y esa presión y autoexigencia desemboca en muchas cosas, por ejemplo en la ansiedad. Además, la competición hace que te pierdas una gran cantidad de eventos, tanto familiares como de amigos. En contrapartida, la satisfacción que te produce alcanzar tus objetivos después de intentarlo una y otra vez es muy grande.
-¿Compaginas los entrenamientos con el trabajo?
-Sí. Yo hice un triple grado de Periodismo, Publicidad y Comunicación Audiovisual y ahora me dedico estrictamente a mis redes sociales, en las que meto contenido de motor. Enseño coches, motos y hablo de experiencias de motor… Me va bien y me divierto mucho, así que estoy contenta con esa otra parte de mi vida.
-¿Y cómo haces para compaginar el deporte con tu vida personal?
-Al final vas haciendo amigos que tienen los mismos hobbies que tú, así que cuando no estamos escalando, estamos haciendo una ruta en moto o estamos buceando.
Sufrí un accidente en el 2022, en el que me rompí ocho costillas y sufrí un neumotórax, Me cayó una moto de agua encima. Sé, por tanto, cuáles son los riesgos a los que me enfrentó cuando me meto en el agua, pero es parte de este juego.
-La gente piensa que en el agua no pasa nada, pero también hay caídas y accidentes.
-Claro. Yo sufrí un accidente en el 2022, en el que me rompí ocho costillas y sufrí un neumotórax. Me cayó una moto de agua encima. Sé, por tanto, cuáles son los riesgos a los que me enfrentó cuando me meto en el agua, pero es parte de este juego.
-¿Cómo se combate el miedo? ¿Hay alguna forma?
-Es que va a estar ahí siempre, porque cada vez que salimos al agua nos ponemos en riesgo. Así que si el miedo no te hace estar a tope de tus capacidades o correr como deberías, entonces quizás haya llegado el momento de plantearte cosas. En mi caso no estoy en ese punto. Yo tengo un miedo normal, o, mejor dicho, un respeto que no me impide competir al máximo nivel.
-¿Eres una piloto supersticiosa? ¿Tienes alguna manía en especial justo antes de una carrera?
-No, la verdad es que cada día y cada carrera es un mundo. Lo que me gusta mucho es escuchar música para motivarme, Más allá de eso, no hago otra cosa.
-Te has planteado alguna vez dejar las motos por falta de recursos, motivación o patrocinadores? Porque supongo que habrá habido momentos duros.
-Muchísimas veces, pero te aseguro que es muy difícil salir de la de la rueda.