Manuel Díaz 'El Cordobés' (55 años) fue el protagonista del programa de La Sexta El camino a casa, conducido por Albert Espinosa, y volvió a pasear por las calles de Córdoba donde se crió. El extorero recordó lo dura que fue su infancia, marcada por los aprietos económicos. Muy sincero, ha contado lo difícil que fue esa época para él, una etapa de su vida en la que sufrió muchas carencias afectivas. Un relato duro de su niñez: "pasé por varios colegios y estuve en un internado en Toledo". E incluso se llegó a enfrentar con una profesora "porque le tiraba a mi hermano de las orejas".
El año que ha marcado un antes y un después en la vida de Manuel Díaz 'El Cordobés'
"Hice la comunión yo solo"
El hijo de Manuel Benítez ha echado la vista atrás y ha compartido cómo fue el día de su comunión. Su madre no lo estaba pasando bien. El aprieto económico era una realidad. Y ahora, en esta entrega del programa, al pasar por la Iglesia de la Inmaculada, los recuerdos del maestro han venido a su cabeza: "Me vine solo y comulgué. Le pregunté al sacerdote: 'Ya he hecho la comunión, ¿no?'. Me dijo: 'Pues sí, tú ya has hecho la comunión, hijo'. Llegué a mi casa y dije: 'Mamá, ya he hecho la comunión. Ya no te preocupes, que no hay que comprar traje ni nada, que la hice solo'. Todo lo que un niño podía hacer para ayudar a su madre, que estaba sola en la crianza de sus hijos.
Crecer con la ausencia de su padre
Aunque el extorero recuerda su infancia con la ausencia de su padre, de niño, siempre lo tuvo presente: "Lo vi un par de veces en mi vida". Ahora, una vez producido el reencuentro entre padre e hijo, Manuel abre su corazón: "Creo que ha sido una necesidad vital, pero no solo para mí como hijo, también para mi padre como padre. No solamente encontré a un padre, mi padre encontró a un hijo también". Tras el tiempo perdido entre ambos el diestro reconoce que son muy parecidos: "Hablamos el mismo idioma, nos gusta lo mismo".
El reencuentro
Aunque llevaba toda la vida esperando el reencuentro con su padre, cuando finalmente ocurrió no fue del todo fácil que pensó, y así lo describe: "Durante 50 años, he tenido a un niño que no era capaz de salir. Cuando estuve con él salió porque ese niño le estaba pidiendo a él que le diera un abrazo". Todo cambió cuando Manuel Díaz se decidió a darle una última oportunidad a esa relación padre-hijo que hasta entonces no había sucedido. "En mi mente ya había desistido. Lo acepté incluso. Pero un día, estaba en la finca de un amigo en la que casualmente se veía también la finca de mi padre desde la distancia. Le pregunté a mi amigo: hay que ver que a mi padre le han operado y no sé cómo está realmente".
Fue entonces cuando confesó que le gustaría saber cómo estaba. "Me preguntó si quería que llamásemos y le dije que sí. En ese momento, fue cuando mi corazón me dijo: 'Inténtalo otra vez'", ha explicado. "Llamé a ese número, me puse a hablar con María Ángeles, con su compañera, y le pregunté por él. Se quedó con mi número y me mandó un mensaje de audio. Me dijo: “Hijo, estoy bien. Gracias por haber llamado”. A raíz de ahí, el maestro dijo en público: “Mi hijo ya tiene mi teléfono, que me llame cuando lo necesite”. En ese momento tomé las riendas de ese acercamiento y empecé a hacerlo posible". Y explicó que ese día "se puso malo después de estar con él".
Su primer trabajo
Manuel Díaz volvió al lavadero de coches que fue su primer trabajo cuando apenas tenía 15 años, y con el sentido del humor que le caracteriza le contó a Espinosa que lo que recuerda con más alegría era la propina que le dejaban los clientes. Aquel primer empleo nunca caerá en su olvido ya que fue allí donde recibió la llamada en la que le dijeron: 'Oye, ¿tú quieres torear?'. Y yo dije: 'Toma el trapo, ahora vengo'. Y he vuelto ahora. ¡Pero he vuelto!", explicó el diestro muy divertido. También ha añadido que se hizo torero por "lo mucho que se ligaba".