Basta un instante para que toda tu vida se vuelva del revés y creas que nada volverá a ser como antes. A Beatriz Satrústegui el mundo se le paró cuando su marido, Fernando Vega de Seoane, se quedó parapléjico a consecuencia del dramático accidente que sufrió el 22 de enero de 2022, mientras esquiaba en Baqueira Beret. Tras varios meses entre hospitales, el empresario, que en ese momento tenía 47 años, decidió compartir su lucha en redes sociales y se convirtió en un ejemplo de valentía y superación para sus seguidores, que hoy ya son casi 40.000.
“Mi primera reacción, y yo fui la primera sorprendida, fue de bastante calma y serenidad. Desde el primer momento, fui consciente de la gravedad, no tuve falsas esperanzas”, admite Beatriz
Si la vida te da limones, pide tequila es el inspirador título del libro en el que cuenta su historia, cuya portada está ilustrada con una fotografía del autor junto a su mujer, todo un gesto del importante papel que Beatriz ha jugado en la recuperación de Fernando. Profesora de Humanidades, hace unos años decidió fundar su propia empresa, enfocada en alcanzar el crecimiento personal a través de la cultura. De su faceta emprendedora y de cómo se enfrentó a la tragedia que cambió su vida nos habla en este reportaje, en el que posa, impresionante, con Casilda, la segunda de sus cinco hijos.
—Beatriz, eres profesora de Humanidades, coach cultural y te encanta conocer y difundir todo lo relacionado con el arte y la cultura… ¿Cómo puedes describirnos tu trabajo? ¿Con qué perfil te sientes más identificada?
—Me siento muy cómoda describiendo mi actividad profesional dentro del perfil de profesora, porque con solo una palabra se explica mucho de lo que hago. Realmente, utilizo el arte, la historia y la cultura para llegar al desarrollo personal. El conocimiento es fundamental para tener espíritu crítico. Y un juicio bien formado es la esencia de la toma de decisiones. La vida se construye por miles de decisiones que vamos tomando cada día, desde las más insignificantes a las más serias. Actualmente, mis alumnos son personas adultas, de ámbitos muy variados, que eligen voluntariamente seguir formándose. Me resulta apasionante despertar la curiosidad, compartir reflexiones de diferentes temas con mis alumnos y comentar aspectos de la vida actual a través del arte y de la historia. En definitiva, no puedo desligar mi perfil profesional del personal. En mi caso concreto y por cómo entiendo mi trabajo, las humanidades y el conocimiento son vitales para el crecimiento personal... el mío y el de mis alumnos.
—¿Por eso creaste Be Your Best? ¿En qué consiste?
—Be Your Best es un proyecto cultural que inicié en 2016, después de muchos años en el ámbito educativo, mientras desarrollaba mi carrera en la dirección de colegios. Percibí que había una brecha y sed de cultura en personas a partir de los 35-40 años. Me propuse crear un programa que ayudara a cubrir esta carencia, utilizando un método de aprendizaje relacional. Es decir, abarcar la historia del mundo occidental desde sus inicios hasta hoy, relacionando los diferentes ámbitos de las humanidades en cada una de las etapas por las que ha pasado el hombre.
—¿Cómo has compaginado tu carrera profesional con la crianza de tus cinco hijos? ¿Has tenido que superar muchos obstáculos?
—¡Igual que todas las madres del mundo! Tengo a mi favor que todos los años que me he dedicado a la educación en el colegio, compartía en gran medida el horario de mis hijos. Pero, por otro lado, he tenido en contra no vivir en Madrid y los constantes viajes de trabajo de mi marido. Pero una familia es tan exigente como gratificante. Con esfuerzo y actitud todo sale adelante.
—Hace dos años, tu marido sufrió un terrible accidente que le cambió radicalmente la vida… ¿Cuál fue tu primera reacción?
—Mi primera reacción, y yo he sido la primera sorprendida, fue de bastante calma y serenidad. Desde el primer momento fui consciente de la gravedad, no he tenido falsas esperanzas. Seguramente por eso he tratado de mantener la misma actitud, confiando en que todo esto tiene que tener un sentido mayor.
—¿La vida te prepara para esto?
—Creo que sí. Cuando miras atrás y analizas las cosas con perspectiva, todo cobra un nuevo sentido.
—¿Cómo te sobrepones a un golpe tan duro?
—Pensando primero en tu marido y en tus hijos, sin olvidarte de ti.
—¿Cómo ha cambiado vuestro día a día?
—En cuanto a movilidad se refiere, en muchas cosas, a peor. La silla cambia tu vida, quitándote o dificultándote algunas cosas. Pero todo, desde lo más bonito a lo más feo, tiene un revés. Así que si atendemos a lo que de verdad importa, todo sigue igual o en proceso de mejora.
—Dijiste que la silla de Fernando vino con un pan debajo del brazo… ¿Esa es la gran lección?
—Esa es la lección de cualquier situación que se convierte en un punto de inflexión en tu vida… Cuando la situación es especialmente difícil, creo que es importante incorporar una actitud especialmente generosa, de apertura, para ser capaz de ver más allá y no quedarte en la oscuridad de la cercanía.
—¿Cómo gestionas el miedo? Si tus hijos quieren ir a esquiar, ¿no tienes ningún problema?
—El miedo llevo gestionándolo muchos años, y más desde que tengo hijos. Creo que es paralizante y por eso hay que trabajarlo desde el principio, cuando aparece en las cosas más pequeñas. No me considero una persona miedosa ahora mismo. Y en cuanto al esquí y tantas otras cosas, me parece que mis hijos deben seguir haciendo su vida con normalidad y prudencia. Y si esquiar les gusta, adelante.
“La silla cambia tu vida, quitándote o dificultándote algunas cosas. Pero si atendemos a lo que de verdad importa, todo sigue igual que antes o en proceso de mejora”
—¿Ejerces de psicóloga con tu marido?
—A veces, y él conmigo.
—¿Y con tus hijos?
—También. Esto va de hacer equipo.
—Fernando es un gran ejemplo de superación a través de Instagram y su libro es toda una inspiración. ¿De qué manera le has ayudado a lograr este éxito?
—Él dice que le he ayudado mucho pero, sinceramente, creo que el mérito es suyo.
‘No hemos vivido un drama’
Casilda es la segunda de los cinco hijos de Beatriz y Fernando. Tiene 22 años y está cursando Administración y Dirección de Empresas en Londres, estudios que compagina con sus primeros trabajos. Su aspiración es crear su propia empresa algún día, “pero soy consciente de que ser empresario es asumir una gran responsabilidad, tiene muchas luces y sombras. Admiro mucho la iniciativa y la determinación de los emprendedores como mi padre... Veremos a ver si soy yo una de ellas”.
—¿Qué es lo que más admiras de tu madre?
—Muchas cosas, como su capacidad de aprendizaje. Está constantemente queriendo aprender cosas nuevas. Sobre todo, tanto mis hermanos como yo, admiramos y agradecemos la educación que nos están dando. Siempre está ahí cuando la necesitamos y, ante todo, el amor incondicional que tiene por su familia.
“Cuando mi padre creó su cuenta de Instagram y se hizo viral, recuerdo salir por la noche y conocer a gente que me decía que seguía a mi padre”, nos dice Casilda
—¿Y de tu padre?
—Admiro su fortaleza, su sentido del humor, su fuerza de voluntad y su capacidad de adaptarse a todo con la mejor actitud. Y, sobre todo, que se hace querer mucho. Siempre le ha querido mucha gente de mundos muy distintos.
—¿Cómo vivisteis tus hermanos y tú el accidente de tu padre?
—Los primeros días, un poco más desconcertados, pero lo que llegaba a casa era siempre positivo. La verdad es que en ningún momento hemos vivido ningún drama. Hasta que pudimos verle en persona, solo hablábamos con él a través de videollamadas y siempre nos transmitía optimismo. Cuando creó su cuenta de Instagram, se hizo viral y recuerdo salir por la noche y conocer a gente que me decía que seguía a mi padre… Eso me ayudó a darme cuenta de muchas cosas. En general, ha sido todo increíble, superatípico, pero es que mi padre es así. Siendo él no podría haber sido diferente.
“He aprendido que no podemos menospreciar nuestra capacidad para enfrentar situaciones difíciles y tenemos que poner mucho humor en nuestro día a día”
Descubriendo a Casilda
- “No soy más miedosa que antes… de hecho, todos hemos vuelto a esquiar después del accidente de mi padre, incluso en la misma estación y en la misma pista. En casa siempre nos han dicho que el miedo es una barrera y que las barreras más difíciles son las mentales. Así que hay que quitárselas y seguir avanzando, porque como dejes entrar al miedo, que es muy invasivo, siempre va a más, pierdes mucho”.
- “De mi padre he heredado su carácter positivo, su franqueza y las ganas de ser independiente. Y de mi madre, la constancia, la sensibilidad y la responsabilidad”.
- “La moda me encanta. Me divierte mucho ir de compras, aunque no me compro todo lo que me gustaría… Me divierte mucho salir y hacer planes con mis amigos. Me encanta la música, el flamenco y caminar… Intento hacerlo todo lo que puedo”.
“De mi padre admiro su fortaleza, su sentido del humor, su fuerza de voluntad y su capacidad de adaptarse a todo con la mejor actitud”
—Al ser una de las mayores de tus hermanos, ¿tuviste que sacar fuerza para ayudar a los más pequeños a adaptarse a la nueva realidad de tu casa?
—No recuerdo haber sido consciente de ello, aunque siempre me ha preocupado mucho cómo se sienten mis hermanos. Soy bastante sensible en estas cosas. A raíz del accidente de mi padre, hemos hablado mucho entre nosotros, pero con mucha naturalidad, sin pensar que juego un papel más importante que los demás. Aunque con mi hermana pequeña, que me muero con ella, sí que he estado más pendiente por la situación que nos ha llegado a casa.
—¿Qué lección has aprendido de una experiencia como esta?
—He aprendido muchas cosas. Por ejemplo, que no podemos menospreciar nuestra capacidad para enfrentar situaciones difíciles, y que trabajar la actitud es algo que hay que hacer todos los días; que todo lo que pasa es por algo o para algo más importante, y que tenemos que confiar en que es así mientras ponemos mucho humor en nuestro día a día.