¿Cuántas veces al día acarician ustedes la idea de tirar el móvil por la ventana? No hace falta que me las enumeren. Lo sé: todo el rato. Pues imagínense si fueran Chiara Ferragni … A ella le hicieron esta misma pregunta este fin de semana. En prime time. Con 14 millones de italianos pegados al televisor después de que, hace una semana, se anunciara que, por fin, la reina de las influencers del mundo iba a dar la cara. Sin móvil de por medio. Sin editar sus propias palabras sobre un fondo rosa. Sin mensajes crípticos en inglés y sin emoticonos ni filtros ‘Oslo’. Lo haría bajo los focos de un plató, delante de una estrella de la televisión y desnuda frente al mundo… O con un sencillísimo traje de chaqueta negro que, para el caso, es lo mismo.
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Y estaba ella contando su drama, con dos angelitos (Vittoria y Leone, sus hijos) pendiendo del cuello, cuando sucedió todo. Cuando le hicieron la pregunta cartesiana, vaya. Pero rectifiquemos, ¿Su drama? No, EL drama. Ése que ha paralizado otra vez el país. O, a lo mejor, no tanto, y ése podría ser la tragedia futura de fondo… Sin embargo, antes de abrir ese melón, volvamos a ella. Y a sus ojos azules vidriosos. Y a los lances de su amor roto y el cataclismo de sus finanzas en caída libre. Verbalizaba Chiara algo del tipo “las redes no son la vida real, sino que el mundo es otra cosa”. Y, sí, están en lo cierto. Esa reflexión, para cualquier persona, puede ser un perogrullo de manual, pero para una mujer que se inventó el concepto “influencer” como negocio y que cuenta con 30 millones de seguidores, o sea la población de Suiza, Grecia, Noruega, Irlanda y Lituania juntas, toma otro sentido, ¿No les parece?
Les transcribo sus palabras exactas: “Sé que las redes no lo son todo. Han sido una parte muy importante de mi trabajo y espero que lo sigan siendo en el futuro, pero hay otro mundo más allá. En este momento en el que he tenido tiempo de salir fuera de casa, me he encontrado con personas fantásticas, que confiaban en mí. Es necesario tomar conciencia de los peligros de las redes. Pueden ser horribles y hay una vida fuera que merece ser vivida”. Lo que les decía… Y en esas, Fabio Fazio, el presentador de Che tempo che fa, que se había anotado el punto de conseguir la primera entrevista televisada de la rubia cremonese en horas bajas, se lo soltó: “Y… ¿no pensaste nunca en tirar el teléfono por la ventana?”. “No, no lo he hecho nunca aunque, de vez en cuando, tengo ganas. Lo interesante en realidad es perderlo de vista cada cierto tiempo e intentar concentrarte en lo realmente importante. He aprendido que quiero parar y vivir el presente”. Lo realmente importante… Aha. ¿Qué es lo realmente importante? Para ustedes o para mí puede ser algo casi meridiano pero ¡¡¡Qué difícil discernirlo cuando hacerte una foto delante de tu árbol de Navidad con un pandoro y tus hijos puede ser la base de tu emporio económico!!! O, también, el principio del fin.
Sea como fuere, era la constatación de una declaración de intenciones. Ferragni se ha hecho mayor o, al menos, daba con esta entrevista la espalda a las redes claudicando a explicarse tal y como lo había hecho siempre. Desde su nacimiento como estrella al pasado sábado a las 21.00 horas. Por segunda vez, en realidad pero, eso sí, la primera, en carne ed ossa. Con Il Corriere de la Sera y su entrevista a un periodista de las páginas salmón en la que daba su versión de las cosas sobre el Pandorogate y la acusación formal de estafa agravada por la Fiscalía de Milán, Chiara se sometía a otras reglas que no eran las suyas, no repetía las fórmulas que ella misma se inventó, con los tiempos y el lenguaje de redes que, a fin de cuentas, también eran creación suya.
Quizás porque nada de lo que había hecho, tal y como lo había hecho siempre, le había servido de algo. O peor, le había ido en la contra. De ahí que, quizás, valorara esta opción tan vintage como recurrir a un periódico y, después, a un magazin de tarde de Mediaset. ¿Qué fue lo que no le funcionó? Pues resumiéndoles, lo siguiente: en diciembre, con el estallido de la polémica, intentó la huida hacia adelante, haciendo como que aquella investigación policial no iba con ella. Siguió haciéndo publi, siguió haciendo posturitas, siguió haciéndose selfies… y el “haterismo” se le echó encima como un tsunami. Fue entonces cuando se hizo un Chenoa, aunque a buen seguro que ella no sabe lo que eso significa. Es decir, se puso un chándal gris y, con maquillaje natural, miramando a cámara y abandonándose a las lágrimas, rompió con su imagen fría y calculadora de lombarda de pro, pidió perdón por “l’errore di comunicazione” y prometió enmendarlo devolviendo el millón de euros que había cobrado por un Pandoro Special Edition que, a pesar de lo que parecía, no tenía fines benéficos. Tampoco le sirvió de mucho. De hecho, sus boutiques en Roma y Milán aparecieron con pintadas. Solo el silencio -la única opción que le quedaba- y que Giorgia Meloni arremetiera contra ella y dudara de su aportación al PIB italiano (cuando está fuera de duda y está al frente de una empresa con medio centenar de empleados que genera más de 100 millones de euros al año) le insuflaron un poco de oxígeno. Es decir, sin mover un dedo ni tocar el algoritmo de Instagram, regresó a la vida.
Pero su ruptura con Fedez —que se hacía pública mismo tiempo que la entrevista impresa llegaba a los quioscos—, la arrojaba otra vez a las fauces de las redes sociales y, de ella, no quedaron ni los huesos. Porque hasta Tomaso Trussardi la malinterpretó y arremetió contra ella con una foto que se hizo viral. “Decir que no me conoce siquiera es ofensivo. Conozco a Chiara Ferragni desde hace muchos años. De cuando era una simple aunque talentosa blogger que luchaba por ser invitada a los desfiles”... Y todo porque Chiara quería atajar un rumor que poco a poco iba tomando más y más adictos y que la apuntaban a ella como causante de la crisis por un flir con el empresario. “Chiara Ferragni y Tomaso Trussardi ni siquiera se conocen. Se han encontrado en tan solo una ocasión y durante de un desfile hace 5 o 6 años”, escribieron sus PPRR en un comunicado y, claro, faltaban a la verdad…
Y así las cosas, mientras que Chiara se ausentaba por primera vez en más de una década de la Semana de la moda de Milán, de París y de Londres para escapar a la montaña junto a su ex PR Angelo Tropea, actual director de marketin de la cadena hotelera de lujo The Rome EDITION, Fedez revolucionaba el front row de Versace para “disfrutar” con cara de malas pulgas de las últimas creaciones de la única star que, por ahora, se ha manifestado a favor de una de las dos partes de la pareja: Donatella Versace. Y Donatella, nunca, jamás, ever, tomar partido por una de las partes de una pareja es buena idea.
¿Por? Porque, por fin, llegamos a las declaraciones televisadas de Chiara. Chiara no lo dio todo por perdido con Fedez. Ni mencionó la palabra “separación” ni, mucho menos, “divorcio”. En descargo de Donatella, el mundo entero habíamos publicado que Chiara y el rappero, jurado de Factor X, se habían separado. Máxime porque Fedez se ha ido de casa y Chiara ha acudido al bufete especializado en derecho de familia, Missaglia De Vellis, compuesto por Daniela Missaglia y Valeria De Vellis, las mismas que asistieron legalmente a Silvio Berlusconi en su divorcio con Verónica Lario… Pero Chiara, sin embargo, llevaba el anillo de casada en el anillo corazón. Y habló de crisis, sí. De fuerte crisis. Pero las puertas de su corazón estaban entornadas. Ni abiertas ni cerradas.
“Temblaba un poco en backstage, pero estoy bien, contenta de estar aquí”, fueron sus primeras palabras después de que el entrevistador la presentara e hiciera una exposición de motivos: “No soy ningún tribunal ni tampoco un cura ni estoy tampoco en posesión de la verdad. Tampoco le haré ninguna pregunta prestada. Voy a hacer solamente mi trabajo”. Y Chiara aquí fue como un torrente: “Han sido dos meses durísimos. Mi historia es insignificante comparada con lo que está sucediendo en el mundo, eso me gustaría decirlo para redimensionar todo lo que está pasando… Dos meses en los que me he encontrado en el centro de un tsunami de odio. Y nada te prepara para la violencia de ciertos ataques. Cuando todos están ahí animándome, te sientes invencible. Cuando te atacan, aunque tengan sus motivos, te sientes rodeada”, se refería obviamente, y ante la atenta y llorosa mirada de su madre, al caso Balocco. A cuando “su mundo se le vino encima” y seguro que, en su cabeza, maldecía el día en que dijo “sí” a la oportunidad que le ofrecía Balocco y que, ahora, dará su nombre a una Ley que clasificará en italia la reglas que comerciales de las actividades benéficas . Pero, después, fue a lo mollar, a lo que aquí nos ocupa: su no separación de su marido fruto de una supuesta estrategia de despiste. O sea, desviar el foco de la opinión pública de su crisis empresarial y desplazarlo a su crisis marital en donde su perfil de víctima pudiera dibujarse con un trazo mucho más nítido a tenor de su dedicación al cantante cuando éste estaba aquejado de cáncer. “El alejamiento entre Federico y yo es verdadero. Siempre se piensa que yo soy la calculadora, que lo he hecho público por estrategia, pero no es así. Desgraciadamente, no forma parte de una estrategia. Me gustaría que lo fuera, pero no”. Incluso, dio más detalles: “Con Federico mantengo el contacto. Somos dos personas adultas que se quieren y se quieren bien. Hemos tenido otras crisis, pero ésta es más mayor que las otras… Veremos qué pasa”.
Por lo pronto, pensaba en un futuro a muy corto plazo. “Mañana iré a la oficina y poco a poco, día a día. A esperar que cada día que pase sea mejor que el anterior”... El problema es que pese al interés internacional que había despertado su presencia en el programa, así, grosso modo, las redes sociales, esas que constituyen el motor de negocio de su oficina, estaban a otra cosa. A un cambio de tendencia… Esa misma noche, “Che tempo che fa” tenía otros dos invitados: 1) A Loredana Berté, la mítica cantante italiana ex del mítico tenista sueco Bjorn Borg -y hermana de Mia Martini-, que había quedado segunda en la final para Eurovisión de San Martino y 2) al padre de una joven víctima de la violencia machista, Gino Cecchettini. Y mientras el post de Chiara contaba con 2600 likes, el de Loredana contaba más de 8.000 y el de Cecchettini, casi 14.000.
“Sé que en los momentos en los que pides intimidad, es en aquellos en lo que es más difícil tenerla, pero aunque yo he contado mucho sobre mí, no lo he contado todo. Es cierto que, este trabajo te obliga a renunciar a parte de tu vida privada en favor de tu historia, pero… Es una parte muy pequeña de mi vida”, confesaba Chiara sobre precisamente eso, su vida que… ¿ya no interesa tanto? Quién sabe si Greta Garbo no tenía razón y lo interesante es hacer tu vida al completo un total misterio.