Hace apenas tres meses, Cristina Gutiérrez , una burgalesa de 32 años que trabaja como odontóloga y ortodoncista, ni siquiera sabía que iba a correr el Rally Dakar al volante de uno de los mejores coches en la categoría Challenger. Sin embargo, a última hora, Red Bull decidió confiarle un Taurus, prototipo que solo probó durante algunos test. Con tan exiguo bagaje, el plan más sensato habría sido limitarse a aumentar su palmarés de victorias de etapa. Ella ya tenía asegurada su plaza para el Dakar 2025, en la categoría reina, al volante de un Dacia, con Sébastien Loeb como compañero. Pero Cristina quería más: ser la primera mujer española en ganar la prueba más dura del mundo. Y como los sueños a veces se hacen realidad, lo logró, coronándose como la nueva “reina del desierto” tras su histórico triunfo en Arabia, escoltada por su amigo y copiloto, Pablo Moreno Huete.
—Hace apenas un mes que ganaste el Dakar y entraste en la historia del automovilismo. Cristina, ¿has conseguido bajar ya de la nube?
—Sí. Por suerte he conseguido poner un poco los pies en la tierra y estar más tranquila, porque las dos últimas semanas han sido muy intensas, con muchos eventos y muchos medios que estaban interesados en saber un poquito más de mí.
—¿Cuántas veces has vuelto a reproducir en tu cabeza la última etapa en Arabia?
—Alguna que otra vez. Sobre todo, intentando recordar los detalles de un día tan emocionante. Hubo muchos abrazos y muchas felicitaciones de personas que se han alegrado casi más que yo de nuestra victoria.
La Casa Real y Pau Gasol
—¿Cuáles fueron las que más te sorprendieron?
—Fueron un montón, pero quizás la de Pau Gasol, que me hizo muchísima ilusión, y otra de la Casa Real. Me impactaron bastante.
Nació en Burgos hace 32 años y compagina las carreras con su trabajo como odontóloga y ortodoncista
—¿Y qué te dijo Carlos Sainz?
—A Carlos, por suerte, lo pude ver en el podio, porque nuestros horarios y ritmos son diferentes en carrera y no habíamos coincidido mucho. Me dio la enhorabuena y mantuvimos una conversación muy bonita. Me dijo que se alegraba mucho de compartir su triunfo conmigo. Para mí también ha sido un honor compartirlo con él.
—El próximo año competirás en la categoría reina, que ha ganado él por cuarta vez.
—Así es. Y yo creo que Carlos, que es incombustible, va a seguir compitiendo también. Está a un nivel muy alto y ha sido uno de los años en que mejor se ha encontrado físicamente. Sería un sueño que podamos compartir pista. Ya lo hice en Extreme E. Es un supercompetidor y seguro que aprendemos mucho de él.
“El deporte del motor corre por mis venas y se ha convertido en mi forma de vida”, afirma
—¿Cómo te imaginas ese duelo?
—Pues muy bueno. Para mí era algo inimaginable al principio de mi carrera. Si finalmente compito contra Carlos, lo haré con mucho respeto, porque es una leyenda y siempre lo será. Los demás pilotos tenemos que aprender mucho de su actitud y sus valores.
—Detrás de un éxito como el tuyo siempre hay sacrificios que pasan desapercibidos para muchos, ¿qué fue lo primero que te vino en mente?
—Hemos estado luchando muchos años y, durante este tiempo, nos han ido ocurriendo cosas buenas y no tan buenas. Las no tan buenas son obstáculos que tienes que ir superando, pero hay momentos en los que igual no estás tan fuerte y te planteas dejarlo todo. En mi caso, mis dos momentos más difíciles fueron cuando vino la COVID y se fueron la mayoría de los patrocinadores, y en 2021, cuando me rompí la espalda. Me fracturé tres vértebras en el campeonato del mundo y estuve tres o cuatro meses parada sin hacer nada. Me pasó en mi mejor momento deportivo, cuando había entrado en Red Bull. Empecé a darle vueltas a la cabeza y a pensar: “¿Voy a volver bien? ¿Estaré al mismo nivel?”. Esos momentos fueron de los que más me acordé al ganar el Dakar.
—¿Cómo fue el recibimiento al llegar a casa?
—Fue increíble. Cuando llegué al aeropuerto, pensé que iban a estar solamente mis padres y mis tres hermanos, pero resulta que había venido toda mi familia y todos mis amigos de todos los lados del mundo. Es un recuerdo superbonito que tendré siempre presente en mi memoria.
—¿Cuál fue el primer capricho que te diste al volver a España?
—No me he podido dar muchos porque no he parado, pero alguna cenita rica sí que ha caído (risas).
Una pequeña moto
—¿De dónde viene tu pasión por el motor, Cristina, y desde cuándo te recuerdas siguiendo el Dakar?
—Casi no tengo recuerdos porque mi pasión surgió cuando era muy niña. Mi hermano tenía una pequeña moto cuando tenía seis años. Yo tenía cuatro y le empecé a preguntar a mi padre por ella y a pedir que me la dejara. En ese sentido, siempre fue superabierto conmigo y nunca me puso barreras por ser niña. Eso me dio alas para subirme a ella y comprobar que me hacía sentir feliz y que me daba paz. Fue pasando el tiempo y empecé a conducir karts , aunque no me atrevía a competir porque eran todo chicos y me daba un poco de vergüenza. Y a los 18 años fue cuando ya me animé a competir en una prueba de rallies junto a mi hermano, que hacía de copiloto. A partir de ahí, empecé a participar en campeonatos de España, y lo del Dakar fue llegando un poco por inercia.
“Empecé a conducir karts, pero no me atrevía a competir porque eran todos chicos y me daba vergüenza. A los 18 años fue cuando ya me animé a participar en una prueba de rallies”
—¿Qué es lo que más te atraía del rally más duro del mundo? ¿Lo más desafiante?
—Yo siempre digo que es como una pequeña vida que se vive en 15 días, porque es muy intenso y pasan muchas cosas. Son muchísimos kilómetros, unos 8.000 y pico, y muchísimas horas conduciendo por terrenos muy complicados con dunas horribles, piedras enormes y agujeros. A ello súmale las temperaturas tan altas.
—¿Te da tiempo a pensar en algo que no sea en la carretera cuando vas al volante?
—No, porque, en cuanto piensas en algo que no sea la carretera, te llevas un susto. Una de las claves para terminar el Dakar es mantener la concentración, porque estamos casi seis horas a tope cada día.
—¿Y eres rebelde con el copiloto?
—¡Para nada! Lo mejor de todo es que Pablo ha sido amigo mío antes que copiloto y tenemos una relación muy buena. Obviamente, hay momentos de tensión y alguna que otra bronca entre nosotros, pero, como hay confianza plena, es como si mantuvieras un minidebate.
Miedo al volante
—¿Sientes miedo en algún momento? ¿Has sufrido algún susto dentro del coche?
—Te llevas sustos, sí, pero no siento miedo. El único momento en el que lo sentí fue el año pasado, cuando nos quedamos atascados en un río. Al principio había diez centímetros de agua y creció hasta nuestros cuellos. Era una situación incontrolable.
“Me gusta hacer deporte al aire libre, viajar y también soy una enamorada de la gastronomía española”
—¿Qué es lo que te motiva a seguir apretando el acelerador ahora?
—Yo creo que es algo que me nace. El deporte del motor corre por mis venas y se ha convertido en mi forma de vida.
—¿Y cómo lo has compaginado con tus estudios y ahora con tu profesión de odontóloga y ortodoncista?
—De una manera bastante complicada. Empecé a competir al mismo tiempo que comencé la carrera y durante la semana iba a clase y los sábados y los domingos me iba a competir por toda España. Fueron unos años de dedicación plena a mi sueño y, en cierto modo, agradezco el haber sacrificado ciertas cosas para hoy en día poder recoger lo que estoy recogiendo.
“Soy una persona luchadora y, sobre todo, resiliente. Siempre sé dar un pasito hacia delante ante las dificultades y procuro ver el lado bueno de las cosas cuando los problemas llaman a la puerta”
—¿Qué es lo que has sacrificado?
—Creo que nada, porque lo que hacía lo hacía con gusto, pero sí he dejado de pasar tiempo con mis amigos y me he perdido vacaciones con ellos.
—¿Y el tener una pareja?
—También, también... No hay tiempo.
—¿Seguirás ejerciendo tu profesión?
—Ahora lo estoy dejando un poquito, porque, con los contratos que tengo, me quiero dedicar al cien por cien a competir. La profesión siempre estará ahí. Como la mía es la ortodoncia y tengo pacientes a los que veo mensualmente, me he podido organizar, pero ahora lo que estoy haciendo es terminar de atenderlos para ir dejándolo a un lado. Y cuando se termine este sueño, que espero que no sea nunca, volveré a ejercer.
—¿Tus pacientes conocen tu faceta deportiva?
—Hay algún despistado que me dice “¡si te he visto en la tele!”, pero la mayoría la conocen. Al poco de ganar el Dakar, volví al trabajo y estaban todos contentísimos.
“Creo que no he sacrificado nada, porque lo que hacía lo hacía con gusto, pero sí he dejado de pasar tiempo con mis amigos y me he perdido vacaciones con ellos”
—¿Cómo te calificarías a ti misma, Cristina?
—Soy una persona luchadora y, sobre todo, resiliente. Siempre sé dar un pasito hacia delante ante las dificultades, agradeciendo el apoyo de mi gente, y procuro ver el lado bueno de las cosas cuando los problemas llaman a la puerta.
—¿Qué es lo que más te gusta hacer en tu tiempo libre?
—Me gusta el deporte al aire libre, viajar y también soy una enamorada de la gastronomía española.
—¿Y cuánto tiempo a la semana dedicas a la preparación física?
—Todo el rato, excepto cuando estoy trabajando. Podría decirse que un 96 por ciento del día.
—¿En la vida cotidiana también te gusta conducir?
—Sí, me gusta bastante y suelo ir tranquilita. Conducir me da siempre mucha paz.
—Para terminar, dime, ¿te gustaría probar alguna otra categoría fuera de los rallies?
—Bueno... soy una enamorada del motor y me gustaría probar cualquier cosa que no haya probado. Por pedir, por ejemplo, en la Fórmula 1.