Cillian Murphy es un actor de los que no deja indiferente. Su aspecto enigmático le lleva a meterse en la piel de personajes carismáticos y misteriosos. El último ha sido el de Robert Oppenheimer, creador de la bomba atómica, un nombre del que sobre todo se conocía su trabajo, pero no las inquietudes y circunstancias que rodearon su vida. La interpretación de Murphy le ha llevado directo a la lista de nominados al Oscar, donde la cinta parte como una de las grandes favoritas con 13 candidaturas (esperemos que el número no influya en su suerte). Aunque al almuerzo de nominados fue él solo, la pregunta es si acudirá acompañado a los Oscar (en los Globo de Oro fue con su mujer y su hijo Aran que le vieron recoger un premio). Y es que su vida personal es igual de misteriosa que algunos de sus personajes.
Aran, el hijo de 16 años de Cillian Murphy que sigue sus pasos como actor
El actor irlandés, de 47 años, bien podría protagonizar una de las historias más románticas del día de San Valentín, pues está enamorado desde hace muchos años de la mujer de su vida. Hace casi tres décadas que se unió a Yvonne McGuinness, una artista visual de 50 años a quien conoció en 1996 en Dublín. Se casaron en 2004 y tienen dos hijos Malachy (que nació en diciembre de 2005) y Aran (que nació en julio de 2007 y parece que quiere ser también actor). McGuinness toca todo tipo de palos como la impresión y las instalaciones de vídeo. "Yvonne no habla de mí y yo no hablo de ella" apunta en algunas entrevistas dejando claro que quiere mantener esa esfera fuera de los titulares. Sin embargo sí que se anima a responder si en alguna ocasión ha colaborado con ella: "Tenemos dos hijos. Creo que eso ya es suficiente colaboración por el momento".
El lado personal más desconocido de Robert Oppenheimer: la historia real tras la película
La pareja no se ha separado desde que sus caminos se cruzaron en un concierto del propio Murphy que, durante un tiempo, quiso ser una estrella de rock. Junto a su hermano formó la banda The Sons of Mr. Green Genes, pero no pasaron más allá de un puñado de actuaciones. En una ocasión, Murphy dijo en The Guardian que no volvería a la música porque un intérprete con una banda de rock no sería tomado en serio por nadie. Se toma con calma el trabajo pues le gusta pasar tiempo en casa, en Irlanda, con los suyos. "Este es un negocio difícil y ya estar trabajando es un mérito. Por eso me encanta volver a Cork y estar con mis amigos de siempre. Con ellos nunca hablo de la industria porque no nos parece un asunto importante. No es relevante entre amigos que se conocen desde los diez años", dijo en una ocasión a The Irish Independent.
Le da alergia la fama y por eso trata de pasar al menos seis meses con los suyos, a los que no suele exponer. De hecho se dice que sus hijos no supieron durente un tiempo la transcendencia que tenía su padre en el mundo del cine, pues este les mantenía alejados de las redes sociales. "Tengo una mujer increíble y no podría hacerlo sin ella y su comprensión. Pero cuesta. Pero creo que será lo mismo que le ocurre a cualquier padre cuyo trabajo le aleje de su familia (que generalmente pasa) y le consuma (como pasa con mi trabajo)". Asegura que la burbuja del cine no es su realidad y por eso trata de seguir con los pies en la tierra. En las próximas semanas le resultará un poco más complicado pasar desapercibido pues su nominación le vuelve a convertir en blanco de las miradas.