Ha hecho honor a una de sus frases míticas: “Soy muy competitivo. Siempre quiero ganar”. Desde que entró en el ranking de los hombres más ricos del planeta, allá por 2005, su ascensión a la cumbre ha sido vertiginosa hasta disputarse, en estos últimos cuatro años y a escasos milímetros de distancia, lo más alto del podio junto a Elon Musk y Jeff Bezos. Quizás estos nombres y los de Mackezie Scott o Amancio Ortega resuenen con mayor fuerza en el ideario colectivo, a la hora de hablar de grandes fortunas, sin embargo, el magnate francés Bernard Arnault los ha desbancado a todos. Y con la misma contundencia en los negocios —y mejores artes— que Arnold Schwarzenegger, en Terminator, metralleta en mano y con su legendaria “Sayonara, baby”.
Louis Vuitton, Loewe, Christian Dior, Tiffany & Co, TAG Heuer, Bvlgari, Dom Pérignon, Céline, Givenchy, Loro Piana, Marc Jacobs, Moët Hennessy, Emilio Pucci o Fendi tienen un mismo denominador común: le pertenecen. El empresario, menudo, discreto y canoso, de ojos azules, cejas pobladas, sonrisa afable y una determinación de hierro es, a sus 74 años, la cabeza de esta hipérbole del lujo. Un impresionante holding que responde al acrónimo LVMH, que le ha granjeado un patrimonio neto de 207.800 millones de dólares y que nació tras un trayecto en taxi en Nueva York, que resultó ser una epifanía para este emprendedor. El conductor le confesaba que desconocía el nombre del presidente de Francia, pero sí, en cambio, el de Christian Dior. Años después, se haría con la Firma.
¿El secreto de su éxito? Varios movimientos estratégicos que tienen que ver con la moda. Y no solo. Tras la pandemia y la subsiguiente crisis económica, era condictio sinequanon agudizar el ingenio. Las Maisons debían luchar por su supervivencia en un momento en el que el streetwear se estaba “merendando” el terreno de la elegancia clásica. Arnault tuvo la ocurrencia de acudir a los directores creativos que habían bebido de la calle. Desde Virgil Abloh en Vuitton —y ahora William Pharrell—, a Kim Jones en Dior o Kris Van Assche en Berluti. Pero también a las estrellas pop, lanzando Fenty Beaty con Rihanna. Y así, al tiempo que el lujo se convertía en objeto de deseo para las generaciones Millenial y Z, en 2021 efectuaba la mayor operación del lujo que se recuerda comprando Tiffany & Co. ¡Por 16.000 millones de dólares! Una operación que se hurdía en paralelo a la búsqueda de otros nichos de mercado: desde Netflix a TikTok.