hola 4150 samantha vallejo nagera en zimbabwe y botsuana© THE BLUE RHINO PHOTO SAFARIS

Samantha Vallejo-Nágera comparte con ¡HOLA! sus memorias de África con su marido, Pedro Aznar

En su primer viaje juntos en muchísimos años y sin niños, han viajado a Zimbabwe y Botsuana


11 de febrero de 2024 - 8:01 CET

Puede parecer extraño, pero  Samantha Vallejo-Nágera  ha podido disfrutar por primera vez de un viaje junto a su marido, Pedro Aznar, desde que tuvieron a sus cuatro hijos. El destino elegido para estas vacaciones en pareja no ha podido ser más idílico: África. Concretamente, la chef se ha ido de safari por Zimbabwe y Botswana, con visitas a las Cataratas Victoria y al espectacular delta del Okavanco. A su vuelta a casa con Peru, que es como llaman cariño­samente a su marido —que trabaja como director comercial en una conocida bodega—, Saman­tha nos cuenta todos los planazos que ha realizado durante su aventura africana y lo bien que le ha venido a su matrimonio tomarse unos días sin hijos.

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© THE BLUE RHINO PHOTO SAFARIS

—¿Es uno de los viajes de tu vida?

—Pues sí. Lo hemos hecho mi marido y yo después de más de 20 años casados. Los dos trabajamos un montón y, como pasa con las parejas de ahora, cada uno hace su vida por su lado. Nunca habíamos hecho un viaje así, sin hijos y solos; siempre viajo con una amiga o una fotógrafa, para las redes sociales y por el tema comunicación. Incluso nos costó tomar la decisión, y luego, encontrar la fecha… Pero, al final, nos fuimos… Y ha sido un antes y un después en nuestra vida.

“Tras más de 20 años de casados, nunca habíamos hecho un viaje así mi marido y yo, sin hijos y solos. Ha sido un antes y un después en nuestra vida”

—¿Y eso? ¿Por qué?

—Ha sido un reseteo total que viene genial: parar, pensar, estar tranquila… Luego, África es un paraíso y es justo lo que necesita la gente. Siempre estamos todos a tope, localizados las 24 horas los siete días y con veinte mil cosas: trabajo, hijos, familia, amigos, planes… Tenemos como sobredosis de actividad. Por eso, parar, ir a África y ver animales, comer y dormir bien, disfrutar del tiempo… No pensar en nada ha sido totalmente mágico.

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Sobre estas líneas, Samantha y Pedro Aznar, que trabaja como director comercial en unas conocidas bodegas. Ambos han hecho todo tipo de actividades en África: desde dormir en una casa en un árbol a observar a los animales en ‘cuatro por cuatro’. ‘Descubrir la vida salvaje, como la ves en los documentales de National Geographic o La 2, engancha’, nos cuenta la chef

—¿Fue idea tuya o de tu marido?

—Llegó por colaboraciones. Me gusta hacer viajes y contarlos. Me encantan la fotografía, la naturaleza, la gastronomía, la decoración… Y en África lo tienes todo. Fui con la agencia de viajes The Blue Rhino Photo Safaris y la organización fue óptima.

—Ya habías estado en África.

—En Malawi, con la Fundación Mary’s Meals, de la que soy madrina. También he ido mil veces a Marruecos, pero nunca había estado de safari en África. Era un plan que tampoco me llamaba mucho la atención y mira… Es un planazo. Es perfecto para desconectar diez días y decir: “Voy a estar concentrada en mí, en mi marido, en comer, en pasear, en disfrutar de todo lo que vea”. Y así fue. Además, engancha un montón. Se lo recomiendo a todo el mundo: ir con tu familia y tus hijos para enseñarles los valores.

“Nunca había estado de safari en África y tampoco me llamaba la atención. Pensaba que, con mi marido, mano a mano, iba a ser complicado… Pues no, planazo”

—Estuvisteis en Zimbabwe y Botswana. ¿Qué recorrido hicisteis?

—Visitamos Hwange, que es el parque nacional más grande de Zimbabwe. De ahí nos fuimos a las Cataratas Victoria, que tienen una ciudad alrededor. Allí, navegamos por un río maravilloso entre hipopótamos y alquilamos bicicletas eléctricas para recorrer la ciudad. Otro día fuimos a un pueblo nada turístico, a media hora de la cataratas, que pedí yo para ver cómo vivían de verdad. Vi sus casas, cómo se ayudan entre ellos… Allí no tienen moneda, sino que pagan el colegio con pollos o lo que tengan.

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© @samyspain

Arriba, Samantha recorriendo en piragua las aguas del delta del Okavango, en Botsuana. Sobre estas líneas, con Pedro Aznar y los cuatro hijos del matrimonio: Cloe, Pedro, Patrick —a quien llaman cariñosamente ‘Roscón’ por haber nacido el Día de Reyes— y Diego. Al lado, Samantha y Peru, el día de su boda, en 2002

—Un trueque, vamos.

—Trueque total. Incluso, dentro del colegio, los padres hacen las casas donde luego dan las clases. Allí no existe esta cosa del capitalismo. Me encanta ver que haya gente que viva así y que es feliz como está. Es verdad que está bien que reciban educación, aprendan y evolucionen, pero están bien. Es gente muy tranquila, muy disfrutona con la naturaleza. El ocio que tienen allí es ir a ver animales y es una maravilla cómo disfrutan con lo que tienen.

Descubriendo la vida salvaje

—Después de ver las Cataratas Victoria, ¿viajasteis a Botswana?

—Sí, volamos en avioneta hasta unas pistas de aterrizaje en medio de la selva y de ahí a Botswana. Estuvimos en varios camps y cada uno con unas vistas, sus atardeceres, sus hogueras… Vimos todo tipo de animales, que los iba apuntando. Vimos perros salvajes cazando cebras y elefantes destrozando todo para comer… Comen 20 horas al día, casi como yo… (Ríe). Descubrir la vida salvaje, como lo ves en los documentales de National Geographic o en La 2, engancha. Estar metido en un coche y sentir esa brisa de aire mientras escuchas los ruidos de los animales o cómo caza el león por la mañana… un lujazo.

“En este viaje me he dado cuenta de que nos llevamos fenomenal y nos reímos un montón juntos. No nos hace falta nada más”

—¿Qué planes habéis hecho?

—En el río de las Cataratas Victoria, nos montamos en unos barquitos al atardecer y vimos animales: hipopótamos, cocodrilos… El mismo hotel tenía un embarcadero. Luego, cada hotel tiene su casa privada y su piscinita, todo orientado a la selva. Estás en tu habitación, en tu cama, y estás viendo animales: elefantes, jirafas… Luego, en el delta del Okavango, que está lleno de animales y vegetación, monté en piragua. De repente, llegamos a un sitio maravilloso y había una mesa preparada… Comimos sobre un río, con los pies en el agua. También dormimos en una casa en un árbol, entre ruidos y rugidos de leones… Espectacular. Luego, me gustaba ver cazar a los perros salvajes en «cuatro por cuatro», que es impresionante. Hay todas las actividades que quieras: puedes montar a caballo, clases de cocina, catas de vino…

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El matrimonio desde uno de los ‘cuatro por cuatro’ en el que divisaban a los animales. ‘Nos gustaba ver cazar a los perros salvajes, que es impresionante’, recuerda Samantha.

—¿Qué es lo que más te gustó? 

—Me gusta mucho todo lo que es kayak y piragua, así que paseamos con un barco típico de allí por el canal del Okavango, viendo elefantes y otros animales. Encima, durante el atardecer, mientras el sol se reflejaba en el agua. Luego, me encantaron los paseos en coche. Cada día era mejor que el anterior.

—¿Y de la cocina? ¿Qué te sorprendió?

—Era bastante continental, con bollería, galletitas caseras, sandwichitos… Tenía un toque inglés, pues Zimbabwe fue colonia inglesa, así que ese tea time en África, con sandwichitos y pastas de té, es muy curioso.

—¿Probaste la comida local?

—En las Cataratas Victoria fuimos a un restaurante muy divertido. Comí cordero, vaca, orugas… de todo. Estaba muy rico. Tienen buena mano. Es una cocina muy especiada y muy aromática. También con mucho vegetal y cereal. Siempre es divertido cambiar y probar cosas diferentes.

© THE BLUE RHINO PHOTO SAFARIS

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Arriba, durante el almuerzo que Peru y ella disfrutaron sobre las aguas del delta

‘Todos los días hablamos de África’

—Siendo el primer viaje con tu marido solos en tanto tiempo, ¿qué has redescubierto de él?

—Que nos llevamos fenomenal y nos reímos un montón juntos. No nos hace falta nada más. Te das cuenta de que hace falta parar, porque este viaje nos ha cambiado y me ha venido fenomenal. Todos los días hablamos de África. Ha sido como un parón de repente en nuestros más de 20 años de casados y dices: “Uy, qué bien”. Ha sido un reseteo total. Hay que escapar, huir un poco del trabajo y no estar todo el día conectado y localizado. Estos premios hay que dárselos, pero hay que buscar el momento y hacerlo. Mira que pensaba que, con mi marido, mano a mano, iba a ser complicado… Pues no, planazo.

—¿Como una nueva luna de miel?

—Eso suena a cursilada, pero sí.

“Ha sido como un parón de repente en nuestros más de 20 años de casados y dices: “Uy, qué bien”. Ha sido un reseteo total”

—Pues no queda nada para San Valentín. ¿Cómo lo celebrarás?

—Estaré grabando no sé qué… Es que trabajo 24/7… Lo mío ya es un horror. Entre MasterChef, el catering, mi restaurante Casa Taberna en Pedraza… No hay tregua. Por eso me tengo que hacer estos parones.

—Por lo que dices, no pareces muy romántica.

—No soy nada romántica.

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Sobre estas líneas, Samantha Vallejo-Nágera y su marido disfrutando de una comida, en pleno delta del Okavango.

—¿Y tu marido?

—Es cariñoso. No somos nada detallistas… Somos divertidos. Nos gusta viajar con nuestros hijos, la vida de nuestra casa, comer rico, los fines de semana en el campo… Nuestro lujo es nuestra vida diaria.

—Así lleváis más de 20 años de casados.

—Hacemos 22 este año. Es que nos llevamos fenomenal.

—¿Qué destacarías de tu marido?

—Su tranquilidad. Para mí, es el equilibrio total. Con lo hiperactiva que soy yo… Me da mucha paz y mucha tranquilidad. Hay parejas que se destrozan y nosotros nos complementamos. Es mi complemento perfecto.

Sin parar de trabajar

—Antes nos contabas todo en lo que trabajabas: catering, el restaurante en Pedraza, la televisión… ¿Cómo consigues conciliar todo?

—La madurez te da el saber delegar. Tengo un equipo increíble de trabajadores en mi casa, que es una empresa. Confío en mi gente todo el día, con alegrías y disgustos, por supuesto, pero gestionando mi tiempo e intentando crecer cada día. Con el catering estamos a tope con bodas, pedidas y fiestas de clientes importantes. Luego, Casa Taberna es mi juguete de fin de semana. No pienso hacer más de trabajo, así te lo digo.

© THE BLUE RHINO PHOTO SAFARIS

© THE BLUE RHINO PHOTO SAFARIS/

Algunos de los momentos que disfrutaron durante su safari por África.

—Pero sigues con MasterChef.

—Sí, estamos grabando la edición número doce y estoy muy contenta. Pronto estaremos en la tele, que la gente ya lo pide.

—La mayor de tus cuatro hijos, Cloe, quiere seguir tus pasos. ¿Cómo le va con su formación en Hostelería?

—Mi hija está estudiando en Suiza y le va muy bien. A ver si me jubila ya. Roscón también quiere trabajar en el catering y ser bailarín. Bueno, quiere trabajar en el circo. Ya tiene 16 años y puede trabajar, así que este año empieza en el catering. Luego, Pedro hijo está estudiando su último año de colegio… Le cuesta un poco, pero ahí va. El pequeño está fuera, así que este año estamos más tranquilos.