Es una ‘leyenda viva’ de la fotografía, y con su objetivo ha inmortalizado a grandes estrellas. Annie Leibovitz nos ha dejado imágenes para la historia -desde la icónica fotografía de John Lennon, desnudo, abrazando a Yoko Ono a la de Demi Moore, sin ropa, embarazada de siete meses de su hija Scout-. Su particular talento para captar, en una instantánea, la psicología de aquellos que posan para ella le ha valido múltiples premios, pero, también, el aplauso de la sociedad… y de la realeza europea.
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Tal y como conocíamos esta misma semana, la artista estadounidense retratará a los reyes Felipe y Letizia. Ha cumplido, al fin, su deseo de fotografiarlos… más de diez años después de haberlo confesado ante los medios. Fue en 2013, cuando don Felipe y doña Letizia le entregaban en el Teatro Campoamor el Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades . La distinción fue concedida por ser “una de las dinamizadoras del fotoperiodismo mundial y una de las fotógrafas más respetadas en Europa y América”, y Leibovitz no ocultaba su intención de trabajar para los entonces Príncipes de Asturias. “Me encantaría hacerlo porque me encanta tomar fotos de familia”, contestaba, sincera a un periodista.
Y ese momento ha llegado, además, en un año único -este 2024 los Reyes celebran 20 años de matrimonio, y diez de la proclamación de don Felipe como Soberano-. No es la primera vez que Annie trabaja con un monarca. Ya lo hizo en 2007, a las órdenes de la Reina más influyente de los últimos tiempos: Isabel II de Inglaterra . Aunque, la suya, fue una historia marcada por un pequeño e inesperado desencuentro.
El día que ‘enfadó’ a la Reina Isabel
Ocurrió en 2007. Leibovitz había sido contratada para fotografiar a Isabel II en el palacio de Buckingham, con motivo de una visita de estado a los Estados Unidos. La artista y sus once asistentes habían estado nada menos que tres semanas preparándose para una sesión que apenas duraría media hora -además de los meses de investigación previos que empleó para conocer bien cómo solía posar su nueva protagonista y los detalles de iluminación de sus anteriores retratos -. Quería que fuese un guiño a Cecil Beaton y las conocidas instantáneas que tomó de la madre Reina en el Salón Blanco del palacio.
Acostumbrada a trabajar para artistas y estrellas del star system, lo que quizá no imaginaba era que, en esta ocasión, su creatividad podría ser cuestionada… e incluso se ganaría una pequeña reprimenda.
Vestida con la túnica de la Orden de la Jarretera, la Soberana lucía sobre su cabeza su famosa tiara de diamantes. Al verla, la fotógrafa le comentó: “Creo que quedará mejor sin la corona. […] ¿Podríamos intentarlo sin la corona? Se verá mejor… menos elegante”.
Antes de que pudiera terminar su frase, Isabel II, un tanto molesta y sorprendida, la interrumpió: “¿Menos elegante? ¿Qué crees que es esto?”, señalando su túnica.
Una de las ayudantes de la monarca informó rápidamente a Leibovitz de que, una vez se quitase la corona, no podía volver a ponérsela. “¿No puede? Está bien…”, respondió. “Um… Bueno, tal vez… Tengo una idea: tomemos un par con ella puesta y luego se la quita. ¿Está bien?”.
La Reina, finalmente, accedió a la petición, pero también aclaró que tendría que arreglarse el pelo en mitad de la sesión.
Aquel desencuentro fue desvelado en el documental de la BBC Un año con la Reina, que siguió a la Familia Real británica a lo largo de un año.
El gran revuelo
El tráiler emitido por la BBC para promocionar el documental causó un gran revuelo. Daba a entender que la reacción de la reina había sido provocada por las preguntas de Leibovitz. A juzgar por las imágenes que se emitieron, parecía que la reina salía de la sesión de fotos, cuando, en realidad, estaba entrando a la misma.
Ante los comentarios de los medios de comunicación, la cadena y la productora emitieron una disculpa conjunta a la reina, aclarando que “los clips mostrados en un avance promocional no pretendían proporcionar una imagen completa de lo que realmente sucedió o de lo que sucederá, que se mostrará en el programa final”. “Esta fue una sesión fotográfica importante antes de la visita de la Reina a los Estados Unidos. En este tráiler, hay una secuencia que implica que la Reina abandonó una sesión prematuramente. Este no fue el caso y la secuencia real de los acontecimientos fue tergiversada”.
Angela Kelly, asistente y confidente de Isabel II, también contó en su libro El otro lado de la moneda: “Ese día, Su Majestad tenía previsto reunirse sólo con la hija de Annie y esperaba que sólo estuvieran presentes un puñado de personas”. En cambio, “cuando llegó la Reina, fue recibida por casi quince personas en la sala, paradas en línea recta, y muchos miembros de la prensa”. “Un malentendido hizo que se capturaran y transmitieran imágenes de la Reina aparentemente saliendo furiosa de la sesión de fotos. Este no fue un relato exacto de lo que ocurrió. No estaba ‘asaltada’ por ninguna parte: se dirigía al rodaje como estaba previsto y no tuvo tiempo de encontrarse con tanta gente”.
La verdad sobre el tenso momento
Más tarde, sería la propia Leibovitz quien hablaría del ‘incidente’ en la inauguración de la exposición que incluía los retratos de la reina en la National Portrait Gallery de Londres. “A la mayoría de la gente no le gusta que la fotografíen”, explicaba. “Es bastante normal que puedas tener un comienzo difícil”, justificaba, añadiendo que “estábamos todos muy nerviosos. La reina vino por el pasillo y parecía un poco perturbada. Sabía que algo estaba pasando. Todos sus vestidores estaban a seis metros de distancia, no había nadie cerca de ella. Venía con paso decidido y, cuando entro, dijo: ‘No tengo mucho tiempo”.
“Estaba enojada conmigo por llevar tanto equipo. Aparentemente, la Reina tiene otro fotógrafo que sólo viene con una bolsa de papel con cosas. ¡Le gusta tanto que ayuda a mover los muebles! Eso me encanta”.
Aun así, aclaraba, todo había ido bien, y, pese a todo, la madre del rey Carlos, quedó encantada con el resultado. Tanto es así que, al cumplir 90 años, en 2016, la Soberana volvió a confiar en ella para una nueva sesión privada donde posaba con miembros de su familia y sus amados corgis. Unos retratos únicos que, sin duda, quedarán para la posteridad.