Marta Ortega cumplió 40 años el pasado 10 de enero, una fecha muy redonda y especial que la mujer más poderosa del mundo de la moda celebró en su casa, en La Coruña. En aquel momento, Marta y su marido, Carlos Torretta, acababan de ser padres de su segundo hijo, Manuel , que vino al mundo el 16 de diciembre. Por este motivo, en lugar de una gran fiesta, la empresaria se limitó a soplar las velas en la intimidad familiar.
Con el nacimiento de este bebé, la presidenta de Inditex se convirtió en madre de familia numerosa, puesto que ya tenía a Amancio, de diez años —nacido de su primer matrimonio con el jinete profesional Sergio Álvarez Moya—, y a Matilda, de tres, la primera de su unión con Torretta. Carlos, sin embargo, quiso que este aniversario tan especial fuera recordado, por lo que organizó una fiesta sorpresa para su mujer en Madrid, a la que estaban convocados los mejores amigos de la pareja.
Para su reaparición —esta ha sido la primera salida en la que hemos podido ver a Marta tras su maternidad—, la empresaria escogió un look en blanco y negro, con falda ‘midi’ y blusa de satén, y abrigo de corte masculino. Una combinación ganadora para la ‘reina’ de la moda, que ahora lleva su melena más larga y rubia. La cita tuvo lugar en un conocido local de la capital, donde el catering fue servido por la conocida chef Samantha Vallejo-Nágera.
Tras haber sido madre por tercera vez el pasado diciembre, la presidenta de Inditex reapareció por primera vez en la reunión secreta que organizó Carlos Torretta
Entre los invitados se encontraban algunos de los íntimos de la hija de Amancio Ortega, como la modelo Eugenia Silva y su pareja, Alfonso de Borbón; el empresario Ramón Hermosilla y su mujer, la chef mexicana Karla Covarrubias; Carlos Cortina y su mujer, Carla Vega-Penichet, quienes el pasado 23 de agosto se convirtieron en padres de su primer hijo, Perico, e Isabelle Junot y Álvaro Falcó, marqueses de Cubas, quienes también estrenaron paternidad en junio pasado de una niña, Phillippa.A pesar de llevar una vida tranquila en La Coruña, donde nadie les molesta, Marta y Carlos tienen un estrecho contacto y ven con asiduidad a sus amigos. Los fines de semana que no van al pazo de Aián, que se compraron el año pasado, o al de sus padres, el de Drozo, en Ancéis, suelen escaparse a Madrid o a alguna ciudad europea.