Ricky Rubio ha retomado este martes su actividad profesional con el Barça después de seis meses alejado del baloncesto para cuidar su salud mental y casi nueve de su último partido oficial. De momento, el base, de 33 años, solo participará en los entrenamientos del club azulgrana. Si se siente a gusto, cerraría su regreso con el que fue campeón de Europa antes de marcharse a la NBA. "Ha llegado el momento de entrar en la fase final de mi recuperación. Llevo unas semanas dándole vueltas y, tras otras tantas trabajando mente y cuerpo, me veo con ganas y fuerzas de ver cómo reacciono con un balón en mis manos", ha dicho.
El jugador de el Masnou anunció el 5 de agosto de 2023 que hacía un alto en su carrera tras sentir que había tocado fondo. "El 30 de julio fue uno de los días más duros de mi vida", ha reconocido ahora en una entrevista concedida a la publicación deportiva The Athletic, en referencia a los días previos al momento en el que decidió parar y abandonar la concentración de la Selección para el Mundial 2023. "Tengo escalofríos pensando en los días en los que todo era oscuro. Había algo que me nublaba la mente, que no podía superar. Ahora estoy mucho mejor con la ayuda que necesitaba recibir, y me estoy reconstruyendo de dentro hacia fuera, y no de fuera hacia dentro", ha explicado.
- Ricky Rubio recuerda a su madre en una emotiva carta: 'Nos tenemos para siempre'
A principios de año, Ricky puso fin a su carrera en la NBA y desde entonces reside en la actualidad en Tiana, un bonito pueblo a 15 kilómetros de Barcelona con poco más de 8.000 habitantes. Allí continúa con su recuperación al lado de su novia Sara Colomé, que tiene un restaurante en Badalona y prefiere mantenerse en un segundo plano. De hecho, aunque el jugador ha compartido cariñosas imágenes a su lado, normalmente ella prefiere salir de espaldas. A pesar de que la discreción es su máxima, en 2019 protagonizaron esta romántica imagen durante la celebración en la madrileña plaza de Colón de la victoria de la Roja en el Mundial de baloncesto.
La pareja lleva una vida muy tranquila con su hijo Liam, que acaba de cumplir cuatro años. La llegada del pequeño fue un soplo de alegría para el jugador tras el fallecimiento de su madre, Tona Vives, a finales de mayo de 2016 después de intentar superar desde 2012 un cáncer de pulmón. Ricky tuvo que ir a terapia para aceptar la pérdida y logró salir adelante gracias a sus familiares y amigos. "Estaba perdido, no sabía quién era, tenía que reconstruirme. Creo que a mucha gente le pasa, un momento en el que se pierde y necesita reencontrarse con los motivos para vivir. Por suerte, yo lo controlé a tiempo. Ahora sé que no estoy solo. Sé que cuando explicas las cosas, la gente te entiende. Somos seres humanos, pasamos por cosas similares en contextos distintos. Hay que apoyarse unos a otros, recurrir a los demás, buscar a las personas a las que amas. Pero no voy a mentir, es un proceso duro", ha contado en la entrevista.
Tras la muerte de su madre, el jugador se volcó en la lucha contra el cáncer y a través de su fundación ha impulsado numerosos proyectos. En 2019 produjo un documental sobre un niño enfermo de cáncer y jugador del equipo de baloncesto de Mataró y colaboró en la creación una sala para que pacientes oncológicos y familiares puedan distraerse, leer y hablar con otras personas en el Hospital Universitario Dexeus (Barcelona). "Mi madre estaría más orgullosa de verme inaugurar esta sala que de haber ganado un Mundial", dijo en durante la inauguración.
En estos meses alejado del baloncesto, Ricky ha comenzado a jugar al golf y se ha dedicado a trabajar en su fundación. "Estoy más orgulloso por la parte social que está llevando a cabo. Creó una fundación que cada vez va a más después de la muerte de su madre y es lo que realmente le está llenando ahora. Cuando murió su madre, se lo prometió y fundó una pequeña fundación en Estados Unidos", contó Esteve Rubio, padre del jugador, en la Cadena Ser. "Como padre, lo que quiero es su felicidad. Estoy muy contento de verlo como lo veo, así que ahora a esperar a ver qué pasa", manifestó.
Además del apoyo incondicional de su padre, Ricky cuenta con el cariño de su hermano Marc, dos años mayor que él y también un apasionado del baloncesto, y su hermana Laia, de 27 años. Los cuatro forman un gran equipo y siguen adelante con el recuerdo de Tona más vivo que nunca.