Han pasado más de 50 años de la tragedia de los Andes, pero el testimonio de los supervivientes está de plena actualidad debido al impacto que ha generado La sociedad de la nieve, la película de J.A. Bayona que representará a España en la próxima edición de los Oscar. De los 45 pasajeros del vuelo 571 de la Fuerza Aérea Uruguaya lograron sobrevivir 29 al impacto. Sin embargo, tras 72 días atrapados en uno de los entornos más hostiles e inaccesibles del planeta, solo quedaron con vida 16 personas, entre ellas, los primos Strauch: Fito (1948), Daniel (1946) y Eduardo (1947).
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- Así están los supervivientes de los Andes 51 años después del rescate
Al ser los más mayores del grupo, los tres tuvieron un papel clave dentro de la sociedad que se creo de la nada en mitad de la cordillera. Fito, además de elaborar gafas de sol para protegerse de la intensa luz y poner en marcha el sistema para derretir hielo y poder disponer de agua para beber, fue quien "inició el tema" de la disección de los cadáveres y fue el primero que probó un trozo de carne. Para "restar importancia" a aquella durísima situación, bromeó con que sabía "a jamón crudo sin sal". "Se trataba de la vida del grupo. La riqueza eran los cadáveres, era lo único que nos mantenía vivos", contó en Lo de Évole, el programa de Jordi Évole en laSexta.
Fito llevó a cabo este dolorosísimo cometido con la ayuda de sus primos. "Sacábamos un pedazo de un cuerpo y lo repartíamos entre todos, en parejas de trocitos iguales y nadie se quejaba", recordó. En este sentido, Daniel contó que ellos eran los únicos que sabían "qué cuerpos se habían usado" para evitar un mayor sufrimiento a sus compañeros. Sobre el criterio para elegir un cadaver u otro, Fito añadió: "Era mucho más fácil hacerlo con una persona que no conoces que con un amigo que es cercano. Nos tocó una tarea bastante desagradable".
Eduardo, por su parte, destacó que "lo increíble del ser humano es que a los pocos días era como comer pollo". "Yo no tuve ningún problema porque la mente se bloqueó. Si no, hubiéramos enloquecido", expresó. Pese a ello, el hambre siguió presente. "La porción diaria sería dos alfajores como mucho, frenamos la caída, el debilitamiento, pero seguíamos perdiendo peso", detalló.
Daniel, en cambio, dijo que él nunca sintió hambre ni frío en la montaña, pero sí una sed tremenda. "Yo durante los 72 días nunca sentí hambre, nunca. Y tampoco sentí frío. Sentí sed, siempre. Al final hacíamos diez litros de agua, pero era como tomar agua destilada, no tenía sales entonces la sensación de sed la seguías teniendo. Te inflaba la panza y... pum". Fito le dio la razón y añadió: "El hambre no duele, la sed sí duele".
Al hablar sobre el tema de la comida, los Strauch recordaron el importante papel de Marcelo, el capitán del equipo de rugby que falleció antes de ser rescatado, para lograr que las personas que se negaban a comer finalmente lo hicieran. "Hubo algo muy bueno que pasó sobre el día 14, que se le ocurrió a Marcelo, y es que para que comieran los que no querían, agarramos una chapa de aluminio del respaldo de los asientos, rompimos un cajón de madera de Coca Cola, y con eso hicimos un fueguito. Así, cortamos una cantidad de trozos y se hicieron a la plancha, y todos los que no habían podido comer, comieron un churrasquito, y fue mucho mejor", recordó Fito.
Durante los dos meses y medio que estuvieron perdidos en la montaña, los primos Strauch vivieron momentos que a día de hoy les siguen dejando sin aliento. Uno de ellos es cuando Fito se encontró el cadáver de otro de sus primos que viajaba en el avión. "Fue una horrible encontrar a mi primo hermano congelado y con la cara quemada por el sol", lamentó. En ese instante sintió un dolor tan fuerte que decidió bajar su cuerpo al lugar donde estaba el resto y enterrarlo. "No pude pensar más. Había un flap del avión que estaba cerca, y puse a mi primo encima del flap, tipo trineo, y lo bajé con Zerbino, montados sobre el cuerpo, y lo enterramos. Era mi primo hermano", relató entre lágrimas.
Otro episodio increíblemente "horroroso" fue cuando un alud les dejó sepultados bajo la nieve varios días y una persona del grupo, de la que no han desvelado su nombre, decidió "abrir un cuerpo delante de todos". "Era una falta de sentido estético enorme. Nadie quería comer de ahí. Hubo malestar. Ahí apareció el primer cuerpo con nombre y apellido y delante de todos, y fue horrible", manifestó Fito.
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Asimismo, Daniel añadió que nunca olvidará el momento del rescate porque la felicidad que sentía se vio empañada por un dolorosa imagen: "Había un deshielo brutal y todos los cuerpos que habíamos tapado con la nieve estaban destapados". Esto provocó que no pudieran ocultar lo que allí había ocurrido. "Nosotros no tuvimos más remedio que contar la verdad. Sí hubiéramos podido esconderla, la habríamos escondido, como hizo todo el mundo, pero no tuvimos más remedio. Es la primera vez en Occidente que se cuenta que hubo antropofagia, porque siempre se pudo esconder, pero nosotros no pudimos", argumentó Fito. Eduardo, por su parte, reconoció que él se lo hubiera contado únicamente a sus "hijos, hermanos, y amigos", pero hubiese evitado que saliera en los medios.