Decía Pablo Picasso que el camino de la juventud lleva toda una vida. Pues bien, Irene Urdangarin abre su propia senda a sus 18 años. Como ya contábamos el pasado septiembre, la hija de la Infanta Cristina ha decidido tomarse un año sabático. Porque, antes de enfrentarse a miles de tomos de Historia del Derecho —por mencionar una opción, quién sabe— para, después, entrar de lleno en el mundo laboral y darse cuenta de que si la juventud era una enfermedad, ella se ha curado demasiado pronto, Irene ha puesto un punto y coma. Y ha considerado hacer eso que mucho tenemos clavado como asignatura pendiente. Juan, uno de sus hermanos mayores, le habló de otras opciones y, en especial, de una que supone un sacrificio, enfrentarse a lo desconocido e, incluso, a escenarios que poco o nada tienen que ver con las comodidades del Primer Mundo. En definitiva, una oportunidad para crecer personal y profesionalmente: salir de voluntaria a Camboya.
En concreto, Juan le contó lo que supuso para él pasar por la Fundación del jesuíta Kike Figaredo, en 2018, amigo íntimo de la familia, una expereincia inolvidable en la ciudad de Battambang que Irene no querría, ahora, perderse de ninguna de las maneras y vivir en primer persona realizando labores humanitarias . De ahí que, en octubre, tal y como contamos en ¡HOLA!, asistiera a un curso de asesoramiento en la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Medialuna Roja, para prepararse y después, buscar destino donde llevar la mochila al hombro como cooperante. Y también, otra de las razones por las que se sacó el carnet de conducir con tanta premura antes de Navidades, un regalo de su abuelo el rey Juan Carlos I, sí, pero un punto a su favor también para servir de más ayuda en sus misiones humanitarias.
Los últimos tiempos no han sido fáciles. Su padre se vio privado de libertad, después llegaría la separación de sus padres, el vuelo de sus hermanos fuera del nido… Y ahora, tras el afianzamiento de la relación de Iñaki Urdangarin con Ainhoa Armentia, el divorcio… Era normal que Irene, al cumplir los 18 años, quisiera también tomar las riendas de su futuro y emprender nuevos planes. Máxime, cuando su propia madre, en 1983, con la selectividad aprobada, también se tomó un año sabático. Vivió en Londres todo un curso, mejorando su nivel en inglés, francés y griego. Y después, al año siguiente, se matriculó en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociología de la Complutense de Madrid.
Irene, tras haber cursado colegio e instituto en Ginebra, ya habla perfectamente cinco idiomas —francés, inglés, español, catalán y alemán— y su pretensión va por otro lado. Quizás más acorde con los nuevos rumbos de la sociedad, más implicada con los problemas a los que se enfrenta el planeta y, muy en línea con el compromiso de otros jóvenes de su misma edad: explorar mundo pero también, mejorarlo.
Todos en casa han apoyado su decisión. Y si bien es cierto que la idea inicial de dedicarse al mundo de la hostelería no es que quede abandonada por completo, sí que, por ahora, L’Ecole Hôteliere de Lausana, va a tener que esperar. También, el EHL Hospitality Business School de la misma ciudad helvética, considerada la mejor Universidad del mundo en Administración de Empresas y Gestión Hotelera, y que podría haber sido otra de sus opciones tal y como hicieron pensar sus publicaciones en IG… O muy probablemente, ambas opciones queden descartadas cuando regrese del país del sudeste asiático. Enfrentarte de lleno con una realidad casi divergente a la tuya te cambia la perspectiva de lado a lado. De hecho, Juan estudió Relaciones Internacionales y, después de varios años de voluntariado, ha encontrado su camino en el mundo de la energía sostenible.
Pero no es éste tan solo Camboya el único destino que maneja, Irene. Según ha podido saber ¡HOLA!. Mozambique también le apasiona. Y la región de Bharat, antes India, tan querida por su abuela doña Sofía, está en su punto de mira… No obstante, para su primer viaje, Irene no habría estado sola. Su madre ha viajado junto a ella hasta Nueva Delhi , donde juntas visitaron varios proyectos en los que ha trabajado la Infanta en su labor como directora del Área Internacional de la Fundación La Caixa para, después, ya en solitario, coger un avión hacia Camboya. Irene ya vuela sola.