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EXCLUSIVA

La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin firman su divorcio en secreto

Dos años después de anunciar su separación


24 de enero de 2024 - 7:49 CET

Nuevo año, nueva vida. La  infanta Cristina e Iñaki Urdangarin han firmado su divorcio de mutuo acuerdo. Ante notario, cumpliendo los requisitos exigidos por el Código Civil y asistidos por su abogado de familia.

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HO418 INFANTA CRISTINA DIVORCIO© CordonPress
Sobre estas líneas, la infanta, que tiene 58 años. Sigue llevando la alianza y no se espera que hagan un comunicado anunciando su divorcio. Iñaki —cumplió 56 años el 15 de enero— sí empieza una nueva vida

Se casaron en Barcelona, el 4 de octubre de 1997, ante Reyes y príncipes de todo el mundo, y, 26 años después, han puesto fin a su matrimonio en el más absoluto secreto y sin que haya trascendido la fecha exacta, aunque, según nuestras fuentes, eran ya dos personas libres a principios de enero.

Pusieron fin a su matrimonio a finales de diciembre, antes de que doña Cistina viajara a Abu Dabi para asistir al 86 cumpleaños del Rey Juan Carlos

Desde que anunciaron su separación, el lunes 24 de enero de 2022, fuentes cercanas a doña Cristina avanzaron a ¡HOLA! que iría despacio, que no se dejaría presionar por nadie y que el divorcio tardaría, y se ha cumplido. Según diferentes informaciones hubo intención de disolución de matrimonio meses después de que su hija, Irene, alcanzara la mayoría de edad, el 5 de junio de 2023. Ya no tenían que pasar por un juzgado ni llegar a un convenio expreso de guardia y custodia, pero surgieron flecos que dieron lugar a pequeños cambios en la redacción del convenio regulador y no fue posible. Finalmente, y habiendo llegado al acuerdo definitivo en diciembre, pusieron fin a su vínculo matrimonial en los últimos días de 2023. Así lo apuntan nuestras fuentes, pero sin descartar que pudieran haber firmado a principios de 2024, antes de que doña Cristina viajara a Abu Dabi con Pablo e Irene para asistir al cumpleaños del Rey don Juan Carlos.

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Se conocieron en el verano de 1996, durante los Juegos Olímpicos de Atlanta, y el 31 de abril de 1997 Casa Real anunció que doña Cristina contraería matrimonio con Iñaki Urdangarín. Se casaron el 4 de octubre de ese mismo año en la catedral de Barcelona, ante 1.500 invitados, y se acaban de divorciar después de una separación de dos años y 26 de casados.

Juntos en la notaría

Como estaba previsto inicialmente, aunque pensaron en divorciarse en Ginebra para evitar filtraciones durante un tiempo, el procedimiento se llevó a cabo en la Ciudad Condal, donde vivieron su historia de amor, crearon su primer hogar y nacieron todos sus hijos.

La infanta y Urdangarín optaron por el divorcio notarial (introducido en el año 2015 por la Ley de Jurisdicción Voluntaria), que es la vía más rápida para poner fin a la unión matrimonial. 

Acudieron juntos, sin sus hijos, y con su abogado de familia a una notaría de Barcelona, sin que haya trascendido la fecha exacta

Además de la documentación requerida, doña Cristina e Iñaki presentaron el convenio regulador, cuyo contenido mínimo está señalado en el artículo 90 del Código Civil y se incluye en la escritura de divorcio.

Si bien se exigió la presencia de los dos a la vez para firmar la escritura (es obligatorio para todos cónyuges), hemos podido confirmar que no estuvieron acompañados por sus hijos. Juan, Pablo, Miguel e Irene tuvieron que prestar consentimiento respecto a las medidas tomadas que afectan a sus vidas, pero la ley no exige presencia personal, por lo que se deduce que estuvieron representados por un apoderado.

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Doña Cristina e Iñaki, que no recibirá indemnización ni pensión , llegaron a un acuerdo económico para cubrir los gastos comunes de sus hijos y tener los dos las mismas oportunidades dada la enorme diferencia de ingresos entre ambos. Es una cantidad que variará según las necesidades. Asimismo, en lo que respecta a la propiedad de Bidart, que tanto ha dado que hablar, seguirá siendo de doña Cristina (única propietaria), aunque cuando sus hijos acudan a esta localidad francesa para estar con su padre, Iñaki también podrá usarla.

Otra etapa

Dos años después de salir a la luz las imágenes de Iñaki paseando de la mano con Ainhoa Armentia y de anunciar su separación, ambos son libres de rehacer sus vidas, pero con una gran diferencia. Mientras que Iñaki empieza otra etapa yéndose a vivir con su novia, para doña Cristina todo seguirá prácticamente igual: vida en Ginebra, viajes frecuentes a España por trabajo y para estar con su familia y cero planes de recomponer su vida sentimental. Como su hermana, la infanta Elena, “es de una vez y se acabó”, apuntan nuestras fuentes. Y añaden: “No volverá a casarse, a diferencia de Iñaki y Ainhoa, que sí han hablado de ello y es más que probable que acaben contrayendo matrimonio en el futuro”.

Iñaki no recibirá indemnización ni pensión y el piso de Bidart (Francia) seguirá siendo de doña Cristina

La infanta, que lo pasó fatal y no pudo llorar más porque se sintió muy engañada, ha cerrado capítulo y está lista para lo que venga, aunque tendrá que hacerse a la soledad, ya que, por primera vez, no tendrá a su lado a ninguno de sus hijos en el día a día.

Los hijos, encaminados

Juan, de 24 años, trabaja en Londres. Cuando terminó la carrera de Relaciones Internacionales en Reino Unido, no tenía muy claro qué camino tomar, pero, tras ejercer casi un año como voluntario de diferentes ONG, encontró su sitio en Extreme E, empresa de Alejandro Agag, yerno de José María Aznar y Ana Botella. Es un joven responsable, tímido y muy trabajador que comparte piso con amigos y viaja mucho para impulsar el uso del coche eléctrico. De ahí que no pudiera asistir al 18 cumpleaños de su prima la princesa Leonor, porque estaba en Chile.

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Para doña Cristina, todo seguirá prácticamente igual, aunque tendrá que hacerse a la soledad en Ginebra, ya que, por primera vez, no tendrá a su lado a ninguno de sus hijos en el día a día: Juan (24), Pablo (23), Miguel (21), e Irene (18). Arriba, en su peor momento (horas de angustia ante el juez), en Mallorca, 2016. Sobre estas líneas, en sus últimas vacaciones como matrimonio, en Baqueira Beret, y en su primer verano en Bidart como separados

Pablo, de 23, el más conocido de los hijos, concilia su carrera deportiva como jugador del equipo de balonmano Fraikin BM Granollers con sus estudios de Sport Management. Es el único de los hermanos que tiene novia, aunque este año están separados. Johanna Zott, que ha entrado por la puerta grande en la familia y ya conoce a los abuelos maternos de Pablo, vive ahora en Múnich, donde estudia un año de Medicina con una beca Erasmus.

Miguel, de 21 años, es la discreción personalizada y el que, al igual que Juan, siempre consigue estar en un segundo plano. El pasado mes de julio se licenció en Ciencias del Mar, grado que cursó en la Universidad de Southampton, y sigue muy enfocado en los estudios. De los cuatro hermanos, siempre ha sido el que mejores notas ha llevado a casa y ahora está haciendo un máster.

La infanta y Urdangarín llegaron a un acuerdo económico para cubrir los gastos de sus hijos y tener los dos las mismas oportunidades

En cuanto a Irene, de 18 años, acaba de poner rumbo a Asia para trabajar como voluntaria en Camboya. Como avanzó ¡HOLA! en exclusiva el pasado septiembre, decidió tomarse un año sabático antes de ir a la universidad. Juan le habló del país y de lo que significó pasar por la fundación del jesuita Kike Figaredo, en 2018, y estaba deseando vivir en persona una experiencia similar realizando labores humanitarias. De ahí que, en octubre, asistiera a un curso de asesoramiento en la Federación Internacional de Sociedades de la Cruz Roja y de la Medialuna Roja, buscando destino como cooperante.

La infanta Cristina la acompañó hasta India, donde visitó varios proyectos a su cargo —destinados a mejorar la vida de la población local— como directora del Área Internacional de la Fundación La Caixa. Y, después, Irene tomaría un vuelo en Nueva Delhi hacia su nuevo destino y aventura, que durará alrededor de seis meses.

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Se casarán

Nadie lo esperaba, pero el romance clandestino, que no era flor de un día, se ha convertido en una gran historia de amor. Iñaki está a mil años luz del que fue su tiempo como duque de Palma, aunque sabe que no está todo ganado. Para Claire Liebaert, de 88 años, la infanta sigue siendo su nuera (doña Cristina se refiere a ella también como su suegra) y para sus cuatro hijos, está ante todo el respeto a su madre. Adoran a Iñaki —se ve en los abrazos que se dan—, pero también a doña Cristina, y seguirán marcando distancias con Ainhoa… Están felices por él, pero no formarán parte de su mundo más privado.

Cristina se ha quedado sola —su hija, Irene, ya está en Asia trabajando como voluntaria—, mientras que su exmarido empieza otra etapa junto a Ainhoa y con trabajo nuevo

La pareja ha disfrutado de  escapadas y encuentros en casa de amigos durante estos dos años, pero, con el divorcio en la mano, ha llegado la hora de dar otros pasos. Ainhoa seguirá turnándose con su exmarido, Manuel Ruiz, el que fue su domicilio conyugal —tienen acuerdo de anidamiento para que sus hijos no se tengan que mover— y seguirá con su rutina, aunque ya no dormirá en casa de su padre. Tendrá un nuevo hogar junto a Iñaki, quien ha sido bien acogido por sus hijos, el mayor de 19 y el pequeño de 15.

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La vida sonríe a Iñaki de muchas maneras. También ha encontrado un nuevo trabajo y, el próximo mes de abril, cuando se cumplan los cinco años y diez meses a los que fue sentenciado, terminará definitivamente la pesadilla del caso Nóos. De la libertad condicional, que obtuvo en 2022, a la definitiva. Entonces será un hombre nuevo con una vida nueva.

La infanta puso a Iñaki Urdangarín muy por encima de su familia, cambió de país dos veces (en 2009 se trasladaron a Washington, Estados Unidos, y en 2013 se mudaron a Ginebra), tuvo que sentarse en el banquillo de los acusados, perdió su ducado de Palma, se enfrentó a su hermano, el Rey, su mayor confidente… Lo hizo por amor y porque estaba convencida de que su matrimonio era indestructible, hasta que la traición la arrolló como un tsunami. Dos años después, ha llegado el punto y aparte de una vida inesperada, aunque no se espera ningún comunicado.

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