Las princesas herederas de Europa están en el punto de mira. Han crecido siendo conscientes de cuál es su importante papel -ocupar, algún día, el trono-. La nueva generación que se abre paso está preparada -sigue una formación exquisita- y acostumbrada a la popularidad que ello conlleva… Aunque no todo está siendo un cuento de hadas. En algunas ocasiones, han tenido que hacer frente a momentos especialmente delicados. Sin ir más lejos, hace tan sólo unos días, se publicaba que Ingrid de Noruega había sido amenazada. Y no es la única. Amalia de Holanda también ha estado en peligro.
Alarma en la casa Real noruega
Los hechos ocurrieron el pasado día 10 cuando, en el control de aduanas del aeropuerto de Oslo, los agentes detectaron en el equipaje de un ciudadano americano varias armas de fuego y un cuaderno con datos y direcciones de la Familia Real noruega.
Según la prensa, el hombre de nombre desconocido y 40años edad declaró durante el interrogatorio policial que las armas las llevaba por su propia seguridad y, para asombro de los agentes, que la información sobre la familia real obedecía a su voluntad de casarse con la princesa Ingrid Alexandra. Al día siguiente, el incidente quedó zanjado con el arresto del ciudadano por violar la estricta Ley de Armas de Noruega.
Según informó la policía no es la primera vez que este individuo, intenta acosar a la Familia Real. Ya en 2021 fue deportado del país escandinavo por merodear en el palacio donde viven los reyes y en la residencia de Haakon y Mette-Marit, padres de Ingrid. En esta ocasión, a fin de evitar el proceso penal, la fiscalía y la defensa acordaron una nueva deportación.
El caso ha generado máxima alarma en palacio, aunque la princesa Ingrid, que vive independiente en un apartamento en el centro de Oslo, cuando se produjo la detención se encontraba a mucha distancia de la capital. La futura reina ha comenzado una nueva etapa en las Fuerzas Armadas de Noruega, de las que será un día comandante en jefe. La recluta Alexandra -así se hace llamar- presta su servicio inicial en el Batallón de Ingenieros de la Brigada Norte el campamento de Skjold en Indre Troms, y está tranquila y muy segura. Rodeada de militares, compartiendo habitación con otras reclutas… una soldado entre soldados.
Como Amalia de Holanda
El episodio ha recordado el grave incidente sufrido por la princesa Amalia de los Países Bajos, cuando recibió amenazas de secuestro y hasta de muerte de una organización mafiosa, aunque no se puede comparar ni de lejos. La joven heredera al trono holandés vio truncado uno de sus mayores sueños: disfrutar de la experiencia universitaria. Tuvo que abandonar el piso donde residía, junto a otros estudiantes, en Ámsterdam; y los Reyes Guillermo y Máxima confirmaron que su hija “no podía salir a la calle”. “No es agradable ver a tu hija vivir así”, comentaba una emocionada Máxima de Holanda.
La propia Amalia habló de ello en su primer viaje oficial -una gira por el Caribe-: “Voy a ser muy sincera. Todavía estoy pasándolo muy mal. Echo de menos la vida normal, la vida de una estudiante. Pasear por las calles, poder ir a una tienda…”.
La hija de la reina Máxima ya había sido amenazada y acosada en 2020 cuando tenía 16 años con mensajes de “naturaleza violenta, sexual y aterradora”. El soldado acabó en prisión durante tres meses y, después tuvo que asistir a terapia obligatoria durante cuatro años.
Por razones muy diferentes, las princesas están en el foco y esto lo abarca todo. También su seguridad porque su mundo también ha cambiado muchísimo. Se dieron casos como el de Leonor de Aquitania, que era una reina de armas tomar y frustró dos intentos de secuestro, pero podría decirse que, a lo largo de los siglos, las princesas rara vez se enfrentaban a un peligro real porque hacían la vida en palacio y cuando viajaban las acompañaban grandes séquitos.
Haakon estuvo a punto de ser secuestrado
En las últimas generaciones, la que corrió verdaderamente peligro fue la princesa Ana de Inglaterra. Tenía sólo 23 años y estuvo a punto de ser secuestrada en 1974 por un hombre con graves problemas de salud mental. Hubo disparos y lo sucedido pasó a la historia. El secuestrador, Ian Ball le dijo encañonándola con su arma: “quiero que venga conmigo un par de días, y dos millones. ¿Le importa salir del coche?” “Ni de coña, y no tengo dos millones de libras”, contestó la hija de Isabel II.
Muchos años después, en 1999, también el propio padre de la princesa Ingrid, el príncipe Haakon, sufrió un intento de secuestro. El futuro Rey tenía 26 años cuando la mafia intentó usarlo como moneda de cambio para sacar a su líder de la cárcel. La noticia no se hizo pública al momento y se descubrió tiempo después cuando el periodista noruego Per Egil Hegge lo contó en una biografía del rey Harald.
Cada vez son más numerosos los episodios relacionados con la seguridad de las familias reales y sus palacios. Estos días, el periódico Nieuswblad publicaba una historia bastante sorprendente: a las 3 de la madrugada del 17 de enero fue encontrada una mujer durmiendo en una cama en uno de los apartamentos amueblados del Palacio Real de Bruselas. Los perímetros se han reforzado muchísimo en los últimos años, empezando por Buckingham, que ha sufrido varias violaciones de control y defensa, aunque la mayor brecha de seguridad se sitúa en 1982 cuando Michael Fagan, un pintor y decorador, entró en la habitación de Isabel II mientras dormía. Era la segunda vez que burlaba la vigilancia. En la primera “visita” se paseó por el palacio, comió galletas, bebió vino, se sentó en el trono… En la segunda, llegó hasta la habitación de la Reina, descorrió las cortinas y la despertó. Y la Reina le dijo: ‘¿Qué haces aquí?”