Lo que Gigi Hadid ha unido, que no lo separe ningún hombre. Taylor Swift y Blake Lively son inseparables y ni el amor por Ryan Reynolds y Travis Kelce logra retenerlas toda la semana en casa. Porque desde que la modelo israelí las presentó, allá por 2015, y después de que la de Shake it off se pusiera a las órdenes de la protagonista de Gossip girl en el rodaje del videoclip I bet you think about me, las dos bellas estrellas lo comparten todo. También el hombro en el que apoyarse cuando una u otra flaquea ante las injusticias.
En los últimos meses, Swift y Lively se han dejado ver en infinidad de —divertidas— ocasiones: desde palco del estadio de Nueva Jersey, donde vieron a Travis enfrentarse a los New York Jets, hasta el ‘fiestón’ por el 34 cumpleaños de la mujer más influyente del mundo. Pero ahora, en un momento más crítico, también están juntas. Y poniéndose el mundo ‘por minifalda’. Porque la cantante, pese a ser milmillonaria y una triunfadora, es una de las mujeres más vilipendiadas del showbusiness, tal y como volvió a demostrarse dentro y fuera de la última edición de los Globos de Oro.
Taylor Swift volvía a vestirse de verde, como ya hizo en los Globos de Oro, en un nuevo guiño a sus ‘fans’
Allí, Taylor no solo sufrió las chanzas del presentador, Jo Koy, que menospreció su lugar en la industria, sino que, después, en las redes —y en la prensa ‘seria’— sufrió otro revés, quizás fruto de la envidia o por su actitud beligerante en la lucha por los derechos de la mujer y el colectivo LGTBIQ+. Su proximidad con sus íntimas Selena Gomez y Keleigh Sperry, con quienes protagonizó, por cierto, uno de los momentos más comentados y virales de la noche, por el affair ‘Chalamet-Jenner’, la volvieron a poner en la diana de aquellos que dudan de su verdadera orientación sexual.