A sangre fría. Así iba a acabar una de las relaciones más icónicas del glamouroso universo estadounidense de los 60. A un lado, el brillante escritor Truman Capote. Al otro, Babe Paley, icono de la moda que, aparte de pionera en el universo influencer, fue una destacada editora de la revista Vogue. Dos vidas paralelas cuya amistad transformada en desastre rescata para la pequeña pantalla la segunda temporada de la serie Feud:Capote vs The Swans, creada por Ryan Murphy. Y ahí, en el título, encontramos la referencia a uno de los mayores escándalos sufridos por la alta sociedad. La revelación de las intimidades de las mujeres estadounidenses del momento que, seducidas por Capote, abrieron su corazón y sus secretos a un escritor que las apodaba cariñosamente 'swans'. Sus cisnes.
En la ficción que empieza a emitirse el 31 de enero en Estados Unidos, el actor Tom Hollander interpreta a Truman Capote, mientras que Naomi Watts da vida a Babe Paley, a quien el escritor definió como alguien que "sólo tenía un defecto: era perfecta". Lo que no iba a impedir a Capote convertir en literatura uno de sus más dolorosos secretos.
Nacida como Bárbara Cushing el 5 de julio de 1915 en Boston, Massachusetts, la protagonista de esta historia tuvo una infancia adinerada. Su padre era un respetado neurocirujano, lo que colocaba a la familia en una buena posición y facilitó que la joven debutase en sociedad en 1934 junto a varios miembros de los Roosvelt y otras jóvenes de renombre.
En 1938 Bárbara, más conocida como Babe, destacó convirtiéndose en editora de moda de la revista Vogue, y dos años después se casó con el ejecutivo publicitario Stanley Grafton Mortimer Jr, con quien tuvo dos hijos, Stanley Grafton Mortimer y Amanda Jay Mortimer. Aquel matrimonio duró seis años y, tras el divorcio, Babe se casó con uno de los hombres del momento, William S. Paley, fundador de la Columbia Broadcasting System, la mítica CBS. Y a partir de ahí el interés de Babe por la moda y su reconocido gusto acabaron convirtiéndola en una celebridad a tiempo completo. Un trabajo que hacía mejor que bien.
Aquella mujer era una bendición para cualquier diseñador. Lucía como nadie las creaciones de Valentino, Balenciaga, Givenchy o Roy Halston, hasta el punto de que en 1941 Time la nombró la segunda mujer mejor vestida del mundo. La primera fue Wallis Simpson, esposa del duque de Windsor. Su forma de vestir era replicada por miles de mujeres. Su maquillaje, copiado. El peinado, reproducido una y otra vez. Incluso cuando decidió abrazar sus canas en vez de teñir su cabello. La situación llegó al punto de que una fotografía de Babe Paley con un pañuelo atado al bolsó provocó el que las estadounidenses se lanzaran a imitar esa forma tan revolucionaria de combinar dos complementos.
Aparte de ser una atractiva mujer exquisita en el vestir, era reconocida por lo bien que se manejaba en sociedad, conquistando con su pulida educación, encanto, ingenio y lo detallista de su charla a sus interlocutores. Según cuentan, recordaba los nombres de todas las personas con las que hablaba y siempre se interesaba por sus familias. Era una gran anfitriona. Sus cenas, fiestas y actividades eran, sencillamente, el mejor lugar en el que uno podía estar. Y eso lo sabía bien uno de sus amigos, Truman Capote. Aquel que iba a traicionarla.
El origen de esta amistad tiene su gracia. El productor David O.Selznick, mundialmente conocido por Lo que el viento se llevó, coincidió un día con el matrimonio Paley y les preguntó si podía traerles un día a su amigo Truman. Los Paley aceptaron la sugerente proposición imaginando que el bueno de David se refería al 33º presidente de Estados Unidos, Harry S. Truman. Pero aquel Truman era Capote. Al matrimonio no le importó en absoluto esta confusión y Babe acabó convirtiéndose en íntima del escritor. Y éste elevó a Babe a la categoría de "cisne", siendo una de las mujeres a las que más admiró.
A menudo pudo vérselos compartiendo la noche, los restaurantes de lujo y las fiestas de la jet set. Hasta que un día Capote se dejó llevar por lo afilado de su pluma y escribió La Côte Basque. 1965, un extenso artículo que contaba sin ningún tipo de sonrojo los secretos de alcoba que sus cisnes le habían confiado. Tras ser publicado en Esquire en 1975, los lectores comprendieron rápidamente que detrás de cada nombre ficticio aquel relato ocultaba un personaje real. Y toda la sociedad estadounidense fue capaz de descifrar las verdades que allí se contaban.
La más afectada por las líneas de Capote fue Babe Paley, que comprendió que Sidney Dillon, uno de los personajes de Capote, era idéntico a su marido, un poderoso judío, asesor de presidentes y mujeriego empedernido. También comprendió que Cleo, su esposa, se parecía demasiado a ella. En el relato, Capote cuenta que Cleo nunca se enteró de la aventura de su marido con la mujer de un gobenador. En la vida real, en cambio, esa esposa, que era Babe Paley, sí llegó a conocer la infidelidad de su esposo, pero lo mantuvo oculto hasta que Capote, que conocía la historia como confidente de sus "cisnes", acabó destapando el terrible secreto.
El atrevimiento de Capote fue castigado con su expulsión del ambiente en el que se movía la jet set estadounidense, esa que dominó su amiga Babe hasta que un cáncer de pulmón, que ya le había sido diagnosticado durante el episodio, la mató el 6 de julio de 1978, un día después de cumplir 63 años. "¿Qué esperaban? Soy escritor", se limitó a decir Capote tras esta traición.
Babe planeó su propio funeral hasta el último detalle, incluyendo la comida y el vino que se servirían en el almuerzo. También repartió meticulosamente sus pertenencias entre familiares y amigos, y especificó cómo debían distribuirse después de su fallecimiento. Capote, por su parte, falleció el 25 de agosto de 1984 de insuficiencia hepática. Tenía 59 años.