“Ha sido un palo durísimo”, nos confiesa un generoso Bertín Osborne, casi sin fuerzas para contestar. Los primeros días de 2024 están siendo muy difíciles para el cantante. Muy poco después de concedernos una sincerísima entrevista en exclusiva, en la que nos abría su corazón y, también, su refugio sevillano, donde ha celebrado la Navidad junto a su familia, este hombre que parece un gigante se ha visto obligado a guardar cama. Una covid “más fuerte” de la que padeció en plena pandemia, nos cuenta, le ha dejado ‘K.O.’ e, incluso, le ha obligado a cancelar el concierto que tenía programado en Alicante el pasado lunes. “Me siento fatal”, nos advierte antes de comenzar a hablar. Pero no solo porque el dolor de pecho y muscular sea intenso o por la dificultad para respirar… Nada es comparable al golpe emocional que acaba de sufrir.
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Sobre el nacimiento del bebé de Gabriela: “Me enteré al día siguiente porque me llamó un amigo común. Nada que decir. Le deseo lo mejor. Y no, no he hablado con ella”
Le llamamos por varios motivos, sin saber de su estado de salud. No solo porque, siendo el hombre más buscado del momento, acabáramos de tenerlo en nuestras páginas y quisiéramos saber de su estado de ánimo o de si se sentía —o no— ‘esclavo’ de sus palabras, como se predicaba en las tertulias. También y, especialmente, por una triste noticia con la que nos despertábamos el 3 de enero: la desaparición de un genio del humor que nos dejaba de improviso y que Bertín consideraba como a un hermano, Paco Arévalo. “Era simpático, muy cariñoso, un buen tipo y, siempre, intentando ayudar a los demás… y nunca a sí mismo”, recuerda Bertín. “Siempre decía que los humoristas de toda la vida habían muerto”.
Juntos, compartieron tablas y guion, pero también giras y hoteles, largas comidas, conversaciones hasta el amanecer, alguna palabra más alta que otra, pesares y alegrías. “Nuestra relación fue siempre magnífica, a pesar de que, alguna vez, me cabreaba con él por no cuidarse y no hacerme caso. Lamentablemente... al final, tuve razón”, recuerda apesadumbrado el de Ranchero, para quien ha habido algo de predestinación en el triste final de Arévalo: “Se fue detrás de Elena, su mujer. Fue la única mujer de su vida y, sin ella, se perdió”.
Y es que, pese a que al gran público y a la prensa la muerte del mítico cómico, tan popular en los 80 con programas como Un, dos, tres…, nos sobrecogía por los repentina e inesperada, para quien le conocía bien —y quería— su estado de salud era delicado. “Yo se lo había dicho mil veces a lo largo de todos estos años, que tenía que cambiar de vida porque estaba sometiendo al corazón a un esfuerzo enorme”. Sin embargo, pese a la voz rotunda y el carácter de Bertín, Arévalo no debía de hacerle mucho caso: “Tenía que adelgazar más de 30 kilos... Y siempre me decía que sí, que lo iba a hacer… Pero nunca empezaba. De hecho, ni siquiera caminaba. Le horrorizaba”.
El yin y el yang
Fue la enfermedad lo que impidió a Bertín despedirse de su gran amigo en el tanatorio de Valencia y acompañar a sus hijos en el funeral, donde sí estuvo, sin embargo, Fabiola Martínez y acudieron otros compañeros de profesión y del mundo del espectáculo como Vicente Ruiz, ‘el Soro’; José Ortega Cano, y Rappel, entre otros. Ambos protagonizaron varias ediciones del espectáculo Mellizos, en una suerte castiza de Arnold Schwarzenegger y Danny de Vito en donde, con una complicidad única, se reían de todo aquello que los diferenciaba y, sin embargo, les unía. Porque, si bien el jerezano personificaba el prototipo de hombre de éxito en todos los sentidos, con un físico imponente y envidiable, Paco, en cambio, no había tenido “suerte. Él se podía haber hecho millonario con las cintas y, sin embargo, le estafaron. Jamás le pagaron nada... Fue muy triste todo y, en cambio, él ahí seguía”.
Conmocionado por la muerte de su “hermano” Paco Arévalo, Bertín revela que el cómico “se fue detrás de Elena, su mujer. Fue la única mujer de su vida y, sin ella, se perdió”
Hacíamos antes hincapié en su convalecencia porque esta y no la expectación fue la causa de su ‘cacareada’ ausencia en el adiós al humorista. No porque Bertín temiera las cámaras. No porque los micros a su alrededor le supusieran un problema. Máxime porque, haciendo honor a su modus vivendi , Bertín declara: “Yo no he leído ni escuchado absolutamente nada”.
Como es público y notorio, la misma semana en que a Arévalo le fallaba el corazón, Bertín se encontraba en el ojo del huracán mediático tras declarar a ¡HOLA! que había decidido “no ejercer de padre” del hijo que esperaba Gabriela Guillén y que nacía, precisamente, el 31 de diciembre. “Yo me enteré al día siguiente”, nos asegura el cantante, que ha recibido la noticia del alumbramiento a través de “un amigo común”. Y acertamos a hacerle las preguntas que todo el mundo querría hacerle después de la reacción —en ocasiones, airada— a su decisión de hacerse unas pruebas de paternidad: “¿Era la entrevista que querías dar? ¿Te arrepientes de algo que dijiste o que no dijiste, Bertín? ¿Cuál es tu estado de ánimo tras saber que Gabriela ya es madre?”. “No tengo nada más que decir”, zanja taxativo a cada interrogante. Solo una salvedad antes de terminar: “Le deseo todo, todo, lo mejor”. Pero, nos confiesa, aún no hablado con Gabriela .