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La historia de enemistades y poder que se esconde detrás de Françoise Bettencourt, la mujer más rica del mundo

La heredera de L’Oreal se ha convertido en la primera mujer en acumular una fortuna de 100.000 millones de euros


9 de enero de 2024 - 9:01 CET

Ocupar los primeros puestos de las mayores fortunas del mundo ya no es solo cuestión de hombres. Actualmente existen alrededor de 337 mujeres en la lista de multimillonarios aunque hay una que destaca por encima de todas ellas. Su nombre es Françoise Bettencourt Meyers, es la heredera del imperio de L’Oreal y se ha convertido en la primera mujer del mundo en amasar una fortuna que supera los 100.000 millones de euros, lo que la convierte, por defecto, en la mujer más rica que habita sobre la tierra.

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La empresaria francesa, de 70 años, que puede presumir de ser la undécima persona más rica del planeta en general, alcanzó este hito después de que las acciones del gigante de la belleza, fundado por su abuelo en 1909, alcanzaran un máximo histórico, momento en el que su patrimonio neto alcanzó los más de 100.000 millones de dólares, según Bloomberg.

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Pero… ¿Quién es Françoise Bettencourt Meyers? y ¿cómo llegó a ser tan rica a pesar de la batalla que mantuvo por la herencia y la controvertida relación que mantuvo con su madre? La empresaria y filántropa francesa es la única hija de la ya desaparecida Liliane Bettencourt, una socialité, heredera y accionista clave de L’Oreal, que falleció en 2017 y su marido el político André. El padre de Liliane, Eugène Schueller, fundó la empresa de cosméticos ahora mundialmente reconocida un par de años después de estudiar química y utilizar sus habilidades para desarrollar una fórmula para teñir el cabello que rápidamente se hizo popular y gracias al que hizo una inmensa fortuna de la que hizo benefactora a la madre de Françoise, con la que esta nunca tuvo una relación muy idílica.

No usa maquillaje,toca el piano y escribe libros

De carácter solitario y gustos sencillos, su accesorio favorito son unas gafas grandes de montura gruesa y una bufanda brillante, la que es hoy en día la mujer más rica del mundo suele vestir de chaqueta y pantalón, apenas usa maquillaje, a excepción de un delineador de ojos negros y, cuando no se ocupa de asuntos comerciales, escribe libros, pero no autobiográficos o de ficción, sino mucho más profundos, incluyendo cinco volúmenes de una obra llamada Una mirada a la Biblia y otro que aborda la mitología griega.

Françoise, que vive en el exclusivo barrio parisino de Neuilly-sur-Seine, también toca el piano en sus ratos libres, afición que le viene desde niña, y posee dos pianos de cola, un Steinway y una Yamaha, que ocupan un lugar destacado en su elegante apartamento de dos plantas.

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Rivalidades, disputas y vulnerabilidad

Pero por mucho que actualmente quiera permanecer en un discreto segundo plano, la muerte de su madre puso fin a una serie de rivalidades, disputas, luchas internas y dramas que casi dejan en una mera anécdota a la popular serie Succession. Y es que lo que comenzó como una disputa familiar por el amor, el dinero y la vulnerabilidad de una matriarca envejecida, se convirtió en una disputa explosiva que acaparó los titulares y desembocó en un escándalo político, que involucró acusaciones de evasión fiscal y donaciones ilegales al expresidente francés Nicolas Sarkozy.

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Y es que la historia de Françoise Bettencourt Meyers siempre ha estado marcada por la larga sombra de su madre Liliane, quien siempre estuvo muy unida a su padre , un químico que como hemos señalado anteriormente, comenzó su negocio fabricando y vendiendo tintes sintéticos para el cabello en salones parisinos. La muerte de su madre cuando Liliane tenía tan solo cinco años les unió aún más y cuando cumplió los 15 ya trabajaba para L'Oreal pegando etiquetas en botellas de champú en una fábrica.

Heredó el imperio L’Oreal cuando su padre murió en 1957, pero la dirección de la empresa recayó en un hombre, el director ejecutivo de la empresa, Francois Dalle, y durante la mayor parte de las nueve décadas que Liliane estuvo al frente del imperio de la belleza fue más conocida por quién era que por lo que hacía.

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Casada con André Bettencourt, ministro de gobierno de las décadas de 1960 y 1970 durante la presidencia de Charles de Gaulle, la vida de Liliane era de lujo. Incluso compró una isla en las Seychelles.

La solitaria vida de Françoise

Françoise, hija única, nació en 1953, pero la relación madre-hija se vio afectada desde el principio, cuando Liliane contrajo tuberculosis y tuvo que dejar a su pequeña hija mientras se recuperaba en un sanatorio. Más tarde, la pequeña Françoise fue retirada de la escuela y educada en casa porque sus padres temían que la secuestraran y la exigieran un rescate, por lo que irremediablemente se volvió una persona muy solitaria.

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A los 19 años conoció al que se convertiría en su futuro marido Jean Pierre-Meyers, hijo de un gerente de L’Oreal y quien procedía de una adinerada familia de banqueros judíos franceses. Se dieron el 'sí, quiero' en la Toscana ante tan solo nueve invitados y se convirtieron en padres de dos hijos Jean-Victor, de 37 años, y Nicolas, de 35, quienes actualmente forman parte del consejo de administración de L’Oreal.

A pesar de las diferencias que mantenía con sus progenitores, Françoise siempre estuvo cerca de ellos hasta el final de sus vidas. Su padre falleció en 2007 y fue tras la muerte de este cuando la empresaria acusó a uno de los amigos de su madre, el fotógrafo de sociedad Francois-Marie Banier, de aprovecharse de la vulnerabilidad de la anciana intentando que esta le proporcionara en vida regalos de valor incalculable.

Esta disputa, como hemos mencionado anteriormente, desencadenó un escándalo político en 2010 cuando se supo que el mayordomo de Liliane había grabado en secreto muchas de sus conversaciones, descubriéndose así que tenía más de 100 millones de euros en Suiza, una isla no declarada en las Seychelles, así como vínculos con el gobierno de Sarkozy. En 2015, ocho miembros del entorno de la anciana, incluido Banier, fueron condenados por "abuso de debilidad". Por su parte, el jurado también determinó que Liliane padecía demencia y fue puesta bajo el control de su hija y sus dos nietos un destino que, según había declarado, sería su "peor pesadilla", aunque finalmente acabaron reconciliándose.

Poco o nada asidua a cualquier tipo de fiesta o evento, la mujer más rica del mundo, cuya vida ha quedado reflejada en un documental titulado El caso Bettencourt, no presume de grandes lujos y es más feliz sentaba frente a un piano que en cualquier otro exclusivo lugar del planeta.