Antes de terminar el 2023, Tamara Falcó recibía una de las mejores noticias: podía estrenar su nuevo ático. La marquesa de Griñón y su marido, Íñigo Onieva se han trasladado a un fabuloso ático duplex, “hecho a medida”, con piscina privada. Una vivienda de casi 190 metros cuadrados y otros 186 de terraza, repartidos en dos plantas. ¡HOLA! entra a su nuevo hogar y, además desvelamos el desconocido regalo que le hizo su suegra, Carolina Molas tras su boda con Íñigo.
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Al entrar, vemos varias piezas artísticas en las distintas estancias. ¿Cuál es su favorita? “Los cuadros de Carla Cascales, que los compré hace tiempo. Vi su obra hace mucho y me enamoré. Estos cuadros viajan muy bien en el tiempo conmigo”. Y añade: “También tengo la escultura que nos regaló la madre de Íñigo por la boda. Se la encargó al tío de Íñigo y es una escultura muy bonita que se llama “Matrimonio en equilibrio”. Después, hay otras piezas que he ido coleccionando poquito a poco”, nos cuenta la hija de Isabel Preysler.
Por otro lado, le preguntamos qué ha aportado Íñigo a nivel decorativo. Y ella nos responde entre risas. “Cuando Íñigo vio la propuesta, todo ya estaba decidido entre Bea y yo. Pero le encantó. Al ser diseñador, sabe apreciar el diseño. Me imagino que si hubiéramos hecho una casa conjunta él y yo, habría quedado distinta. Pero es que el concepto de la casa se decidió cuando habíamos roto”.
Muy ilusionada por su nuevo hogar, la pareja lo ha decorado al detalle. Desde esculturas de cerámica o madera, de Rafael Pareja o Serena Fotín, hasta un mural en tono cálido de Carolina Moreno. El acceso al comedor está decorado con semiesferas talladas en material de XTONE de Porcelanosa, mientras que sobre la mesa descansa una escultura cerámica de Rafaela Pareja, además de un jarrón y adornos navideños. Todos los pavimentos de la casa son de Porcelanosa.
Tamara Falcó define el estilo de su ático como “clásico renovado. Siempre busco un punto de innovación, pero prefiero lo clásico”, nos cuenta. Y ha tenido la ayuda de una gran interiorista para que todo estuviese perfecto. “Lo hemos decidido todo entre la interiorista Bea [Silveira] y yo. A medida que todo avanzaba, venía con mi madre y mi hermana Ana. También con Íñigo, claro. Así íbamos viendo cómo quedaba”
Ahora, vive muy cerca de su madre, y reconoce en las páginas de nuestra revista que su marido ha hecho “un esfuerzo” al trasladarse a las fueras de la capital y dejar el centro. “Íñigo es muy urbanita y ha hecho un sacrificio al dejar de vivir en el centro y, claro, lo valoro. Dice que él está contento si yo estoy contenta”.