Un año más, y con este serán diez, se ha preparado con entusiasmo y mucho trabajo para su gran noche. Se ha convertido en una tradición de Navidad, en una conversación en todas las reuniones de familiares y amigos e incluso hay apuestas, antes del 31 de diciembre, sobre cuál será el vestido y el discurso con los que nos sorprenderá en la Puerta del Sol. Porque podrá gustar o no, ya que sobre gustos no hay nada escrito, pero lo que sí está claro es que impacta, trasciende y se vuelve viral.
Antes de Nochevieja, hemos podido hablar con Cristina Pedroche sobre cómo vive los días previos a las campanadas —que dará junto a Alberto Chicote en Antena 3— y ella es la misma, con la misma ilusión, la misma sonrisa y ganas de trabajar… aunque algo ha cambiado. Han pasado doce meses desde la última vez que nos reunimos con Cristina y en este tiempo han transcurrido muchas muchas cosas, pero lo más importante que le ha pasado tiene nombre y apellidos: Laia Pedroche Muñoz.
“No pensaba que se podía aspirar a algo así. Cuando era pequeña veía las campanadas y decía: “Algún día me gustaría presentarlas”. Pero nunca imaginé ni hacerlo diez, ni en lo que se ha convertido”
La presentadora se convirtió en madre, por primera vez, el pasado 14 de julio y su pequeña ha hecho de ella una nueva Cristina, con nuevas prioridades, un instinto maternal muy fuerte y muchas ganas de vivir cada segundo sin soltarla de la mano. Su llegada ha sido una auténtica revolución de amor para ella y su marido, Dabiz Muñoz, que están entusiasmados con esta nueva etapa de sus vidas. Ahora vuelve Cristina con su ‘efecto Pedroche’, cargada de nuevas ilusiones y lista para acompañarnos en la última noche del año a corazón abierto.
“Mi vestido es de un color que no he llevado nunca, es el décimo aniversario y todo empezó con transparencias… irá por ahí”
—Estás en plena cuenta atrás para tu gran noche de las que serán ya tus décimas campanadas. ¿Cómo te sientes? ¡Diez años ya!
—Pues la verdad es que es un orgullo poder seguir despidiendo el año con todas las personas que nos eligen desde sus casas en una noche tan especial. Me parece un sueño. No pensaba que se podía aspirar a algo así. Cuando era pequeña, veía las campanadas y decía: ‘Algún día me gustaría presentarlas’, pero en plan locura. Nunca me imaginé ni hacerlo diez años ni en lo que se ha convertido, porque no es solo esa noche, es que luego hay gente que incluso se disfraza con mis vestidos en carnaval y se sigue comentando muchos meses.
—Eres una tradición de Navidad más.
—Y es una maravilla, para bien y para mal. Porque no se me olvida la parte mala.
—Es verdad que hay una ‘cara B’ no tan bonita con las críticas, pero compensa también, ¿no?
—A mí me compensa todo porque me siento muy bien cuando lo hago, independientemente de las audiencias. Cuando salgo de la Puerta del Sol el 1 de enero, solo quiero salir diciendo que lo he hecho bien, como yo tenía en mi cabeza y que ha salido todo perfecto. Esa es mi satisfacción, irme sabiendo que lo he hecho bien. Luego, si la audiencia sube, pues qué maravilla.
—Si tuvieses que elegir un momento de estos diez años, ¿con cuál te quedas?
—Lo he pensado mucho, pero no puedo quedarme solo con uno. Me gusta la sensación y la inocencia que tenía el primer año, porque lo hacía pensando que me iban a ver mi madre, mi prima y poco más. Luego, a partir del segundo año, cada vez es más como un reto. Es verdad que el año pasado, cuando me quité la capa, mi sensación era mi tripita, que tenía a mi bebé dentro. Y este año me imagino que va a ser muy emocionante porque es el primer año que va a estar mi hija.
“Desde que di a luz estoy con psicólogas de terapia porque me frustro y no sé cómo gestionar todo lo que siento. Puedo con todo, pero no con todo a la vez”
—¿Va a estar contigo?
—Aún no sé si me la voy a llevar para que esté en una sala contigua, porque allí hace mucho frío. No es un sitio tan glamuroso como la gente piensa y están todos los balcones abiertos. Entonces, no sé, ya lo pensaré en su momento.
—Con niños es muy difícil el intentar hacer planes con tiempo.
— Sí, me estoy dando cuenta de que con la maternidad organizar y planificar las cosas no es fácil, hay que ser flexible. Lo del año pasado, cuando te quitaste la capa y enseñaste la tripa, va a ser muy difícil de superar. Sí, aunque yo no estaba feliz por cómo había transcurrido la situación porque me robaron lo más íntimo de mi vida, que es cuándo contar que estoy embarazada. Yo hacía 12 semanas el mismo día 31 de diciembre y no quería contarlo ese día. Si no se hubiera filtrado, yo me quito la capa y algunos podrían pensar que tenía un poquito de tripa, pero nada más. Yo tenía pensado decirlo en enero, pero filtren una cosa así, pues es feo, como que se dijera que lo iba a usar para las campanadas. Mi vida privada es solo mía. Cuando salió esa revista, mucha gente de mi familia no lo sabía porque yo estaba muy asustada, estaba en las primeras doce semanas, que siempre te dicen que hay que tener un poquito más de precaución y yo algunos días tenía sangrados. Entonces no me apetecía contarlo porque no sabía si iba a ir a buen puerto.
—Entonces, ¿no era tu plan decirlo en las campanadas?
—Cuando estás embarazada, que tienes tantos miedos, prefería contarlo cuando de verdad esto crea que ya de verdad está bien. Nunca lo hubiera contado en la tele así sin más. Y para mí las campanadas son acompañar a la gente en sus casas, no contarles mi vida, lo que quiero es que se lo pasen bien con Alberto, conmigo, con los vídeos que tenemos preparados, el guión… Queremos que la gente le lleve el cariño y la diversión a través de la pantalla para que se lo pasen bien en sus casas o para darles cariño, porque a lo mejor este año tienen una silla vacía. Igual que para mí este año hay una silla más, para muchos hay una silla menos.
Pistas de su vestido diez
—¿Qué pistas nos puedes dar del vestido de este año? Por ahora has adelantado que vuelves a confiar en Josie y que es un color que no has llevado nunca...
—Eso es. Y bueno, pues es el décimo aniversario de lo que he sido yo en las campanadas, entonces, la línea pues sigue por ahí… A ver, todo empezó con transparencias, más o menos sutiles, pero siempre ha habido algo transparente. Ya no digo más —ríe.
—¿Has contado con Josie este año también?
—Sí, ya somos una familia, él es una persona maravillosa y es un libro abierto para eso. Normalmente yo tengo clara la idea de lo que quiero. Es verdad que otros años elegíamos antes el vestido y luego el discurso, pero ahora no, ahora es al revés. Este año va a ser bonito… O eso voy a intentar.
“Me gusta la sensación y la inocencia del primer año de las campanadas, porque pensaba que me verían mi madre, mi prima y poco más”
Una Cristina diferente
—Vuelves a ser tú, tu espectáculo, tu ‘efecto Pedroche’, pero no eres la misma Cristina; supongo que la maternidad te ha cambiado mucho.
—¡Mucho!
—¿Cómo te ves desde el 31 del año pasado hasta ahora?
—Pues es que me veo un poco borrosa. Porque tengo un posparto mucho más complicado de lo que yo pensaba, y mira que yo soy una persona que leo, estudio... Me había leído muchos libros de posparto, me había preparado para el cóctel bomba de hormonas, pero claro, hasta que no lo vives no sabes cómo te va a afectar. Hay personas que me dicen que cuando una mujer da a luz, si tiene una recuperación física normal, pues la cabeza también es normal. Pero claro, yo tengo una recuperación física tan buena y tan espectacular que todo mi posparto se ha centrado en mi cabeza. No ha estado dividido. Entonces, ¿qué es lo que me ha cambiado? Pues yo creo que, en los siguientes meses, cuando las hormonas me den un poquito de tregua, sí que iré viendo la verdadera Pedroche que soy. Lo que sí que ya sé al cien por cien es que mis prioridades han cambiado.
—¿Cómo han cambiado?
—Por ejemplo, otros años en las campanadas, con las fotos, el discurso, el vestido, el maquillaje… lo tenía pensado y todo lo decidía yo. El guion, los vídeos, la realización, todo. Todo pasaba por mí. Y este año estoy un poco más relajada, no en el sentido de que me dé igual, sino relajada porque tengo un equipo maravilloso, me fío de ellos y voy a dejar también que me asesoren.
“Este año imagino que será muy emocionante porque es la primera vez que va a estar mi hija. Aunque no sé aún si la llevaré”
—Además, tú siempre has sido muy perfeccionista.
—Sí, y eso a veces no es bueno.
—En la maternidad, muchas veces el ser tan perfeccionista es duro, porque es imposible llegar a todo al cien por cien, a ser la madre perfecta, a hacer deporte, tu trabajo, tu casa… Esa frustración cuesta encajarla.
—Mucho. De hecho, desde que di a luz estoy con psicólogas en terapia, porque me frustro y no sé cómo gestionar todo lo que siento. Es que es como que quiero hacerlo todo, pero es imposible llegar a todo. Puedo con todo, pero no con todo a la vez. Tengo que ir haciendo las cosas poco a poco. Por ejemplo, yo soy una persona que he necesitado mucho mentalmente el deporte. Pero ahora, como duermo regular, hay días que estoy tan cansada que no puedo entrenar, pero que me permita no entrenar no significa que mi cabeza lo entienda. Mi cabeza me está diciendo ‘mal, no he entrenado’. Entonces, necesito aprender a gestionar que no pasa nada.
—¿Tenéis ayuda en casa?
—No tengo porque así lo he decidido. Estoy con mi hija porque también me ha salido un instinto animal que no me gusta que nadie venga a estar con la niña y necesito estar yo con ella todo el rato. Menos mal que me fío de mi madre, por eso puedo ir organizándome con las grabaciones y con los horarios de darle el pecho. Y no es solo darle teta, estar un ratito con ella, cambiarla, jugar un ratito con ella y dormirla…
—Hay que aprovechar que el tiempo pasa volando y enseguida se hacen mayores.
—Yo respeto todo tipo de crianzas y todo tipo de madres, que hay madres que lo llevan de otra manera y es súper respetable, pero yo soy así. Estoy todo el día pegada a mi niña porque es lo que me hace feliz también a mí.
—¿Qué es lo que más te ha sorprendido para bien de la maternidad?
—No sabía que se podía querer tanto a alguien en tan poco tiempo. La niña tenía una semana y yo ya pensaba: ‘¿Cómo he vivido yo antes sin ella?, ¿cómo he podido respirar y hacer cosas sin esta señora a mi lado?’. Y ver la relación que se crea tanto con Dabiz como con mi madre o mi padre, es que me emociono. Ver a las personas que más quieres cuidando y queriendo a lo que más quieres es una mezcla de amor extremo.
“Estamos muy contentos con el restaurante que vamos a abrir en Dubái. Es una experiencia que, a nivel empresarial, nos va a cambiar mucho”
—¿Dabiz cómo está siendo como padre?
—Maravilloso.
—Dicen que a los padres se les ablanda mucho el corazón con las niñas. ¿Le ha pasado?
—Sí, y encima físicamente tiene cositas de Dabiz. Se le cae la baba. Ahora tenemos una vida más tranquila, muy de estar en casa… Estamos muy bien. Es que me estalla el corazón, sé que soy pesada y parezco ñoña e intensa, pero es que es verdad.
—Y estás pudiendo conciliar bien, ¿no?
—Sí, porque soy una afortunada y tengo unos horarios muy buenos. Además, tengo bastante leche guardada en el congelador, que me he ido sacando para casos excepcionales.
—La lactancia no es fácil para todas las madres. ¿Te está resultando difícil?
—¡Es tan bonito! Es una unión muy grande. También me preguntan mucho cuándo voy a dejar de darle el pecho. Será cuando ella quiera. Es que eso no se puede planear. No hay que decidirlo ya, cuando tenga que ser, será y bienvenido sea.
“Ante las críticas, ahora desaparezco más de las redes porque no estoy bien. Mi corazón y mi armadura ahora no son tan fuertes como antes”
Las claves de su recuperación física
—El deporte te ha venido muy bien de cara a tu recuperación. ¿Has notado que ha hecho efecto?
—Hace y mucho. Es importante hacer deporte en el embarazo siempre con una medida y dentro de las circunstancias de cada una. Lógicamente, una mujer que no haya hecho deporte nunca, pues no es el mejor momento para empezar. Puedes hacer pequeñas cosas, andar, hacer entrenamientos de fuerza con poquito peso y siempre guiado por un profesional de la salud. En mi caso, siempre he sido muy deportista y seguí mi rutina normal adaptada a mi nuevo cuerpo. Pero sin obsesionarse ni nada. En mi caso, que era un embarazo normal, que no tengo ningún tipo de enfermedad, que todos mis análisis estaban perfectos y que yo me encontraba bien, ¿por qué no voy a hacer deporte? Si es que he vivido lo que ha hecho el deporte. El deporte es lo que ha hecho que mi cuerpo esté ya nuevo. La cabeza no, pero el cuerpo sí.
—¿Has cuidado mucho también la alimentación?
—Claro. Porque no es como estoy embarazada voy a comer por dos, voy a hacer todo por dos. En condiciones normales, no de riesgo, si coges 20 kilos en el embarazo, luego son 20 kilos que vas a tener que quitarte en algún momento, porque un niño demanda mucho físicamente. Hay veces que estoy tumbada en el sofá dándole pecho y me tengo que levantar y digo madre mía, lo que me está costando levantarme y eso que estoy fuerte. A mí me han criticado mucho por esto, pero creo que el mensaje que tiene que llegar a las mujeres es que si te mueves un poco, vas a tener una recuperación mucho mejor y vas a poder estar mejor para tu bebé. Dentro de la capacidad que tenga cada uno y del nivel de cada uno. Claro, no hay que compararse con nadie, te tienes que comparar contigo misma. Igual que lo de la epidural o no epidural y el hipnoparto. Si he sido tan pesada con el tema es porque antes de quedarme embarazada pensaba que aquí solo había dos tipos de parto: o cesárea, porque viniera de nalgas, o un parto natural, que era con epidural. Y no, eso no es natural. Entonces, yo decidí estudiar y entender todo el proceso para poder tomar las decisiones yo y no ir a un hospital y que el médico decidiera todo. Muchas veces no podemos tomar decisiones porque no lo sabemos. Entonces, llegaste al parto muy preparada. Yo sabía en cada momento dónde estaba y en el momento del parto estuve con una ginecóloga y con mi matrona, pero la que tomaba todas las decisiones era yo. En mi escalera de recursos no farmacológicos, porque quería un parto totalmente natural, sabía dónde estaba en cada momento. Como no quería epidural hice todo con respiraciones, con afirmaciones, con mi mente, con mil cosas, mil posturas… Ni me acordé de la epidural ese día. Lo cuento para que sepan que hay otros tipos de parto y que cada una debe decidir lo que quiere.
Una armadura menos dura
—¿Cómo estás llevando todas las duras críticas que has tenido desde el embarazo? Porque las has tenido siempre, pero con tu hija por medio no debe de ser igual.
—Ahora lo que pasa es que desaparezco más de las redes porque no me apetece leerlo, porque no estoy bien. Si ya de por sí ahora no estoy bien, no me apetece que la gente me haga daño. Que es el mismo daño que en otras condiciones, pero ahora yo no estoy tan preparada. Mi corazón y mi armadura ahora no son tan fuertes como antes, no son tan duros. La armadura es más permeable, algunas cosas la atraviesan y me duele. Me duele y por eso no enseño a la niña y por eso la protejo de todo el odio y todo el dolor que siento cuando leo ciertas cosas. Porque sin enseñarla ya me dicen que si es fea, que si tiene la nariz no sé cuanto, que si no la he tenido… No estoy contando ni la mitad, ni la mitad de la mitad de cómo estoy realmente.
“Tengo un posparto mucho más complicado de lo que yo pensaba. Me había leído unos cientos de libros de posparto, me había preparado para el cóctel bomba de hormonas, pero hasta que no lo vives…”
—Cada vez se ve más odio en las redes.
—Porque la gente está muy sola. La gente está falta de cariño. Yo ya decidí hace muchos años que cuando alguien me dijera algo malo me tenía que poner en su lugar y pensar en qué sola tiene que estar esa persona para desear este mal a otra sin conocerla. Me dan más pena que rabia. Pero no quita que haya cosas que me duela. Como cuando cuento cosas que tengo muchos miedos, que estoy trabajándolos y me dicen que lo que estoy es loca.
—Hablando de temas más agradables, ¿qué tal el ‘bebé’ que tenéis en marcha en Dubái?
—Está a punto de nacer. Yo creo que para febrero o así; como está dentro de un hotel, tenemos que esperar a que todo el hotel esté en funcionamiento. Pero estamos muy contentos, la verdad. Es una experiencia que yo creo que, a nivel empresarial, nos va a cambiar mucho y que tenemos muchas ganas de afrontar y es un destino que nos encanta.
—David que es un genio en la cocina hará en el futuro los purés más más ricos del planeta, ¿no?
—Pues vamos a hacer el método “Baby Led Weaning”, es decir, vamos a empezar directamente con comida sólida. Cuando tenga seis meses, un día antes del cumpleaños de David -que es el 15 de enero-, empezaremos poco a poco. Quiero hacer un curso para aprender cómo es y otro de primeros auxilios.
—Para el año que viene, ¿tienes alguna meta nueva?
—¡Acabar el día y tratar de dormir! —ríe—. Es que a mí me gusta pensar a corto plazo, me gusta vivir el presente. A largo plazo, lo único que quiero es ser feliz y tener salud. Es otra de las cosas en las que la maternidad me ha puesto énfasis. Siempre he sabido que la salud es lo más importante para afrontar todas las cosas, pero ahora solo quiero salud, para mí y para todo el mundo, porque si tienes salud, al final, puedes hacer de todo. Y en el terreno profesional tenemos muchas cosas entre manos muy guays, pero ya se irán viendo. Mi proyecto inmediato y mi proyecto de vida son mi hija y la familia que estoy creando. Ahí es donde no puedo fallar.
“A Dabiz se le cae la baba con la niña y, encima, físicamente tiene cositas de él. Ahora tenemos una vida más tranquila, más de estar en casa… Estamos muy bien”