Ágatha Ruiz de la Prada reunió a sus grandes amigas en su comida navideña, entre las que se encontraba Sofía Barroso. La madre de Sofía Palazuelo , que dirigió varias galerías y que ahora se dedica a organizar experiencias culturales únicas a través de Around Art, conoce a la diseñadora desde la infancia. Ambas fueron compañeras de colegio y entraron juntas en su etapa adulta mientras la España de los años 80 experimentaba su etapa más estimulante. Y es que la experta en arte presenta una biografía tan fascinante como la de su querida Ágatha.
Bisnieta de Gregorio Marañón y también nieta de militar Antonio Barroso Sánchez-Guerra –ministro del Ejército durante la Guerra del Sáhara contra Marruecos–, Sofía Barroso nació en Londres por casualidades del destino. Más bien, por las de su padre, el diplomático Manuel Barroso Feltrer, quien estaba destinado en Inglaterra en aquella época. De esta forma, la madre de Sofía Palazuelo pasó sus primeros años de vida recorriendo de todo el mundo hasta que regresó a España mientras se creaba la ‘Movida Madrileña’. Barroso se codeó con los mejores artistas de la época y vivió curiosas anécdotas con Pedro Almodóvar, como ella misma nos desveló en la celebración navideña de Ágatha. Allí, Sofía también nos adelantó en primicia que espera la llegada de dos nuevos nietos por parte de dos de sus cuatro hijos.
—¿Cuándo conoció a la diseñadora?
—A los seis años, cuando íbamos a un colegio francés que se llamaba Institut Saint Dominique. Mis padres eran diplomáticos. Con ocho, mi familia se fue a vivir a Argentina, porque mis padres eran diplomáticos. A los trece años, cuando volví a España, me cambiaron de colegio y empecé en el Colegio Rosales. El primer día de clase, con el pánico de no conocer a nadie, me encontré a Ágatha. Sus padres habían mudado a Aravaca y habían buscado un colegio cerca de su casa. .
—¿Cómo era Ágatha de niña?
—Era una niña totalmente diferente. Siempre estaba dibujando en un cuaderno y tenía muchísimas inquietudes. Nos lo pasábamos pipa con ella..
—¿Cómo vivió cuando se hizo diseñadora y revolucionó ‘La Movida’ en los 80?
—A principios de los 80, no recuerdo bien si fue en el 81, tuve mi primera galería en la calle Blanca Navarra, en la casa de un zapatero. Entonces, no había ninguna galería en la zona: ni la de Soledad Lorenzo ni la Marlborough ni la de Nieves Fernández. Agatha montó allí su primer espacio, en la portería casa de tus abuelos. Me acuerdo que, cada semana, me la encontraba y decía: “Me voy a El Corte Inglés”. Yo le preguntaba que para qué. Ágatha tenía claro que, si entraba en El Corte Inglés, tendría futuro, así que insistió, insistió… Y lo logró.
—¿También fueron amigas durante ‘La Movida’?
—Coincidíamos muchísimo, porque yo era coleccionista y tenía a un montón de artistas de La Movida. Fuí la primera en tener a Francisco Leiro, de las primeras en comprar a José María Sicilia, Barceló… Luego, en mi casa de la calle Almirante, se filmó parte de la película Matador.
—¿Que Pedro Almodóvar rodó Matador en su casa?
—Enchufó nuestra casa sin pedirnos permiso ni a los presidentes de nuestra comunidad. En mi casa, tenía a las Moriarty debajo –se refiere al equipo de la galerista Lola Moriarty– y a [la revista] Sur Express encima. Entonces, rodaron algunas escenas en el edifico, el portal y la calle… Llamamos porque no tenían los permisos para coger la electricidad para filmar.
—¿Cómo vivió el ascenso de Agatha como diseñadora?
—Siempre estuve segura de que le iría fenomenal, porque siempre ha tenido vocación y es la más trabajadora. Volar con ella es coger el vuelo de las seis de la mañana y estar en el aeropuerto a las cuatro y media. Una vez, la llevé a un congreso de Patrimonio y de Casas Históricas en Estados Unidos y se trajo una maleta llena de corbatas suyas. Al final, terminó agathizando a todo el mundo del congreso. Como los americanos son muy divertidos, todos se pusieron sus corbatas. Luego, pasamos mucho tiempo en Mallorca juntas. Yo viví allí durante mucho tiempo y Ágatha tiene una casa en Palma.
“Ágatha es muy buena amiga, una amiga incondicional”
—Ahora son vecinas en Madrid.
—Sí, vivo al lado y compartimos jardín y garaje. Además, nuestros hijos son muy, muy amigos. Mi hijos Fernando y Sofía son amigos de Tristán y Cosima. Recuerdo que Tristán llegaba a casa con seis libros para quedarse una semana y se los leía todos. Era una cosa impresionante.
—¿Qué destacaría del carácter de Agatha?
—Es muy buena amiga, una amiga incondicional. De hecho, cuando me vine a vivir a Madrid, me quedé en una casa en la que no podía tener perros y Ágatha se quedó con el mío. No hay mucha gente que se quede con tu perro… Ágatha es muy, muy buena amiga.
—¿Sigue teniendo usted la galería?
—No, dejé de ser galerista hace mucho tiempo porque daba unos descuentos… No era rentable. Empecé a hacer viajes y exposiciones, así que dejé de ser galerista.
—Ágatha dice que es una maravilla visitar exposiciones con usted
—(Ríe) Una vez, fuimos de Madrid al Valle de Arán y tardamos veinte horas porque parábamos para ver todas las iglesias románticas.. Llegamos como a las diez de la noche. ¡Qué risa!
—¿Le gusta la Navidad?
—Sí, porque es un momento de reunión familiar. Me encanta.
—¿Hay algo que le guste hacer especialmente en estas fiestas?
—Reunirme con amigos y con familia, que es estupendo.
—Y ahora que tiene dos nietas, más le gustará.
—Tengo tres nietas y otros dos que están en camino –gracias a su hijo Jaime, que se casó en 2021 con la comunicadora peruana Micaella Rubini y también por la de su hijo Beltrán, quien contrajo matrimonio hace ahora un año con la abogada Eugenia Hernández-Antolín–.
—Entonces, están siendo unas Navidades especiales.
—Sí, mucho.