Nueve meses han tenido que pasar para que Ana Sandra Lequio -nacida el 20 de marzo- haya recibido las aguas bautismales. La iglesia de Nuestra Señora de la Moraleja, su parroquia, y el templo donde se celebró en 2020 el funeral de Aless Lequio, ha sido el lugar escogido para este día tan especial. Para Ana Obregón van a ser unas Navidades muy diferentes, cargadas de ilusión; las primeras que va a celebrar tras el fallecimiento de su hijo. ¡HOLA! entra en el bautismo de la pequeña, y mostramos las imágenes inéditas de la emotiva celebración.
“La madrina es Celia, la prima preferida de Aless, y el padrino, su mejor amigo desde la infancia, Giaccomo, al que también quería como un hermano”, nos cuenta Ana Obregón. Por un lado, su familia. Desde sus hermanos Celia, Amalia, Javier y Juan Antonio hasta sus sobrinos, su representante y amiga Susana Uribarri o su íntimo Raúl Castillo, entre otros conocidos rostros asistieron a la cita.
“Para mí, la primera Navidad de mi vida fue la primera con Aless, porque, como madre, todo lo ves a través de sus ojos. Y esta va a ser la segunda Navidad de mi vida”
La presentadora quiso celebrar por todo lo alto uno de los días “más especiales de mi vida”. Tras la ceremonia, todos los invitados disfrutaron de una merienda en casa de Ana, decorada para Navidad en color rosa. “He tirado la casa por la ventana. Me he vuelto loca: el seto de la entrada lleno de luces, de bolas… espectacular. Ahora todo es distinto. Ha vuelto la alegría a esta casa”. Y añade: “Date cuenta de que llevaba tres años sin celebrar la Navidad. Aquí no entraba una bola, ni un brillo, ni música, ni nada. Y fíjate este año, todo lleno de centros de flores, y el árbol impresionante”.
Fechas especiales
Para Ana, la Navidad es un momento muy bonito, muy emotivo, en el que se reúne toda la familia. “Nosotros somos una familia muy unida y siempre estamos juntos, pero, en fin, la Navidad es especial. Por eso, cuando has perdido un hijo, el sentimiento es tan duro. Yo no podía celebrar nada y esta es la razón de que para mí esta Navidad sea importantísima. Es volver a vivir, volver a celebrar la vida, y qué mejor manera de hacerlo que con la hija de Aless”. Y así será. Pero el dolor, sigue ahí.
“Anita y yo dormimos en el cuarto de Aless. No lo he tocado, no he cambiado nada, no he sido capaz y no lo voy a hacer. Es difícil dormir en su cama, pero me siento muy protegida, siento como que me dice “buenas noches, mami, te quiero”. Él está ahí, su alma está con nosotros. Pero el dolor infinito no me lo quita ni Anita”.
“Antes, era tan horrible que no quería despertarme, no quería vivir en un mundo en el que no estuviera Aless. Ahora, me despierto porque oigo a mi pedacito de cielo que empieza a pedir el biberón”. Porque la bióloga sabe que Aless las cuida y protege desde el cielo.
“Me siento muy protegida, sé que Aless está aquí, su alma está con nosotros. Pero el dolor infinito no me lo quita ni Anita”
Por otro lado, nos cuenta que este año no presentará las Campanadas, porque sus planes son otros... “Yo con Anita, durmiendo a su lado, sintiéndola respirar. Vaya maravilla. Qué milagro. Da igual lo que digan y lo que no digan. Porque cuando hay un milagro, una bendición de Dios, todo lo demás importa cero”. Esta situación será muy diferente a la Nochebuena anterior, cuando Ana se encontraba sola.
“Mi Nochebuena pasada no la quiero ni recordar, porque ya no estaban ni mi padre, ni mi madre, ni Aless. Para no pensar en la fecha, me hice una maletilla, cogí un tren a Málaga, me metí en una habitación, pedí un sándwich de jamón y queso y, entre lágrimas, me quedé ahí a pasar la Nochebuena”.