Ana Obregón ha vuelto a nacer. Se refleja en su mirada, su sonrisa de oreja a oreja, la emoción que expresa en su forma de hablar. Hasta en su manera de vestir. Desde que llegó al mundo la pequeña Anita , hace casi nueve meses, lo que antes era un lugar hostil, sin esperanza y lleno de recuerdos amargos - por la trágica muerte de su hijo, Aless Lequio, con 27 años-, ahora se ha llenado de luz y vestido de color de rosa. Anita es la niña de los ojos de su abuela, que a su vez es su madre adoptiva, y un soplo de energía, felicidad y amor en estado puro para la actriz.
El pasado domingo 17 de diciembre, en la iglesia Nuestra Señora de La Moraleja, la pequeña Anita recibió el sacramento del Bautismo, en presencia de los familiares y amigos más cercanos. En el mismo lugar donde su padre también se bautizó, fue una emotiva e íntima ceremonia que concluyó con una merienda en casa de Ana Obregón, donde todo estaba decorado para Navidad, con un árbol enorme y lleno de luces de color rosa. Después de tres años sin celebrar estas fiestas -tras la muerte de su hijo-, la presentadora ha vuelto a tener el espíritu y emoción por la Navidad propia de la infancia. Es la primera Navidad de Anita, la primera de Ana desde que volvió a vivir. “Ahora todo es distinto. Ha vuelto la alegría a esta casa”, confesó Ana a ¡HOLA! en el reportaje exclusivo publicado esta semana.
“Mi vestido es de Rubén Hernández, autor de mis trajes de las campanadas. Con la misma tela le ha hecho a la niña un vestido y una chaquetita con dos camelias, que está preciosa”
En aquel día tan especial, abuela y nieta protagonizaron un momento twinning de lo más adorable. La actriz lució un vestido de Rubén Hernández , autor de sus trajes de las campanadas, completamente rosa, del mismo color que la diadema. Su nieta, que llevó el mismo faldón con el que se bautizó a Aless, también tuvo su propio conjuntito a medida y a juego con su abuela, un vestido y una chaquetita con dos camelias , hechos con la misma tela que el vestido de Ana.