Veinte años han pasado desde que cada semana se sentaran frente al televisor más de 5 millones de espectadores (casi un 29% de cuota de audiencia). Incluso dos de sus temporadas llegaron a los 7 millones de espectadores. Los Serrano se convirtió, desde su estreno en 2003, en una de las ficciones de referencia, una serie amable que pretendía trasladar a la pantalla la vida de una de tantas familias del siglo XXI que vivían en España. Con los ingredientes adecuados y combinados en su justa medida ocupó durante ocho temporadas un lugar privilegiado entre los espacios más vistos, conquistando a lo largo de sus 147 capítulos a diferentes generaciones. Dos décadas después, la sociedad ha cambiado y también los actores que encarnaron los personajes de la serie, que se reúnen ahora para echar la vista atrás y recordar cómo les marcó. El encuentro será el jueves 21 de diciembre y se podrá ver en el canal de Youtube de Fran Perea. Y es que Los Serrano fue mucho más que una serie de televisión, fue un fenómeno que se convirtió en icónico. Repasamos las claves que lo hicieron posible.
Una familia peculiar
Presentaba a una familia que se formaba uniendo dos que procedían de realidades diferentes. Estaba Lucía (Belén Rueda), una mujer divorciada con dos hijas que retomaba el contacto con su amor de la adolescencia, Diego (Antonio Resines), que a su vez tenía tres chicos. Decidían darse una oportunidad y unían bajo el mismo techo a sus respectivos hijos: las dos de Lucía, Eva (Verónica Sánchez) y Teté (Natalia Sánchez), y los tres de Diego, Marcos (Fran Perea), Guille (Víctor Elías). Si de por sí la convivencia no es sencilla, chocaban dos universos bien diferenciados: ellas, acostumbradas a una Barcelona cosmopolita, refinada y culta, se mudaban al barrio madrileño de Santa Justa, un lugar castizo marcado por los clásicos como el jamón serrano (negocio además de Diego y su hermano Santi, encarnado por Jesús Bonilla), el fútbol y la fiesta popular más ruidosa.
En medio de este choque el pequeño de la casa, Curro, ejerce de narrador de una realidad que observa desde ese punto de vista inocente que da la niñez y que tanto recuerda a Carlitos de Cuéntame, que se había estrenado unos dos años antes. Ese fue uno de los aciertos de los guiones de Álex Pina y Daniel Écija: crear las tramas desde la ternura y el cariño.
Una banda sonora propia
El tema musical de arranque fue desde el principio un boom. El 1+1 son 7 no solo jugaba con ese concepto de familia sino que repetían frases pegadizas que pronto lo convirtieron en esa canción que todos querían interpretar. No solo pasó por la voz de Fran Perea sino por la de Raquel del Rosario y su grupo El sueño de Morfeo. Los temas de Perea se hicieron un hueco en las tramas, igual que los del grupo nacido al calor de la serie. Santa Justa Klan unió a los más pequeños con Víctor Elías al frente, demostrando que los niños de Los Serrano tenían ese sueño que tantos jóvenes comparten: triunfar un día en un escenario. Quién le iba a decir a Elías que él acabaría haciéndolo en la vida real. Los temas de Fran Perea se siguen cantando sin importar que hayan pasado tantos años pues el amor, la amistad y la familia nunca caducan.
Los Serrano no solo se ciñó a los actores iniciales sino que fue acogiendo rostros nuevos a medida que avanzaban las tramas. Así Natalia Verbeke y Jaydy Michel, entre otros, formaron parte de algunos capítulos. La salida de Belén Rueda fue uno de los huecos que tuvieron que cubrir los guionistas pues Diego no podía quedarse solo al cargo de una familia tan numerosa.
Un reparto coral e intergeneracional
Precisamente ese fue otro de los aciertos de Los Serrano. La serie mezclaba un reparto coral de diferentes edades y con un amplio abanico de inquietudes. Las preocupaciones de los padres, problemas adultos como la gestión de un negocio, de un matrimonio y la educación de los hijos, se unían a las que atraviesa todo adolescente y preadolescente. Los primeros amores, la tentación del alcohol, la inquietud por los estudios y encontrar lo que les apasiona, perseguir sus sueños... son algunas de las cuestiones que se trataban en la serie. El humor ha servidode uniónen las tramas que reflejaban a la perfección las inquietudes de la clase media que se retrataba en Los Serrano.
Temas universales y mucho humor
Se ha tratado además el amor desde diversas facetas, un tema universal que nunca pierde el interés. Desde la madurez con la que lo vivían Diego y Santi, aunque en ocasiones sus comportamientos eran los de auténticos niños; hasta los primeros amores de Eva y Marcos, Teté y Guille. El hecho de que fueran hermanastros y además vivieran juntos añadía si cabe más tensión a estas relaciones, que lograron que los espectadores se sintieran identificados con las primeras decepciones, las primeras peleas…
Las bromas de la serie se convirtieron también en clásicos. Es raro que alguien no recuerde a ese Resines, muy enfadado, amenazando a sus hijos con la escobilla del váter o a Fiti (Antonio Molero), en alguno de sus malos entendidos con su mujer. Ese toque poco serio y desenfadado imprimía a las tramasese sello inconfundible que convertía a Los Serrano en el ratito perfecto de desconexión semanal.
Un final controvertido
Es muy difícil encontrar el final perfecto a una historia que ha conquistado a tantos espectadores. En este caso, es aún más complicado por la cantidad de seguidores y el impresionante éxito que tuvo la serie. Para muestra de su transcendencia, recordemos algunos de los premios que le dieron a lo largo de su trayectoria como el Ondas a la mejor serie española en 2004, el Micrófono de Oro, el Premio Fotogramas de Plata y el premio que otorgaba la Academia de la Televisión. La serie además traspasó fronteras emitiéndose en diversos países europeos y latinoamericanos, además de que se hicieron adaptaciones en lugares como Portugal, Italia, Grecia, Turquía, Eslovenia y Bulgaria. El broche de las tramas fue muy comentado pues a los espectadores no les convenció la solución que encontraron los guionistas. Si aún no lo has visto, ¡no continúes leyendo este párrafo! Quizá porque fue muy comentado (todo resultaba ser un sueño de Diego tras su boda con Lucía), la serie siguió dando que hablar durante meses, aunque solo fuera para manifestar el disusto que había provocado semejante desenlace.
Mientras que Daniel Écija, uno de sus creadores, reconoce que el final reflejó el momento personal que atravesaba (había sufrido varias pérdidas personales que le hacían desear que todo fuera un sueño), su productora y directora, Begoña Álvarez, reconoce: "Hoy, visto con perspectiva, hasta el enfado que genera incluso en mis hijos cuando la han visto, muestra que en ese final queda un poso. Ha logrado que sea la única serie de la que todos recordamos el final". El auge de las plataformas de contenido bajo demanda ha rescatado multitud de series como esta, que sigue demostrando que es un clásico que nunca pasa de moda y que triunfa, según un análisis de audiencia publicado por Barlovento Comunicación, en espectadores de entre 13 y 24 años. ¿El secreto? Lo tiene Daniel Écija, artífice de otros éxitos como Médico de familia y Periodistas, cuando explica que la serie "hablaba de lo que nos importa: de la vida, de la familia, de nuestros amigos, del amor, del desamor, de recuperar el tiempo perdido y de las segundas oportunidades". Y eso nunca caduca.