La celebración del cumpleaños de doña Elena siempre fue la antesala de la Navidad a lo largo de décadas. Todos juntos alrededor del fuego de la chimenea y con el árbol destellando luz. Y este año, después de muchos sin poder reunirse, la infanta ha tenido su mejor regalo. Como si el tiempo no hubiera pasado, aunque cumple 60, la Reina doña Sofía volvió a organizar para su primogénita un almuerzo íntimo al que solo acudirían sus personas más queridas. Justo lo que deseaba: cambiar de década sin fiestas, aunque, cuando llegue la primavera, puede que haga algo especial con su pandilla en el campo.
El 18º cumpleaños de la princesa Leonor (31 de octubre) fue una gran oportunidad para verse en El Pardo, pero el almuerzo de su aniversario se ha presentado como esa ocasión perfecta para poder estar con el Rey don Juan Carlos en estas fechas tan entrañables, sabiendo que un año más (van tres) volverá a pasar la Navidad solo. De ahí los sentimientos encontrados. Por un lado, la alegría de poder compartir tiempo, y por otro, la pena de otro viaje relámpago del ex jefe de Estado, que no quiso perderse el cumpleaños de su hija, pero tampoco “molestar”, como suele decir.
Según ha podido saber ¡HOLA!, además de sus padres, estaba previsto que la acompañaran en su gran día sus hijos, Felipe de Marichalar, que está de vacaciones en España, y Victoria; los Reyes y la infanta Sofía; la infanta Cristina con sus hijos más pequeños; la princesa Irene; su tía, la infanta doña Margarita con su familia, y algunos primos más. Y hasta ahí. Como es tradición en la casa, no se dieron detalles de la celebración, que imaginamos llena de emoción y de abrazos. La máxima siempre ha sido la discreción, ir un paso por detrás. Es en ese “lugar” donde la infanta se siente a gusto.
La familia
Doña Elena tiene nostalgia de los tiempos felices y echa muchísimo de menos a su padre, al que se parece en carácter y es su referente en la vida, aunque también tiene mucho de la Reina doña Sofía. El sentido del humor, la capacidad de reírse de sí misma y un gran sentido de familia. A doña Elena no le gustan los conflictos y, al igual que su madre, ha conseguido ser el nexo, la mediadora que no falla a nadie y nunca se viene abajo. Como dice una buena amiga suya, “la infanta sabe que hay batallas que se pierden, pero lo que más valora es el amor y el cariño”.
Es la mediadora de conflictos que no falla a nadie y ha heredado el sentido de familia de la Reina Sofía, quien supo desde niña que a su primera hija la llamaría Elena, como a su muñeca “Helen”
La hermana mayor de Felipe VI tiene empuje, carácter y siempre está ahí para todos. Para sus hijos, a los que adora y de los que está muy orgullosa, porque son buenos, tienen valores y también derecho a equivocarse y rectificar en busca de ese camino “que consideren más adecuado seguir”. Para sus padres, que cada vez la necesitan más; para su hermana, la infanta Cristina, que jamás la ha fallado (y al revés). Lo han vivido todo de la mano y sueñan con envejecer juntas. Más ahora, cuando doña Cristina va camino del divorcio. Y también para su querido hermano, Felipe VI, al que nunca le puso un inconveniente —ni cuando dejó de representar a la Corona el 19 de junio de 2014— y que sabe que la infanta siempre estará ahí “para lo que manden”. De hecho, de vez en cuando delega en su persona para que lo represente.
Cantar, bailar, tejer
Doña Elena lleva una vida sencilla y ordenada, acude cada día a su despacho —desde 2008 es directora de proyectos culturales y sociales en el área del Instituto de Acción Social de la Fundación Mapfre—, va al súper, hace deporte y atiende las necesidades de sus hijos, aunque Felipe trabaja en Abu Dabi. También almuerza con la Reina doña Sofía una vez a la semana y no se pierde una cita con sus amigas. Le encanta pasar los fines de semana en el campo, leer, cantar, bailar —se le dan de maravilla las sevillanas y el “rock”—, el cine (las películas románticas y de suspense), estar al día en arte y series, tejer, cuidar sus plantas, cocinar y recibir en casa a sus amigos. Tiene muchos… Del colegio, el trabajo, las fundaciones, la empresa, la nobleza, la hípica, el esquí y la vela, un grupo cada vez más amplio desde que retomó su pasión para estar más cerca del Rey don Juan Carlos cuando viaja a Galicia.
Quería un cumpleaños austero, sin fiesta, aunque, cuando llegue la primavera, puede que haga algo especial con su pandilla en el campo y sus hijos, Felipe y Victoria, a los que adora
Inseparables
Se conocieron en la década de los ochenta, en El Pardo, donde montaban a caballo y tenían el mismo profesor de equitación, el capitán Fernando Basaíl y se volvieron inseparables. Comparten aficiones, desde la ópera a un paseo por el campo, sin olvidar los toros. “Amar el arte de la tauromaquia es amar a España”, dijo doña Elena cuando se le hizo entrega del X Premio Taurino ABC. Y, por supuesto, su pasión por la hípica, el deporte que las unió, aunque en diferentes niveles. Doña Elena fue reconocida con el Premio Madrid Horse Week 2021 por “su trayectoria como amazona de salto de obstáculos y la enorme contribución al engrandecimiento de nuestro deporte y su imagen en nuestro país”. “Es una de las grandes pasiones de mi vida”, confesaba a ¡HOLA! coincidiendo con la entrega de este galardón por “mi aventura ecuestre”.
Echa muchísimo de menos a su padre y que don Juan Carlos viajará a Madrid para estar a su lado este día 20 ha sido su mejor regalo
La infanta fue la primera de la familia que se fue a estudiar fuera de España, a las universidades de la Sorbona (París) y Exeter (Gran Bretaña) la primera que cotizó en la Seguridad Social por su empleo como profesora de inglés y, también, la primera Borbón en divorciarse (2009), después de la infanta Eulalia, sabiendo que, como católica que es, nunca volvería a casarse, y se cumplió. La infanta sigue sola disfrutando de su libertad y haciendo gala de su españolismo en cuanto puede. Antes, con la mantilla y la peineta y esos trajes tan elegantes que la encumbraron como una de las mujeres más elegantes, y ahora, en los últimos años, con la bandera nacional a cuestas. En su ropa, en sus complementos y hasta en la correa de su fox terrier, “Tula”, con la que vive en su ático del barrio del Niño Jesús (Madrid), que acaba de reformar con mucha ilusión.