Un viaje madre e hija que comenzó siendo simplemente un viaje y ha terminado cambiándoles la vida. Así cuenta Paz Padilla su experiencia en Te falta un viaje, el docureality que ha grabado para Cuatro junto a su hija, Anna Ferrer. La presentadora nos dice que está viviendo un momento “muy bonito” y que en este formato se mostrará “algo que no hay en televisión”. Dos estrenos televisivos en la misma semana: la emisión de Crónicas Marcianas. El Reencuentro, y este: Te falta un viaje.
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“En Te falta un viaje he vivido una etapa de madurez, un programa diferente donde puedo ofrecer algo que en televisión que no hay, porque es una mezcla de reality, con toques de humor que persigue la búsqueda de la filosofía”
Su nuevo programa
- ¿Qué te ha dicho la gente de la casa tras ver el programa?
- Que les ha hecho pensar mucho, porque al final hablar con gente de otras culturas, que te muestra su día a día, sus necesidades y prioridades, te aporta un punto de vista muy diferente. Y a lo mejor, tú dices: ‘ostras, pues estamos un poco confundidos en esta sociedad’.
- ¿Qué te llegaste a replantear?
- Que hay problemas que te agobian, y cuando te vas a otro continente te das cuenta que no es para tanto, y lo importante es la familia.
- ¿El punto de partida fue el viaje con Jesús Calleja?
- En ese viaje dije que me daba miedo vivir una pandemia, y tres años después sucedió el COVID. Ahora me daría miedo vivir un ciberataque, porque nos quedamos sin luz, sin dinero… pero tengo claro qué haría y dónde me iría a vivir, porque conozco el mundo. El problema viene cuando crees que todo en la vida es tu casa, tu ciudad y tu mundo, y no es así, porque hay muchos lugares donde vivir sin ordenador, móvil, internet o luz.
- De hecho, habéis estado en el Amazonas, ¿no?
- Sí, en una comunidad indígena. Ahí fue donde no teníamos nada… El jefe índigena nos decía que para nosotros la felicidad era tener un casa, un trabajo, un coche. Y él nos decía que su concepto de la felicidad es agua clara, comida y su familia. ‘Si yo tengo esto soy feliz’, nos decía él. Entonces te planteas, ‘¿por qué me hacen ver que yo necesito otras cosas?’
“Quería cambiar la visión del espectador, porque después de publicar mi primer libro y hacer la obra de teatro, me he encontrado con mucha gente que está angustiada, que no sabe cómo enfrentarse a situaciones difíciles en la vida”
- Volviendo a la pregunta del ciberataque, ¿tú cómo te prepararías?
- Primero, tener un huerto para tener algo que comer. En mi casa también tengo gallinas (risas). Creo que la vida está en la sencillez, necesitar cada vez menos, y te das cuenta cuando viajas, que solo necesitas amor y comida.
- En la etapa de Sálvame, ¿llegaste a ‘acomodarte´?
- No, nunca. De hecho la idea de Te falta un viaje viene de ahí. Yo siempre me he llevado a Ana a lugares donde la gente me decía ‘¿a dónde vas con la niña?’ Mi objetivo es que mi hija entendiera que la vida estaba fuera, que había más vida allá de Europa, de nuestras cuatro paredes.
- ¿Hubieses hecho este proyecto si hubieses continuado en Sálvame?
- Yo soy Paz Padilla artista, que ha vivido treinta años de profesión. Y soy la ‘Mari Paz’ que tiene más de cincuenta y cuatro años. Si yo quiero ser la misma de ayer, tengo un problema.
- ¿Qué le aconsejas a tu hija?
- Que disfrute, que tiene 26 años y está en la mejor edad. El problema que tenemos es no ser conscientes del presente, de lo que estamos viviendo. Vivimos el éxito y estamos pensando en el mañana, y eso nos pasó en Crónicas, porque no era consciente de la magnitud del programa. Ahora, el programa con mi hija es el momento vital que vivo, y comparto con mi hija una visión muy bonita. También, los padres y los hijos no suelen viajar juntos, siempre viajan con los amigos, pero compartir dos generaciones, de mujeres empoderadas comparando a mujeres de otras culturas, ha sido increíble. Te das cuenta que nadie tiene una vida maravillosa.
“La televisión convencional hace años que no la veo. Algunas entrevistas que me recomiendan, pero poco más. Soy una tía que me gusta mucho aprender”
- ¿Ha cambiado tu vida a raíz de este proyecto?
- Yo quería cambiar la visión del espectador, porque después de publicar mi primer libro y hacer la obra de teatro, me he encontrado con mucha gente que está angustiada, que no sabe cómo enfrentarse a situaciones difíciles en la vida. Hay muchas maneras de vivir las tragedias, y hay muchas opciones de asumir lo que te pasa. Cuando terminaba el teatro, mucha gente se acercaba y me decía que le había ayudado.
- ¿Sueles estar pendiente de las redes sociales?
- Si yo estuviera pendiente de las redes sociales no tendría millones de seguidores. Hago lo que quiero en redes, ahí nadie te manipula. Al final muestro la naturalidad, y es lo que le gusta a la gente. A mi hija le digo siempre la gran responsabilidad que tienen las influencers. Tienen que hacerlo bien, y hacer el bien. Yo le dije a Ana ‘tienes que venirte conmigo al programa, porque debes mostrar a la gente de tu generación que no es importante tener una talla 34 o un bolso de esta marca’.
- ¿Qué opinas de las críticas?
- Para mí la crítica es el arma del envidioso. Como tú no puedes tener lo que otro tiene, lo críticas, pero yo no voy a pararme a pensar que inseguridades o problemas tienes que tener para hacer eso, y detrás de una pantalla. No soy quién para juzgarte, y tampoco quiero poner mi ‘estabilidad’ en manos de otros.
“Me daría miedo vivir un ciberataque, porque nos quedamos sin luz, sin dinero… pero tengo claro qué haría y dónde me iría a vivir, porque conozco el mundo”
- ¿Cuál es el objetivo del programa?
- Zarandear a la gente, que tome conciencia. Van a reír pero también a llorar, pero no de angustia, sino porque les vamos a tocar ‘la patata’.
- ¿Cómo espectadora qué programas te hacen ‘zarandearte’?
- Consumo mucho Youtube. La televisión convencional hace años que no la veo. Algunas entrevistas que me recomiendan, pero poco más. Soy una tía que me gusta mucho aprender, y los podcasts me ayudan. Ahora con las redes sociales puedes saber de todo con tutoriales.
- ¿En qué proyectos estás metida?
- Pues estoy haciendo un máster de coach online, a través de la universidad. También he dado conferencias gracias a las redes sociales. Voy a sacar el segundo libro, Madre, que espero que ayude tanto como el segundo.
Su paso por Crónicas
- Habéis grabado el reencuentro de Crónicas Marcianas, ¿qué significó para ti el programa?
- Yo viví un programa muy bonito. Recuerdo que tuve que dejar ¡Ala... Dina!, pero Crónicas me descubrió que yo era humorista, y no tenía ni idea. Todo lo he ido descubriendo así en la vida, poco a poco (risas).
- Dicen que Crónicas no se ha vuelto a ver en televisión, pero en Sálvame si que había esa esencia.
- Sí, totalmente. Por eso te digo, al igual que El Hormiguero o el programa de Andreu Buenafuente… lo que quiero decir es que todo lo que se ha hecho después del formato de Xavier Sardà es Crónicas, no se ha inventado nada. Hace veinte años no había internet, no había cue para leer, ni pinganillo.
- ¿Cómo era el proceso para imitar a los personajes?
- Sardà me llamaba a las ocho de la mañana y me decía ‘hoy haces de una mujer que es adicta a la televisión y sufre un apagón’. Entonces, yo me iba a mi camerino y empezaba a escribir el guión, creaba el personaje y luego me dirigía al camerino para comunicar el equipo lo que me hacía falta, y los de atrezo te lo construían inmediatamente. Me acuerdo que salía después de Carlos Latre y Boris Izaguirre, y pensaba ‘madre mía, el listón está alto’.
“Creo que la vida está en la sencillez, necesitar cada vez menos, y te das cuenta cuando viajas, que solo necesitas amor y comida”
- ¿Había rivalidad entre vosotros?
- No, en absoluto. Y eso que fue una máquina de hacer artistas. Lo bonito era crecer y dar lo mejor de ti. No he vuelto a tener un programa con tantos artistas reunidos.
- ¿En qué situación personal te pilló Crónicas?
- Pues yo tenía a mi niña muy bebé, y me tuve que ir a Barcelona a grabar el programa. Recuerdo mi vida en Cataluña con mucho cariño.
- Pero hubo momentos de tensión.
- Yo no lo viví así. Ten en cuenta que yo solo estuve ocho años, y mi papel era de cómica. Hay momentos que no olvidaré nunca, como la entrevista de Serrat y todos los artistas que iban y que en la actualidad ya no están entre nosotros.
“El problema que tenemos es no ser conscientes del presente, de lo que estamos viviendo. Vivimos el éxito y estamos pensando en el mañana”
- ¿Te llegaron a llamar la atención?
- Sí, porque yo siempre he sido muy kamikaze, y cuando nos visitó Ricky Martin, previamente me pidieron que no lo tocase, y no hice caso (risas). Otro día partí una mesa en directo… Era muy joven y me daba todo igual, ahora por edad me contengo un poco más. Por ejemplo, en Me resbala le dije a Flo, ‘no te tires encima de mí, que no pesas 20 kilos’ (risas). Con veinte años te comes el mundo, pero ahora tenemos una edad.
- ¿Echas de menos esa forma de trabajar?
- No lo sé, porque en Sálvame también era muy libre, y esa libertad es muy bonita tenerla. Pienso que cada etapa y cada programa viene acorde al momento personal en el que te encuentras. En Te falta un viaje he vivido una etapa de madurez, un programa diferente donde puedo ofrecer algo que en televisión que no hay, porque es una mezcla de reality, con toques de humor que persigue la búsqueda de la filosofía.