Desde que contrajeron matrimonio el pasado julio, Tamara Falcó e Íñigo Onieva no han parado de viajar. Si ya visitaron África, la Polinesia Francesa y París en su luna de miel, los marqueses de Griñón han seguido recorriendo el mundo en estos cinco meses de casados. Han estado en Italia y su Costa Amalfitana, Londres y la campiña inglesa, Dinamarca, Lituania y, una semana después, en Cuba, donde han estado este puente de la Constitución para acudir a la boda de unos amigos.
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Además, Tamara e Íñigo han recorrido nuestra geografía: Sotogrande, Ibiza, San Sebastián… “Tenemos mucha suerte porque, gracias a las redes, nos invitan a un montón de hoteles”, nos explicaba la aristócrata hace unos días. “La exmujer de mi padre, Fátima (de la Cierva), trabajaba para una guía de viajes y es el mejor trabajo del mundo”, añadía.
Entre escapada y escapada, Tamara también ha terminado de acondicionar su nuevo ático en Puerta de Hierro —a las afueras de Madrid, cerca de la vivienda familiar de Isabel Preysler—, al igual que disfrutar de la zona. De hecho, antes de viajar a Cuba, nos encontramos a Tamara e Íñigo saliendo de la capilla de Santo Domingo de la Calzada, donde los vimos de lo más felices. “Al haber perdido a gente estos años, soy consciente de lo efímero que es todo y lo bonito que es vivir el momento y disfrutarlo”, nos confesaba Tamara.
“También he aprendido a encontrar otra vez mi epicentro tras toda la atención mediática. Encontrar mi momento y distanciarme de todo”. Esta tranquilidad es esencial para que pueda cumplir su deseo de ser madre, algo que espera que ocurra pronto. “Estamos en ello y, si Dios quiere, vendrá”, nos contaba Tamara.