“Pienso que la fama, como tantas cosas, es una oportunidad y a la vez es una prueba. Si no estás en balance, puede arrollar al más pintado”, nos dice Pedro Alonso, que siempre ha sabido combinar su faceta en la televisión con películas como La noche del hermano (2005), La playa de los ahogados (2015) o El silencio del pantano (2019). Sin embargo, su papel de Berlín en La Casa de Papel fue un salto cualitativo como jamás había podido experimentar -probablemente ninguno de los actores que formaron parte del fenómeno-.
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“Los últimos nueve o diez años me ha pasado de todo. Y es verdad que el fenómeno de La casa de papel ha tenido mucho que ver, aunque no solo”, continúa. Ahora, más preparado para el estallido mundial, retoma su icónico personaje en una nueva aventura situada en una época previa a su enfermedad y el asalto a la Fábrica Nacional de Moneda y Timbre. Berlín es el líder de una banda que prepara un extraordinario robo en París: hacer desaparecer 44 millones en joyas como si fuera un número de ilusionismo acompañado de su nueva banda. Será el 29 de diciembre cuando se estrene el esperado spin-off en Netflix.
“En esta nueva constelación del personaje, me he encontrado con un grupo de actores delicioso. Esa es la palabra. Cremita de la buena”
- Pedro, ¿cómo estás?
- Gracias por preguntar. Estoy bien, en foco y agradecido, intentando surfear suave toda la promoción de “Berlín”. Tras dos años muy intensos de trabajo es hora de que los distintos proyectos que he hecho por fin salgan a la luz. Ojalá los disfruten, he puesto mucho amor y dedicación en todos ellos.
- ¿Qué podemos esperar de la precuela de La casa de Papel?
- Tengo la impresión de que, si La casa de papel era una galaxia, nos hemos metido por un agujero de gusano y con “Berlín”, la nueva serie, hemos llegado a otro universo. Con un ADN propio, más luminoso, menos grave. En este nuevo territorio hay robos, pero también más comedia, comedia romántica. Nos hemos ido a París esta vez a robarle a los franceses la mitología del romanticismo, pero al modo Berlín, así que pueden ustedes esperarse cualquier cosa.
- ¿Esperabas un spin-off de tu personaje?
- Me hablaron de esta posibilidad ya hace años, pero con la pandemia todos los tiempos se dilataron. Lo bueno, a veces, se hace esperar.
- ¿Cuánto hay de ti en el personaje de Berlín?
- Yo no soy un actor que trabaja por imitación, hace años entendí que mi camino es otro. Cuando preparo, busco esas vetas que resuenan en mí de los personajes que debo encarnar. Cuando las encuentro, me pongo a picar y luego, por supuesto, toca hacer esas coincidencias grandes, amplificarlas. De modo que en términos morales no soy Berlín, pero tengo un brujito Berlín dentro del tamaño de un piano.
- Tienes una trayectoria profesional impresionante, pero después del ‘tsunami’ de la serie, ¿cómo has llevado el fenómeno de la fama?
- Pienso que la fama, como tantas cosas, es una oportunidad y a la vez es una prueba. Si no estás en balance, puede arrollar al más pintado. Depende de donde te coloques que esa oportunidad revele tu parte de luz o tu parte de sombra. Por otra parte, he de decir que he recibido mucho cariño y respeto en estos últimos años y procuro honrarlo y a la vez tomarlo con cierta distancia. Pero sin duda que los astros se alineen de esta forma no es fácil. No lo olvido.
- Berlín es un icono, ¿te han llegado a llamar así por la calle?
- Sí es verdad que La casa de papel generó una especie de mitología y es algo que impresiona. Sentir que en un personaje que interpretas alguien proyecta sentimientos tan fuertes como algunos que he visto no me deja indiferente. Pero a la vez, en cuanto hago lo que me toca, procuro soltar lo que no depende de mí. Afortunadamente voy alternando trabajos y actividades distintas y eso me permite seguir renovándome.
- Gracias al éxito, ¿te has sentido más ‘libre’ para elegir proyectos?
- Sin duda. Primero he podido decir mucho que no y eso, bien mirado, es un privilegio. Y más específicamente me ha permitido dedicar una parte de mi energía a crear obra propia, un lujo se mire por donde se mire. Aún así, la industria en nuestro país no permite dar nada por sentado ni vivir de las rentas, al menos no a mí. Pero sí es verdad que mi margen de maniobra ha crecido.
- ¿Ha cambiado tu vida desde que se estrenó La casa de Papel?
- Los últimos nueve o diez años me ha pasado de todo. Y es verdad que el fenómeno de La casa de papel ha tenido mucho que ver, aunque no solo. Tengo la impresión de que cuando uno piensa que la vida es una cosa, la misma vida se conjura para darle la vuelta a lo que diste por sentado. Así que a estas alturas procuro no anticipar y estar abierto y flexible a lo que la vida disponga.
- ¿Qué supuso para ti interpretar a Berlín?
- Berlín, como rol, es un regalo, algo así como una alfombra mágica. Resiste cambios de género y de estilo de una forma que a mí mismo me sorprende. Además, desde que lo interpreto, cada ciclo ha supuesto una nueva versión del personaje. De lo más oscuro hacia la luz. Ahora, por lo visto, se ha hecho cantante, no digo más.
- Has cambiado de banda de ladrones, ¿cómo te llevas con la nueva?
- En esta nueva constelación del personaje, me he encontrado con un grupo de actores delicioso. Esa es la palabra. Cremita de la buena.
- ¿Con quién has tenido más feeling?
- Feeling lo he tenido con todos, sin excepción, claro que ahora me enamoro “a la francesa” y en modo Berlín. Digamos que el problema de feeling no es el mío. Otra cosa es la que lío y lo que tal cosa despierte en otros. Estoy seguro de que ahí, sí, hay opiniones diversas.
- ¿Qué consejos les has dado a tus nuevos compañeros respecto al boom mediático que puede suponer y del que tú ya eres un experto?
- Desde mi experiencia, no hay consejos que valgan, cada quien debe encontrar su trazada. Si acaso, sugiero que uno debe concentrarse en la tarea. Y no dejarse arrastrar por lo que se mueva fuera de cámara.
- ¿Cuál es el personaje que más te ha hecho sufrir? ¿cuál has disfrutado más?
- Siento que el personaje es una máquina intuitiva de calcular probabilidades. Y que su afición máxima es estudiar el plan con sumo detalle para luego llevar la acción al punto en que no hay manera de que nadie controle nada. A este tipo le va la marcha. De modo que se rodea de gente con la que la zona de seguridad, está diseñada para luego hacerla saltar por los aires. Así que estoy rodeado de tarados, sin excepción.
- Has estrenado hace poco la película Awareness, de Prime Video, has producido tu propio documental, ¿qué más te queda por hacer?
- Ahora estamos estudiando la mejor forma de distribuir la miniserie/película documental que he producido y dirigido, es un proyecto íntimo, muy expuesto. Algo así como una versión de La Odisea a la mexicana, una road movie espiritual y un tanto pirata. Creo que va a haber gira. Y además sigo escribiendo. Esa es la idea, seguir creando proyectos propios mientras ruedo cosas como actor. Y como siempre, desaparecer de vez en cuando.
- ¿Alguna cosa más?
- Además de lo anterior, no estaría mal tumbarme una semana en una playa -ríe-.
- A nivel profesional estás en tu mejor momento, ¿personalmente también?
- Me cuido, procuro cuidar mi jardín personal. Haberme equivocado tanto, me ha dado ciertas herramientas. Utilizo esas herramientas para todo y muy especialmente para cuidar mi entorno y mis relaciones. Tengo gente cerca con la que merece la pena seguir creciendo. Es un buen momento para mí, sí. Pero también siento que se acaba de abrir un nuevo ciclo, ya veremos a donde nos lleva.
- ¿Qué planes tienes para estas Navidades? ¿Cómo celebras estas fechas tan especiales?
- Creo que voy a ir a ver a mi familia y celebrar las Navidades antes de las Navidades, no es la primera vez que lo hago. Y luego, nada más acabar la promoción, me voy a pillar un coche con mi novia en un país no muy lejano. Iremos hacia el sur y el plan será no tener plan. Mi novia mola, así que la cosa promete.